Publicidad

Martina Camargo, una cantadora entrañable, presenta su nuevo disco Canto y río

La cantadora es una figura emblemática de la cultura caribe y del río Magdalena en el mundo entero. Se espera que su nuevo disco reciba muchos reconocimientos y que mueva los cuerpos en el segundo semestre de 2024 en California, Colombia y donde la soliciten para prender la fiesta.

Juan Pablo Plata / Especial para El Espectador
24 de julio de 2024 - 03:00 p. m.
Martina Camargo, cantadora
Martina Camargo, cantadora
Foto: Archivo Particular

Canto y río fue grabado con la fiebre más alta que el cuerpo de la cantante de aires caribes y ribereños Martina Camargo pudo resistir. Hecho que habla de su compromiso con su carrera musical y los mensajes que emite para instar a preservar la biodiversidad y la cultura mestiza adyacente al caudal del río Magdalena y al Caribe Colombiano, además de lo mejor de esa zona y de cualquier lado: lo humano.

El disco se iba a llamar Resistencia. Y eso mismo es lo que ha hecho por treinta años de carrera artística Camargo, quien grabó el disco en dos etapas, puesto que no quedó a gusto con el resultado de la primera versión, grabada bajo un resfrío, y entonces cambió las coristas que no encajaban por el color y la afinación de las voces, para que Stephanie Jiménez Ballestas, María Camila Martínez y su hija Daniela Mier Camargo lograran un registro más melódico bajo la detallista y respetuosa guía del folclor y la producción de Freddy Henriquez y Manuel García-Orozco.

Martina es una cantadora impetuosa entre estos coros, la tambora y la tambora currulao. Es la reina indiscutible de la Noche del Río en Barranquilla. Es una apetecida artista para hacer colaboraciones en discos de otros. Su voz denuncia las alegrías y las pesadumbres que ha visto en su vida desde que vino al mundo en San Martín de Loba, Bolívar, Colombia, para ser una juglara, una barda del río La Magdalena, gracias al vientre de Ubaldina Centeno y por la simiente del bailarín, cantador y compositor Cayetano Camargo.

Su potencia, relevancia y mestizaje musical son equiparables a sus colegas y antecesoras La Niña, Emilia Herrera, Totó La Momposina, Graciela Salgado, Eulalia González, Petrona Martínez, Ceferina Banquez y Etelvina Maldonado, quien era su amiga y con quien compartía el escenario y la vida. Los cambios en la composición de su agrupación de tambora no han sido caprichos, como tampoco lo son los temas y títulos de sus canciones en el nuevo disco y en los pasados en que advertía sobre los daños de la minería industrial en su pueblo natal con La mina de los lobanos.

En 2018 ante una petición del Ministerio de Cultura hizo una ronda de presentaciones en vivo en Manaure, Maicao, Santa Marta y Carmen de Bolívar, después de cambiar coros y tambor, pues algunos músicos le rescindieron. Esta gira pasó por donde la tambora y el bullerengue se crean y mueren entre las voces y las vidas de lavanderas, las piladoras de arroz y maíz o recogedoras de arena. Sus composiciones son una bitácora de los acontecimientos alegres y aciagos que ha vivido. Sus cuerdas vocales cantan a la tradición musical y artesanal bolivarense donde se produce menaje de barro como las múcuras para el agua, enseres de madera, embarcaciones, mochilas, entre otros.

Todo comenzó para Martina en El Playón de Santa Rosa, en un verde claro frente al río de La Magdalena y en los primeros festivales de tambora de San Martín de Loba. Después su padre le pasaría la tradición oral de muchas canciones que de disco en disco Martina estrena. Cayetano Camargo, su padre, le dijo alguna vez que él no había nacido para ser jornalero de rico, pese a que su orfandad temprana lo puso en aprietos y las manos del tío El Capi, que le enseñó la labranza del campo y a hacerse hombre recio y ético.

En una ocasión el niño Cayetano dio un dinero a su tío El Capi, de una cosecha de maíz, para que se comprara una camisa y cuenta la historia familiar que el dependiente de la tienda no creía posible que este hubiera conseguido de manera honesta los pesos para comprarse una camisa cara y bella. Cayetano fue líder de las festividades callejeras en las navidades en San Martín de Loba. Hacía canciones para las novenas en la calle del Carmen y Calle Bolívar, entre otras. Dice Martina: «En esas calles hice de todo, me bañé bajo la lluvia, bailé y canté tambora; había una alborada de tambora y en el día se hacían desfiles con carrozas emotivas con personajes, animales y temas de libre escogencia, como los bíblicos: El paraíso terrenal.»

De Cayetano Camargo va la canción La muletilla (Chandé) en este disco arduo, folclórico y redondo en que se habla de la vejez como un proceso natural físico que no acaba con la alegría y en que se usa un travesaño como soporte hacia el final. La mujeres y el atavío tradicional son elogiados en La Pollera, la guerra en Colombia aparece en Me echaron del monte y los cantos Linda nuestra tierra, Tutumbú y Plantas medicinales invitan a preservar las plantas, los animales, lo humano y la cultura tradicional, incluso por medio de onomatopeyas que imitan la fauna.

La canción El Kiki va inspirada en el pintor, fotógrafo y gestor cultural, padre de sus hijas, Manuel Antonio Mier López, Mané, (q.e.p.d.). El kikí es una versión del fruto de corozo duro y brillante, cualidades que en metáfora vuelve la cantadora el símbolo de ser tenaz y fuerte ante los desafíos de la vida. Así de fuerte como era su mané.

Ahora bien, muchos djs ya hacen fila para solicitar remixes de las canciones de Canto y río —como ya ha ocurrido con las piezas Guataquí, Me robaste el sueño, El niño inmaculado, Las olas de la mar, entre otros, de previos álbumes— pero solo unos pocos son los elegidos. Pues Martina siempre escucha estas versiones electrónicas antes de firmar el contrato asociativo de regalías con estos artistas foráneos que encuentran atractivas sus composiciones en el aire de tambora. Estos remixes han alcanzado millones de reproducciones y su presencia en compilados y festivales donde los beats y las luces acompañan a la fantástica cantante.

Cuando Martina no está de gira de conciertos, componiendo o enseñando a bailar y cantar, o grabando un nuevo disco o negociando con djs, como David Novacek y Dennis Cruz, su días comienzan a las 4 a. m., haciendo ejercicio en un gimnasio cercano a su casa en Cartagena de Indias, después regresa y comienza algunas labores domésticas mientras escucha su adorada música llanera u otras cantadoras de bullerengue o salsa brava. Ahora mismo está leyendo Magdalena de Wade Davis, mientras engrosa junto a su padre, sus hijas, coristas y tamboreros las legendarias y patrimoniales dinastías de músicos como las de las familias Julio, Cassiani y Batata. Si alguien gusta de bandas como Bomba Estéreo, Pernett and the Caribbean Ravers, Malalma o Sistema solar, con gusto oirá el disco Canto y río de una antecesora clave como Martina.

Este disco pondrá a mover los cuerpos y almas en el mundo entero, gracias al trabajo en equipo de las disqueras Karibona Records, al mando de David Lara Ramos y Chacho World Music del productor Manuel Garcia-Orozco. La producción fue grabada en Cartagena de Indias con los tamboreros Janer Amarís Orozco y Gabriel Vega Arrieta. ¡Jupa. Jupa! ¡Agarren su pollera y prendan la vela!

Por Juan Pablo Plata / Especial para El Espectador

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
Aceptar