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Desde Amália Rodrigues ningún otro artista portugués había construido una carrera internacional tan exitosa. Con más de 20 años de trayectoria artística, Mariza acumula noches triunfales en los escenarios más prestigiosos del mundo, junto a menciones entusiastas de los críticos musicales más exigentes y una lista inagotable de premios y distinciones internacionales.
La cantante de origen mozambiqueño emprendió su viaje en el fado discretamente, como un fenómeno local casi escondido que compartían un pequeño círculo de admiradores lisboetas. Hoy día es una auténtica embajadora de este género, y la artista no duda en llevarlo por nuevos y audaces caminos, sin perder nunca de vista su alma.
Además, es considerada la musa del fado contemporáneo y ahora regresará a Bogotá para presentarse en una nueva edición del Festival que el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo dedica al género portugués.
El fado es conocido como una expresión cultural colmada de poesía y sentimiento, ¿cree que el fado conserva su encanto para seguir cautivando audiencias?
El fado es un género con raíces lisboetas y tiene el don de cantar sobre la vida, sobre la saudade (palabra portuguesa generalmente considerada intraducible, ya que se refiere a un cierto estado de añoranza y nostalgia), sobre los celos, sobre la melancolía y sobre el amor. Por eso se puede entender, aunque no hables portugués, ya que habla el idioma del corazón. Para mí está muy ligado a mi infancia, ya que mis padres tenían una Casa de fado y uno de mis primeros recuerdos es cuando intentaba esconderme para poder seguir escuchando a los cantantes de fado.
Tiene más de 20 años de trayectoria artística y es una de las voces más aplaudidas de las músicas del mundo, ¿cómo inició su formación?
Me crié en un barrio de Lisboa y empecé a cantar fados en la planta baja del edificio donde vivía con mis padres y donde ellos tenían su Casa de fado, como una broma que nunca pensé que se convertiría en un camino profesional.
¿Cuándo fue la primera vez que cantó en un local de fado?
También fue en la Casa de fado de mis padres donde canté por primera vez, a la edad de cinco años.
¿Qué tanto ha cambiado su sentimiento por la música desde entonces?
Con cada día que pasa la pasión y el amor que tengo por la música crecen un poco. No me veo existiendo sin música.
Su madre es de Mozambique, ¿qué tanto de la cultura africana está en usted y en su música?
Todo. Probablemente parte de lo que las personas que me escuchan y me siguen identifican como diferente y especial tiene que ver con mis raíces africanas. Mi fado es quizás un poco africano.
Durante su carrera la han llamado la heredera de Amália Rodrigues, incluso grabó un disco llamado “Mariza canta a Amália”, ¿qué recuerdos tiene de la gran fadista?
Aunque siempre escuchábamos fado en casa, sobre todo en voces masculinas, así que recuerdo haber escuchado primero a Amália más tarde, cuando era adolescente. Estaba en el centro de Lisboa, y recuerdo que escuché Barco negro, y fue abrumador. Nunca la conocí en persona, pero ella es y será siempre un ícono de la música fado, alguien que dejó huella en una época. Hizo un cambio que nos dejó un legado maravilloso que podemos disfrutar y cantar cada uno a su manera.
Además de ser una de las artistas principales del fado, ha incursionado en el tango, el flamenco, el pop y muchos más. ¿De dónde surgió ese gusto por estos géneros y qué artistas son de su preferencia?
Tengo a África en la sangre. África tiene la música en la sangre, la música tiene África en la sangre, entonces todo lo que es buena música tiene mi corazón y mi atención.
Ha tenido la oportunidad de colaborar con Jacques Morelenbaum y John Mauceri , José Merced y Miguel Poveda, Gilberto Gil e Ivan Lins, Lenny Kravitz y Sting. ¿Qué significó trabajar con ellos?
Una colaboración siempre es una forma de enriquecer nuestro trabajo y, a lo largo de los años, he tenido la suerte de tener oportunidades tan maravillosas de colaborar con algunos de los artistas que más admiro. Una vez más, todo en nombre de la música, la buena música, tiene mi corazón.
¿Cómo es su relación con Latinoamérica, en especial con Colombia?
Mi primera y única experiencia me dejó recuerdos extraordinarios. Nunca sabemos hasta dónde puede llegar nuestro arte y fue sorprendente cómo me recibieron. Un público atento, agradecido y cariñoso, lo cual fue sumamente sorprendente, ya que era mi primera actuación en Bogotá. Desde ya muchas gracias por la forma tan especial en que me recibieron.
¿Qué puede esperar el público colombiano de su regreso a Bogotá?
Después del primer encuentro el público colombiano podrá esperar de mí a una artista de alma y corazón abiertos que hará todo lo posible para brindarles una noche inolvidable, llena de música, amor, alegría y amistad.
Actualmente lo digital nos acercó en la cuarentena y ha sido una plataforma de creación para muchos artistas, ¿cuál cree que es el papel de la tecnología en nuestras vidas?
La tecnología es el futuro y cualquiera que intente negarlo terminará atascado. Si inicialmente la tecnología y todas sus plataformas donde puedes escuchar y ver música podían ser vistas con miedo por lo desconocido, en este momento entendemos que lo único que sucedió fue un cambio en la forma en que las personas escuchan música y ven a sus artistas favoritos. Es necesario un período de adaptación, sobre todo para los que estaban acostumbrados a los formatos antiguos, pero creo que en el futuro nos acabaremos dando cuenta de que la tecnología aporta a la música una soltura y una proximidad que acabará siendo muy positiva.
¿Qué viene para Mariza?
Estoy grabando un nuevo disco con jóvenes productores y compositores de mi país. Me emociona mucho la forma en que me ven como artista y las propuestas que me presentan, es curioso lo que nos puede hacer mirar hacia adentro y reflexionar sobre toda nuestra historia y recorrido, personas con una visión externa, sobre todo cuando estas son jóvenes y están al comienzo de su viaje artístico. Ha sido un viaje absolutamente especial que espero presentarles en este próximo álbum muy pronto.