Murió Pastor López, el nombre propio de la música de diciembre
A los 74 años murió el artista colombovenezolano después de dos días de estar hospitalizado en una clínica en Cúcuta. Su legado es tan extenso como festivo.
Juan Carlos Piedrahíta B.
Pocos músicos como Pastor López han tenido presencia en la mayoría de los hogares colombianos. Tanto así que el artista pasó por desagradecido porque cuando lo convidaban a una casa en Medellín, Cali, Bogotá, Bucaramanga o Cúcuta, el impulso natural del anfitrión era a que la aguja del tocadiscos, el láser del reproductor del cd o el audio en Youtube, aterrizaran en una de sus canciones. Sin embargo, tan pronto comenzaban los vientos característicos a visitar sus oídos, el cantante conocido como El Indio decía sin el menor asomo de vergüenza: “chamo, es que no tienes otra cosita por ahí”. (Le puede interesar: El legado de Pastor López)
El reconocimiento a Pástor López no se le apareció por belleza, ni por cuestión de suerte. En su natal Barquisimeto (Venezuela) le tocó recorrer calles y vericuetos en busca de una oportunidad. A los siete años llegó a sus manos la canción Una flor sin retoño de Pedro Infante y logró hacer una versión un poco más alegre con su cuatro. A esa pieza le siguió La pulguita, un tema acorde con su edad, pero con el que obtuvo idéntico resultado, pues fue a parar a las canecas de todas las emisoras que visitó. La historia se repitió una y otra vez hasta que en 1967, cuando tenía 22 años, supo lo bien que podía sentirse un artista cuando su interpretación lograba un eco.
“Si me llego a casar que no creo ha de ser con una venezolana.../aunque soy un negrito muy feo en amores a mí nadie me gana”, fue su primer verso famoso, sobrenombre atado a la realidad pues sus padres fueron herederos de la tradición de la comunidad Wayúu. Con esta suerte de cumbia, dejó a un lado las versiones de temas mexicanos y buena parte del folclor llanero con el que creció, para encaminarse al estilo tropical, al sonido bailable y al desborde de la rumba de carácter popular. Ese fue, tal vez, su gran mérito porque decidió hablarle al ciudadano común, concentrando sus esfuerzos en un grupo inmenso que no se sentía arropado ni con las manifestaciones musicales foráneas.
Pastor López creó un nicho y aunque sus repercusiones se sienten mucho más en Colombia que en el resto de América Latina, incluida Venezuela en la que según afirmó nunca le dieron un premio importante, en el 2018 completó 28 Navidades y 29 años nuevos fuera de casa debido a su comprometida agenda.
No es gratuito que su tema de presentación dijera: “Yo soy el Indio Pastor como me dicen cariñosamente,/ de toda Colombia son mis canciones y a toda Colombia cantaré”. Y esa premisa la cumplió de la misma manera en que ratificó su corte de pelo desde la década del 70. Con canciones, con actitudes, con la ilusión de tener una casa en los Santanderes, y con el deseo de conquistarlas a todas empezando por los oídos para llegar después hasta los corazones, Pastor López dejó de ser un simple venezolano para convertirse en el venezolano más colombiano del mundo.
Las mujeres, inspiradoras y destinatarias de sus cantos, lo persiguieron como si se tratara de un rockstar. Perdió la cuenta de las damas a las que conquistó, pero lo que sí tuvo muy claro fue que en el planeta hay solo nueve hijos suyos. Las caleñas con su caminar lo hicieron delirar, las cucuteñas se encargaron siempre de sus indumentarias y las paisas -“Este coro tan sabroso que quiero cantarlo hoy/ lo dedico a la antioqueña con todo mi corazón”- le regalaron pretextos para seguir cantando.
Incluso la canción A Bogotá no fue de sus favoritas por el simple hecho de no mencionar a una mujer. “Ese tema es una especie de circunvalación, era un recorrido por todos los barrios de la capital que comenzaba en Las Cruces y terminaba en la sabana. Creo que fue por mí que hicieron el TransMilenio. Pero casi no la canto porque hablar de esa ciudad sin mencionar a sus mujeres, es como visitarla y no reparar en Monserrate”, comentó este personaje que durante sus primeros años en la música fue la figura central de las agrupaciones de Nelson Henríquez, Aníbal Velásquez y Emir Boscán.
