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Rodolfo Enrique Cabral Camiñas, conocido mundialmente por el seudónimo artístico de “Facundo Cabral”, nació un 22 de mayo de mayo de 1937 en La Plata, Buenos Aires, y murió asesinado en Guatemala, el 9 de julio de 2011. Toda una paradoja: un pacificador, en este caso desde el arte, moría de muerte violenta, como algunos de los mentores de sus composiciones: Gandhi; Jesucristo; Martin Luther King.
Lejos de caer en el olvido, en un mundo dividido por el odio, las injusticias y en un contexto de pandemia planetaria, donde la muerte asoma por todas partes, el legado del creador platense recobra una necesaria vigencia. Uno de los afluentes de ese río rumoroso, musical, fresco y sanador que supo generar el recordado juglar, es el disco “Esclavo de la libertad” que Mauro Guiretti comenzó a dar forma hace cuatro años atrás y que finalmente, ahora ve la luz.
El intérprete rionegrino, ha seleccionado once obras que comprenden clásicos como “Vuele bajo”, “No soy de aquí ni soy de allá”; canciones con una fuerte apelación a la esperanza como “Amigo mío” o “Vida sencilla” o la disconformidad con el “desorden” establecido a través de “Pobrecito mi patrón”. Mauro ha contado también con notables artistas invitados.
Tal es caso de Piero, quien lo acompaña en “Hoy es un nuevo día”. Asimismo, el cordobés radicado en Colombia Andy Fierro y el porteño Pablo Fernández, se sumaron a una joya de la autoría de Facundo y del también inolvidable B.B. Muñoz: “Los hijos del padre de la flor”.
Como huésped a la esperanza
Guiretti ha encarado con absoluto respeto esta propuesta homenaje. El artista aporta sus decires en el tono medio de la intimidad, con su particular color de voz, en la que la calidez y la melancolía se fusionan para invitar al oyente, a dejarse conducir por los canales interiores del espíritu.
La visión de la realidad y la mirada de trascendencia; la extraordinaria exaltación de los valores y las cosas sencillas; la invitación constante a buscar los auténticos caminos que llevan hacia la paz y la felicidad que fueron el sello distintivo del mensaje de Facundo Cabral, están condensados en esta placa. No se trata de una propuesta para memoriosos, sino que pone al alcance de las nuevas generaciones, un acerbo que invita, parafraseando a Cabral, a “tener de huésped a la esperanza”.