Luis Eduardo Acústico: el mago del ritmo exótico
Con 21 años, Luis Eduardo Gutiérrez es el líder del ritmo exótico, un género del Chocó que se consolida en Colombia. Hizo “Fiesta acústica”, su canción más escuchada, en colaboración con otros músicos de la región.
Alberto González Martín
Subió a la tarima con un traje negro y una máscara blanca. Cantaba una canción que ya había escuchado, pero me era difícil reconocer. Luego supe que se llama “Magalenha” y que fue el tema oficial del Mundial de Fútbol de 1950, en Brasil. Es una samba que no lograba distinguir porque sonaba distinto. Estaba mezclada con otros ritmos.
Tampoco reconocía aquel tipo delgado, moreno y con unos 1,70 de estatura que había subido al escenario para animar al público. Tenía la duda de si era a quien yo esperaba ver esa noche. Solo lo puede reconocer cuando, en medio de la canción, suelta aquel sello que lo identifica en sus canciones.
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“Este es Luis Fernando Acústico”, lo dijo con un tono y sabor que inmediatamente me remitió al Pacífico.
Luego me contó que la máscara blanca hacía referencia a la muerte. No de manera explícita. Remitía a aquellos asesinados en el Pacífico, de donde él proviene. De allí también proviene ese ritmo peculiar que apenas comenzaba a reconocer.
Cantó la canción que todos esperaban. El “Cheque choco”. Así lo conocen, aunque su nombre real es “Fiesta acústica”. Bailó el tema de una manera particular al ritmo de esos sonidos singulares. Todo esa performance hace parte del ritmo exótico y Luis Eduardo lo ha hecho traspasar las fronteras del Chocó y el Pacífico.
Condoto
Condoto queda a tres horas de Quibdó. Una tierra donde llueve tanto como florecen talentos musicales. Allá nacieron Goyo y Slow, de ChocQuibTown, y Luis Eduardo también. Su padre es guitarrista de una agrupación salsera, pero no le enseñó a tocar, él aprendió solo. Le gustaba ir a los velorios para ver a las cantadoras y a los guitarristas exponer su arte.
Su talento fue descubierto en el colegio. Fue en la institución educativa Luis Lozano Scipion donde la profesora Araceli lo escuchó y luego lo puso a cantar en los actos cívicos. Le gustaba cantar baladas porque su mamá, cuando hacía aseo en casa, las ponía y él las cantaba con ella.
“En el colegio me metieron a un evento del Día de las Madres y canté “Rosa”, de Nicola Di Bari. En esa época tenía la voz tan dulce y tierna de un niño. Y todas esas madres estaban ahí escuchando y las puse a llorar a lágrima suelta”, relata Luis Eduardo.
Luego entró a la banda del colegio. Cantó y tocó el megatón. Cantó en el coro de la iglesia del pueblo. Después tocaba chirimías, que son propias del Chocó y el género madre del ritmo exótico. Comenzó a presentarse en el Festival Petronio Álvarez, que recoge los ritmos del Pacífico.
Quibdó
Terminó el colegio y se fue donde su hermana a Villavicencio de paseo. Allá duró seis meses montando covers en las redes sociales. Hacía la versión en guitarra de cualquier tema, de cualquier género que fuera éxito en el momento. A sus seguidores les gustó esa exploración. Cambió su nombre de perfil. Pasó de Luis Eduardo Gutiérrez a Luis Eduardo Acústico.
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La popularidad en las redes todavía no lo convencía para dedicarse a la música. Lo tenía como hobby. Lo único que quería era conseguir un trabajo normal para ayudar a su mamá. Decidió estudiar Ingeniería de Sistemas en Chocó. Su mamá comenzó a vender platanitos para pagarle la carrera.
Estudiaba y se presentaba con un grupo de chirimías en el Festival Petronio Álvarez. Lo había intentado antes con el grupo Litoral de San Juan, pero no fue posible. Pasó al grupo Zaperoco y obtuvieron el primer puesto.
Entrado en el mundo musical y con el relativo éxito que tenía, pensó en que la música como profesión podría funcionar. Hizo tres sencillos que poco sonaron. Hasta que Brayan DJ le pidió que le mandara un tema para él montarlo.
