Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
“Para el viento una cometa / Para el lienzo un pincel / Para la siesta una hamaca / Para el alma un pastel / Para el silencio una palabra / Para la oreja un caracol / Un columpio para la infancia / Y al oído un acordeón / Para la guerra nada”. Es el inicio de una de las canciones más icónicas de la cantautora colombiana Marta Gómez, titulada Para la guerra nada (2014). Son frases cortas, simples, que sin embargo reflejan claramente algunas de sus principales preocupaciones a nivel social y humano, y dejan ver, por supuesto, su gusto y fascinación por las palabras cantadas.
En entrevista con El Espectador, la artista comenta que esto comenzó a muy temprana edad, pues desde siempre tuvo una relación estrecha y profunda con la música: “Es un amor permanente. Canto desde que era una bebé, desde antes de hablar, desde antes de tener memoria. Mi mamá dice que me arrullaba a mí misma cada noche en la cuna. Para mí cantar es fácil, es como respirar: no hay un solo día de mi vida en que no cante o por lo menos en que no piense en la música”.
Su más reciente lanzamiento musical, Canción confinada, es, a pesar de la paradoja que representa su nombre, un homenaje a la libertad. En este tema la cantante y compositora establece una conversación íntima entre la guitarra y su voz, e incluye el sonido del mar como protagonista.
“Se trata de una invitación del colectivo Voz Terra, del cual forma parte mi amigo de universidad Daniel Roa. Él me llamó y me dijo que querían hacer canciones desde el confinamiento, con ruidos o sonidos percibidos desde la ventana de nuestras casas”.
Este trabajo es parte del primer volumen de Ventanas, que es un álbum en el que participan varios artistas. “Cada uno con su visión del encierro y con sonidos desde la ventana. Hay de todo: hay música electrónica, también hay algunos temas alegres, pues hemos pasado por muchos estados de ánimo. Entonces hay canciones algo tristes, como las mía por ejemplo, y hay otras más bailables”.
Marta Gómez vive desde hace unos años en el centro de Barcelona (España), desde donde puede, normalmente, apreciar el ajetreo propio de la ciudad: el ruido del transporte público y de los carros particulares, también de la gente y sus actividades habituales. Este panorama, como ya es conocido, cambió drásticamente el año pasado por la pandemia. En contraste, y en reemplazo, llegaron otros tipos de sonidos a su vida diaria.
“Abría la ventana y se sentían los pájaros, se veían las mariposas, y no se oía ningún ruido. Esto fue un regalo maravilloso: el silencio. Por otra parte, vivo más o menos cerca del mar, y por primera vez también valoré esa delicia de poder ir caminando hacia él. El sonido del agua que se escucha en la canción es del mar, y cuando la escribí estaba viéndolo, entonces decidimos usar ese sonido, aunque no fuera directamente desde mi ventana, pero sí lo pudimos apreciar a unas cuadras de mi casa”.
Otra pasión que alberga la cantautora nacida en Girardot (Cundinamarca), desde la niñez, es la literatura. “Siempre me gustó escribir. Escribía poemas y cartas, y he sido siempre muy dramática, muy nostálgica, además de melodramática. Escribía cuentos y poesías cuando era más jovencita, pero realmente lo que adoro es la canción”.
Sin embargo, a pesar de tener clara esa preferencia artística y profesional, la inclinación hacia las letras no cantadas se mantuvo. Por eso, en un momento dado, quiso ir más allá de ese alborozo juvenil, y entonces decidió asumirlo desde la academia.
“Al mudarme a Barcelona tenía ganas de estudiar algo, y dije: ‘ya no quiero estudiar más música, pues llevo desde niña aprendiendo técnica vocal, guitarra y flauta’. Después de que estudié en la Universidad Javeriana (Bogotá) y en Berklee (Boston) quería concentrarme en algo que me ayudara en mi oficio de cantautora, pero que no fuera otro estudio musical, y me encontré con una maestría en creación literaria aquí en Barcelona, la hice, y realmente me di cuenta de que es otro mundo, de que la literatura es otro mundo”.
Un paso más en su carrera y en su inacabable ánimo de formación. Allí cumplió su cometido de turno, pues adquirió herramientas técnicas y conceptuales que le han permitido enriquecer su arte. El estudio ha sido, pues, un importante e indiscutible recurso del cual sostenerse para seguir afianzándose como la cantautora talentosa y destacada que es.
“Aproveché que había hecho un curso en pleno confinamiento de la décima, la escritura en décimas, que es todo un universo antiquísimo maravilloso de estructuras de 10 líneas y cada una tiene que rimar perfectamente con otra. Esto a mí me encantó, porque me gustó probar el juego del límite, puesto que al escribir canciones habitualmente no tengo tal; no tengo que obligatoriamente rimar una palabra exacta con otra, pero en la décima sí, entonces cuando recibí la invitación de Voz Terra me sirvió este curso. Escribí Canción confinada en décimas, que es mi primera y no sé si última, porque es muy difícil escribir en décimas, pero me encantó”.
Veinte años de carrera musical: una celebración justa y variada
Dos décadas de actividad profesional ameritan una digna celebración, y la de Marta Gómez afortunadamente está cargada de buenas noticias: un disco-libro, un concierto y un documental. Sobre el primer trabajo comentó: “Junto a Nicolás Buenaventura, que es un cuentero y director de cine maravilloso, caleño, con el que he trabajado hace varios años, tenemos un proyecto que se llama Dar a luz. Es uno de sus cuentos, y en él habla de una mujer que está en el campo intentando parir y no puede, entonces llaman al cuentero del pueblo, que es en este caso el mismo Nicolás (Buenaventura), y él empieza a contarle cuentos para que la mujer se relaje y pueda dar a luz, mientras tanto voy cantándole canciones. Es un espectáculo que hemos hecho en varias partes del mundo, pero queríamos plasmarlo en un disco-libro que saldrá pronto”.
Acerca de las otras dos actividades por realizar, con entusiasmo y tono esperanzador, la artista puntualizó: “Un concierto (programado para el 7 de octubre de 2021) junto con la Orquesta Filarmónica de Bogotá, en el teatro Colsubsidio, cantando temas míos, desde las primeras hasta las más nuevas. También vamos a estar presentando pequeñas cápsulas de las historias que se esconden detrás de 100 de mis canciones. Asimismo, vamos a realizar un documental en el que, entre otras cosas, cuento cómo han sido los encuentros con mis ídolos musicales: Piero y Mercedes Sosa, entre otros; cómo ha sido cantar con personas que han estado tan cercanas a mi corazón. Tenemos un montón de sorpresas, que este promete ser un año muy bonito”.