Los secretos de la Orquesta Aragón, la “charanga eterna” de Cuba
Rafael Lay Bravo, director del conjunto por más de 40 años, cuenta a El Espectador cuáles son las claves para mantenerse vigentes y con un sonido intacto.
Hugo Santiago Caro
La mayoría de las orquestas cubanas cambian, se reinventan, pero Aragón sigue exactamente igual, ¿por qué?
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La mayoría de las orquestas cubanas cambian, se reinventan, pero Aragón sigue exactamente igual, ¿por qué?
Porque somos la “charanga eterna, la eterna charanga”. Y aunque crean que no, sí nos reinventamos. De hecho, creo que esa ha sido una de las razones por las que todavía estamos acá.
No se trata de permanecer o de estar enfrascado en lo que ya hiciste. Tienes que estar al tanto de lo que ocurre a tu alrededor. Como digo, nosotros estamos tocando o presentándonos para las generaciones de ahora. Por eso no puedes perderlo de vista.
¿Cómo ha hecho para abrir caminos?
Te voy a hablar de mí. Es decir, la orquesta tuvo que abrirse su camino en cierto momento. Cuando surgió, fue como cuando comenzaron a lidiar con lo que estaba sucediendo. Cuando entré el camino ya estaba hecho, ya estaba abierto. Me correspondió la continuidad y lograr la permanencia de la orquesta popular y su aceptación por cada generación. Para mí, casi siempre va a ser muy importante el próximo concierto que vamos a hacer. Nosotros nos enfrascamos en eso, en el próximo. Es lo más importante que tenemos y lo que tiene que salir bien, y ahí sí, tú vas labrando el camino. Pero siento que ya el camino estaba abierto cuando entré. Lo que me correspondió fue continuar.
¿Por qué su repertorio es tan fijo?
Esta no es una cuestión de nosotros. El público te lo exige. Nosotros tenemos repertorio para hacer tres o cuatro conciertos diferentes, pero a veces quiero poner una cosa y el tiempo no me alcanza. El concierto dura una hora, hora y veinte. Si no le pones al público cuatro o cinco temas que fueron a escuchar, estás liquidado. Qué más quisiera, y de hecho lo he hecho. Hemos intentado eso. Una vez en un evento en Cuba me lo propuse. Dije: “Bueno, pues voy a hacer tres conciertos diferentes los tres días, viernes, sábado y domingo”, y así lo hice. No salió mal, pero hay temas que, por ejemplo, aquí en Colombia, si no tocas Quiéreme siempre estás liquidado. Si no tocas Aprende muchacho, estás liquidado. Aunque se te acabe el tiempo y quieras poner otra cosa, no puedes. Recientemente, estuvimos en el Encuentro de Melómanos y Coleccionistas en Cali, y quise poner otra cosa, pero hay un reloj que te está marcando. Si fuera por nosotros, tocaríamos otra cosa fácilmente, pero sé que con el público no va a salir bien. A veces no somos nosotros los que decidimos.
¿Qué sienten en tarima cuando tocan “Quiéreme siempre” y el público se estremece?
Sí, eso creo que es lo que esperamos. Uno como artista espera esta respuesta del público, verdad, esas cosas no siempre ocurren, es una emoción grandísima. Colombia es un público especial.
¿No es contraproducente que se queden en una misma canción y no conozcan el resto del repertorio?
A veces eso pasa, lo pensamos y lo meditamos. Dices: “Bueno, antes que dejar al público no complacido, vamos a darles seguridad”. Las otras canciones las tocamos en otro lugar. Aquí las dejamos para otra ocasión.
¿Cuál es la clave para que así cambien los músicos, la orquesta se vea y suene exactamente igual?
Bueno, te digo, Sixto el Indio Llorente estuvo con nosotros unos ocho años, más o menos. Ya cuando él entra, lo que está es el Indio, y el Indio tiene una historia. Yo, particularmente, era muy seguidor de él. Entonces, se trataba de integrarnos él con nosotros y nosotros a lo que él era, y eso fue lo que hicimos. Lamentablemente, ocurrió lo que ocurrió y lo perdimos, pero bueno, lo que tenemos es una base sonora que no debe cambiar. Sí se puede, de alguna manera, enriquecernos. Puedes enriquecer el sonido y hacer algunas concesiones, pero esa identidad es la que siempre va a estar. Así ha sido en los 85 años que estamos cumpliendo.
Llevo oficialmente 44 años, casi 50, porque ya en el año 74 compartía con ellos como estudiante. Mi padre era el director, y así fui funcionando, grabando y conociendo. Casi 50 años en los que he estado más o menos en función de lo que es, y ese sonido es el que ha funcionado y seguirá funcionando. 85 años, y tiene mucho más por delante para seguir funcionando.
¿Qué tienen las orquestas que no tienen los proyectos unipersonales, de cantantes?
De eso se trata. Cuando pierdes al cantante, pierdes al grupo. Esa es la cuestión. Si no tienes una identidad, aunque tengas un buen cantante, algo falta. Pero tienes que darle importancia a la base, al sonido de la orquesta. Nosotros somos una orquesta que acompaña, como La Sonora Matancera, que tuvo a miles de solistas, pero el sonido de La Sonora era inconfundible. Sabías que era La Sonora la que estaba ahí, en todo. De eso se trata. Puedo tener un buen cantante, pero es la orquesta que lo acompaña lo que realmente identifica.
¿Ha vivido tranquilo?
¿Por qué no? Estoy en mi Cuba, ese es un país único en el planeta, ¿no? Pero ya tengo cierta edad, y hemos bregado, hemos llegado, sí, tranquilos, pero con los avatares de la vida. Pero siempre en mi Cubita.
Hablando de Cuba, ¿qué tienen las orquestas cubanas que duran tanto?
A veces uno toma las cosas como un proyecto familiar. Pero los músicos, sí, llegan a la agrupación y ya lo sienten como algo propio. Y tú tratas de que así sea. Cada miembro que entra debe sentirse en su momento pleno, ¿no? Ahora mismo tenemos a un cantante que lleva relativamente un año o algo así, y él se siente como un integrante más, no como un invitado. Y aunque algunos salgan y otros entren, al final siguen siendo miembros, aunque ya no estén con nosotros. Tú sientes que ellos lo sienten, siguen siendo parte de la orquesta, aunque hayan salido.
Relevó a su padre y su hijo, ahora lo releva a usted, ¿qué tan importante es esa herencia?
Sí, eso se fue trabajando con el tiempo. Porque a veces uno no logra las cosas que se propone. En mi caso, bueno, tomé las riendas de la orquesta, porque me las dieron por lo que sucedió, ¿no? Ahora con mi hijo pasa igual. Ya le gusta, y en un momento determinado tuvo que hacerse cargo de la orquesta, y lo hizo. Entonces, las cosas suceden y tú las llevas adelante. Como te digo, ya estoy delegando, y eso va a suceder si no ha sucedido ya. Esa es la vida, y qué bueno que pueda suceder así.