Su estilo era romántico. Pero el DJ le había pedido algo diferente. Algo pegajoso, que se volviera viral. Él se sentó a componer la canción en el baño. Y salió el “Cheque choco” de manera fortuita. Completó el tema y se lo mandó por un audio de Whatsapp.
Medellín
El DJ invitó a algunos colegas, hizo la mezcla con el audio de Whatsapp, la puso a sonar en las fiestas y la canción, de un momento a otro, no dejó de sonar en todo el Chocó. Los influenciadores del Pacífico comenzaron a replicar el contenido orgánicamente y cada vez tomaba más fuerza.
Los influenciadores del Caribe, como Andrea Valdiri, también comenzaron a otorgarle poder a esta propuesta. En cuestión de meses la canción estaba sonando en las emisoras y fiestas de todo el país. La volvieron a grabar en estudio y la lanzaron con video en Youtube en el que invitaron a algunas figuras de las redes sociales.
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Junto con los DJ hicieron gira de medios por el Caribe. Llegaron a Cartagena, donde un amigo, y él les propuso hacer la versión remix con Mr. Black. El grupo anunció que se haría. Pero la inexperiencia en temas contractuales les hizo frenar la producción. Tenían miedo de que “nos fueran a tumbar”.
Luis Eduardo espera aún hacer un remix con un artista grande después de dos años que salió la canción. Se arrepiente de no haber tomado la decisión. Me dice que si en ese momento hubiera tenido la mentalidad que tiene ahora no lo hubiese pensado tanto.
Estoy con él en un estudio en Medellín, ciudad donde ahora vive. Allí produce con sus amigos. Me muestra una canción en la que canta junto a Tostao, de ChocQuibTown, y me cuenta que se siente muy emocionado porque él es un grande.
Luis Eduardo sigue haciendo exploraciones con el ritmo exótico, que se deja trasformar fácilmente por la diversidad musical que maneja. Veo sus trenzas tinturadas de azul, recuerdo la máscara de aquel concierto, el baile peculiar y los ritmos singulares de este género. Pienso que ya debería llamarse Luis Eduardo Exótico.
*De la Fundación Color de Colombia.
Subió a la tarima con un traje negro y una máscara blanca. Cantaba una canción que ya había escuchado, pero me era difícil reconocer. Luego supe que se llama “Magalenha” y que fue el tema oficial del Mundial de Fútbol de 1950, en Brasil. Es una samba que no lograba distinguir porque sonaba distinto. Estaba mezclada con otros ritmos.
Tampoco reconocía aquel tipo delgado, moreno y con unos 1,70 de estatura que había subido al escenario para animar al público. Tenía la duda de si era a quien yo esperaba ver esa noche. Solo lo puede reconocer cuando, en medio de la canción, suelta aquel sello que lo identifica en sus canciones.
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“Este es Luis Fernando Acústico”, lo dijo con un tono y sabor que inmediatamente me remitió al Pacífico.
Luego me contó que la máscara blanca hacía referencia a la muerte. No de manera explícita. Remitía a aquellos asesinados en el Pacífico, de donde él proviene. De allí también proviene ese ritmo peculiar que apenas comenzaba a reconocer.
Cantó la canción que todos esperaban. El “Cheque choco”. Así lo conocen, aunque su nombre real es “Fiesta acústica”. Bailó el tema de una manera particular al ritmo de esos sonidos singulares. Todo esa performance hace parte del ritmo exótico y Luis Eduardo lo ha hecho traspasar las fronteras del Chocó y el Pacífico.
Condoto
Condoto queda a tres horas de Quibdó. Una tierra donde llueve tanto como florecen talentos musicales. Allá nacieron Goyo y Slow, de ChocQuibTown, y Luis Eduardo también. Su padre es guitarrista de una agrupación salsera, pero no le enseñó a tocar, él aprendió solo. Le gustaba ir a los velorios para ver a las cantadoras y a los guitarristas exponer su arte.
