Metronomy, un reencuentro
La banda inglesa, que estrenó en febrero de este año su más reciente álbum, “Small World”, se presenta este 30 de noviembre en Chamorro City Hall. Un texto sobre el proceso de composición de esta entrega, que estuvo a cargo de Joseph Mount.
Laura Camila Arévalo Domínguez
“Pude tener una vida más normal”, dijo Joseph Mount, compositor y cantante de Metronomy, sobre los días de la pandemia en los que estuvo en su casa con su esposa y sus dos hijos. Contó que fue un tiempo en el que se detuvo, caminó al pub más cercano a tomar cerveza y se ocupó de su jardín. No fue una pausa que planeó, pero que sí disfrutó, y que aprovechó para separarse de los escenarios y darse cuenta de lo mucho que los necesitaba.
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“Pude tener una vida más normal”, dijo Joseph Mount, compositor y cantante de Metronomy, sobre los días de la pandemia en los que estuvo en su casa con su esposa y sus dos hijos. Contó que fue un tiempo en el que se detuvo, caminó al pub más cercano a tomar cerveza y se ocupó de su jardín. No fue una pausa que planeó, pero que sí disfrutó, y que aprovechó para separarse de los escenarios y darse cuenta de lo mucho que los necesitaba.
En varias entrevistas sobre sus tiempos de composición para Small World, el más reciente álbum de Metronomy, habló de sí mismo como una nueva persona. De su nueva etapa siendo un inglés que vivía en Inglaterra y no uno que ansiaba las calles de París. Así se lo dijo a El País, en donde confesó que sus ansiedades también tenían que ver con su futuro como músico, con la unión de su grupo o, mejor dicho, con la alta probabilidad de que se separaran: “Qué pasará con mi vida ahora”, contó que se decía durante los días de aislamiento. “Si amas la música, quieres que tu grupo jamás se disuelva. Y yo, mira, deseo seguir porque es mi vida y porque aún creo que hay mucha gente que no nos conoce y a la que podemos gustar”, agregó.
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A pesar de la incertidumbre propia de aquellos días, en los que era imposible planear, comenzó a producir para que Metronomy no cayera en una pausa de la que cada vez sería más difícil salir creativa y hasta económicamente. Y tuvo que hacerlo como pudo, con las condiciones de aquel presente y por su cuenta: “Tuve que escribir y grabar el disco en solitario. No hay nada que ame más en el mundo que trabajar y grabar en conjunto con la banda, pero en esta ocasión simplemente no se pudo”, le dijo Mount al portal Indiehoy sobre el proceso de composición. “La parte más difícil fue la incertidumbre, todo el tiempo me preguntaba qué iba a hacer con mi vida si no podía salir a tocar nunca más”.
La pausa, los días de contemplación, la infancia de sus hijos, la música, pero no como compositor ni como cantante ni como encargado del show, sino como un simple escucha, como espectador, se le truncaron por una misma angustia, por un interrogante que, como al resto del planeta, se le convirtió en afán, y fue el dinero que estaba dejando de generar para sí mismo, su familia, pero también para los demás integrantes de la banda y las personas que han hecho posible este grupo musical, que salió de los márgenes ingleses con The Englis Riviera, “nuestro mejor álbum”, para Mount.
Así fue como se compuso Small World, entre la nostalgia, la duda, el afán y el amor por la música, que es lo que lo sostiene y mantiene en calma cuando, de gira en gira, pasa meses sin ver a su familia.
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Porque puede que salve el día/ sí, puede que cambie el mundo/ y podrías ser la indicada/ para sacarme de este hoyo/ sí, puede que salve el día. (Cause I might save the day, Yeah, I might change the world/ And you could be the one/ To drag me out this hole/ Yeah, I might save the day), dice la canción Things will be fine, una de las nueve canciones de este trabajo lanzado en febrero de 2022.
Esta invitación a la confianza y la esperanza revela el estado de ánimo de su autor y el tono de los días en los que el líder de la banda compuso un disco para el futuro, que no se sabía muy bien en qué consistiría; para las giras, que no sabía si se darían, y para la banda a la que le hizo (y le sigue haciendo) todas sus apuestas.
Se decidió que la imagen del álbum fuese una fotografía tomada por la madre del vocalista. Y fue una de las decisiones que comenzaron a demostrar la nueva forma en la que Mount comenzó a ver el mundo después de los días de aislamiento: eligió esa imagen porque quería que los demás, al ver la cara del nuevo proyecto, quisieran visitar aquel lugar, pero además quisieran regresar. “Cada vez que veo esta foto me lleva a tiempos mejores, supongo que a mi juventud. Quería tener una imagen que fuera una especie de representación visual del espíritu del disco. La tapa tenía que ser algo que pareciera compuesto, con mucho verde y que te diera ganas de estar ahí, que fuese acogedora. Se suponía que tenía que ser como un cartel de bienvenida, y creo que lo logró”, también le dijo a Indiehoy.
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Con canciones como The look, Love letters, The bay, Love´s not an obstacle y Reservoir” la banda comenzó a cultivar un público fiel a sus mezclas entre el pop y la electrónica, principalmente, que sostuvieron una fidelidad que se reflejará en este concierto en Bogotá en el que ahora serán temas como Right on time, Things will be fine, I have seen enough, del nuevo álbum, las que renovarán el recuerdo para agregarle nuevas imágenes y momentos que, además, contarán con la participación del dúo francés The Blaze.
Los integrantes de Metronomy: Joseph Mount, Oscar Cash, Anna Prior, Olugbenga Adelekan y Michael Lovett, han lanzado los álbumes Pip Paine (Pay The £5000 You Owe), Nights Out, The English Riviera, Love Letters, Summer 08, Metronomy Forever y Small World.
Clasificarlos en algún género es casi un despropósito: así como algunas canciones cuentan con tantos arreglos electrónicos, como para elaborar una imagen de futuro clara y frenética, algunas canciones como I haven seen enough, para hablar del álbum más reciente, evocan nostalgia, lentitud y contemplación, tal y como Mount quería que ocurriera con la foto de la portada de esta entrega.
De ellos dicen que su toque de dance pop es tan claro como el del escritor que ya encontró su voz y podría publicar sin tener que firmar: inconfundibles. Que sus “muestras dulces de folk no truncan su característico synth-pop”. Que su mezcla de estilos podría transportar a quien sea, a donde sea, dependiendo de la intención, pero sobre todo a climas, estados de ánimo propios de la humanidad más cotidiana y proyecciones de futuros inimaginables que solo son posibles al escuchar sus canciones. Esta vez, según Mount, esperan que el público se reconecte con una banda que ya supo de pausas y que las valoró. Que entró a una etapa más consciente y madura. Que ya puede hablar de trayectoria, pero sigue con la misma emoción de los principios, de los reencuentros, de la música en vivo.
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