Su talento fue descubierto en el colegio. Fue en la institución educativa Luis Lozano Scipion donde la profesora Araceli lo escuchó y luego lo puso a cantar en los actos cívicos. Le gustaba cantar baladas porque su mamá, cuando hacía aseo en casa, las ponía y él las cantaba con ella.
“En el colegio me metieron a un evento del Día de las Madres y canté “Rosa”, de Nicola Di Bari. En esa época tenía la voz tan dulce y tierna de un niño. Y todas esas madres estaban ahí escuchando y las puse a llorar a lágrima suelta”, relata Luis Eduardo.
Luego entró a la banda del colegio. Cantó y tocó el megatón. Cantó en el coro de la iglesia del pueblo. Después tocaba chirimías, que son propias del Chocó y el género madre del ritmo exótico. Comenzó a presentarse en el Festival Petronio Álvarez, que recoge los ritmos del Pacífico.
Quibdó
Terminó el colegio y se fue donde su hermana a Villavicencio de paseo. Allá duró seis meses montando covers en las redes sociales. Hacía la versión en guitarra de cualquier tema, de cualquier género que fuera éxito en el momento. A sus seguidores les gustó esa exploración. Cambió su nombre de perfil. Pasó de Luis Eduardo Gutiérrez a Luis Eduardo Acústico.
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La popularidad en las redes todavía no lo convencía para dedicarse a la música. Lo tenía como hobby. Lo único que quería era conseguir un trabajo normal para ayudar a su mamá. Decidió estudiar Ingeniería de Sistemas en Chocó. Su mamá comenzó a vender platanitos para pagarle la carrera.
Estudiaba y se presentaba con un grupo de chirimías en el Festival Petronio Álvarez. Lo había intentado antes con el grupo Litoral de San Juan, pero no fue posible. Pasó al grupo Zaperoco y obtuvieron el primer puesto.
Entrado en el mundo musical y con el relativo éxito que tenía, pensó en que la música como profesión podría funcionar. Hizo tres sencillos que poco sonaron. Hasta que Brayan DJ le pidió que le mandara un tema para él montarlo.
Su estilo era romántico. Pero el DJ le había pedido algo diferente. Algo pegajoso, que se volviera viral. Él se sentó a componer la canción en el baño. Y salió el “Cheque choco” de manera fortuita. Completó el tema y se lo mandó por un audio de Whatsapp.
Medellín
El DJ invitó a algunos colegas, hizo la mezcla con el audio de Whatsapp, la puso a sonar en las fiestas y la canción, de un momento a otro, no dejó de sonar en todo el Chocó. Los influenciadores del Pacífico comenzaron a replicar el contenido orgánicamente y cada vez tomaba más fuerza.
Los influenciadores del Caribe, como Andrea Valdiri, también comenzaron a otorgarle poder a esta propuesta. En cuestión de meses la canción estaba sonando en las emisoras y fiestas de todo el país. La volvieron a grabar en estudio y la lanzaron con video en Youtube en el que invitaron a algunas figuras de las redes sociales.
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Junto con los DJ hicieron gira de medios por el Caribe. Llegaron a Cartagena, donde un amigo, y él les propuso hacer la versión remix con Mr. Black. El grupo anunció que se haría. Pero la inexperiencia en temas contractuales les hizo frenar la producción. Tenían miedo de que “nos fueran a tumbar”.
Luis Eduardo espera aún hacer un remix con un artista grande después de dos años que salió la canción. Se arrepiente de no haber tomado la decisión. Me dice que si en ese momento hubiera tenido la mentalidad que tiene ahora no lo hubiese pensado tanto.
Estoy con él en un estudio en Medellín, ciudad donde ahora vive. Allí produce con sus amigos. Me muestra una canción en la que canta junto a Tostao, de ChocQuibTown, y me cuenta que se siente muy emocionado porque él es un grande.
Luis Eduardo sigue haciendo exploraciones con el ritmo exótico, que se deja trasformar fácilmente por la diversidad musical que maneja. Veo sus trenzas tinturadas de azul, recuerdo la máscara de aquel concierto, el baile peculiar y los ritmos singulares de este género. Pienso que ya debería llamarse Luis Eduardo Exótico.
*De la Fundación Color de Colombia.