Desde que decidió crear Pastor López y su Combo en 1973 ganó en varias oportunidades el premio al artista mejor vestido en los Estados Unidos. Eso lo llenó de orgullo, mucho más que el hecho de estar nominado a los Premios Grammy, para los que se necesitan, según sus propias palabras, 20 mil dólares para llevarse uno a la casa. El galardón por sus anillos, sus collares, sus chaquetas a veces de colores pasteles, y su corte de pelo fueron la ratificación del compromiso diario con sus seguidores, quienes ya tienen un estereotipo de cómo suena su artista, pero también supieron a la perfección de qué manera lució.
“Lo más importante es la gente. Si uno se metió a esto, tiene que morir aquí. Yo desde hace muchos años dejé de tener cumpleaños o días del padre. Mientras yo celebro con el micrófono, los demás brindan con una cerveza”, comentó Pastor López quien murió a los 74 años durante la noche del viernes 5 de abril en Cúcuta, después de estar hospitalizado tres días.
Pocos músicos como Pastor López han tenido presencia en la mayoría de los hogares colombianos. Tanto así que el artista pasó por desagradecido porque cuando lo convidaban a una casa en Medellín, Cali, Bogotá, Bucaramanga o Cúcuta, el impulso natural del anfitrión era a que la aguja del tocadiscos, el láser del reproductor del cd o el audio en Youtube, aterrizaran en una de sus canciones. Sin embargo, tan pronto comenzaban los vientos característicos a visitar sus oídos, el cantante conocido como El Indio decía sin el menor asomo de vergüenza: “chamo, es que no tienes otra cosita por ahí”. (Le puede interesar: El legado de Pastor López)
El reconocimiento a Pástor López no se le apareció por belleza, ni por cuestión de suerte. En su natal Barquisimeto (Venezuela) le tocó recorrer calles y vericuetos en busca de una oportunidad. A los siete años llegó a sus manos la canción Una flor sin retoño de Pedro Infante y logró hacer una versión un poco más alegre con su cuatro. A esa pieza le siguió La pulguita, un tema acorde con su edad, pero con el que obtuvo idéntico resultado, pues fue a parar a las canecas de todas las emisoras que visitó. La historia se repitió una y otra vez hasta que en 1967, cuando tenía 22 años, supo lo bien que podía sentirse un artista cuando su interpretación lograba un eco.
“Si me llego a casar que no creo ha de ser con una venezolana.../aunque soy un negrito muy feo en amores a mí nadie me gana”, fue su primer verso famoso, sobrenombre atado a la realidad pues sus padres fueron herederos de la tradición de la comunidad Wayúu. Con esta suerte de cumbia, dejó a un lado las versiones de temas mexicanos y buena parte del folclor llanero con el que creció, para encaminarse al estilo tropical, al sonido bailable y al desborde de la rumba de carácter popular. Ese fue, tal vez, su gran mérito porque decidió hablarle al ciudadano común, concentrando sus esfuerzos en un grupo inmenso que no se sentía arropado ni con las manifestaciones musicales foráneas.
Pastor López creó un nicho y aunque sus repercusiones se sienten mucho más en Colombia que en el resto de América Latina, incluida Venezuela en la que según afirmó nunca le dieron un premio importante, en el 2018 completó 28 Navidades y 29 años nuevos fuera de casa debido a su comprometida agenda.
No es gratuito que su tema de presentación dijera: “Yo soy el Indio Pastor como me dicen cariñosamente,/ de toda Colombia son mis canciones y a toda Colombia cantaré”. Y esa premisa la cumplió de la misma manera en que ratificó su corte de pelo desde la década del 70. Con canciones, con actitudes, con la ilusión de tener una casa en los Santanderes, y con el deseo de conquistarlas a todas empezando por los oídos para llegar después hasta los corazones, Pastor López dejó de ser un simple venezolano para convertirse en el venezolano más colombiano del mundo.
Las mujeres, inspiradoras y destinatarias de sus cantos, lo persiguieron como si se tratara de un rockstar. Perdió la cuenta de las damas a las que conquistó, pero lo que sí tuvo muy claro fue que en el planeta hay solo nueve hijos suyos. Las caleñas con su caminar lo hicieron delirar, las cucuteñas se encargaron siempre de sus indumentarias y las paisas -“Este coro tan sabroso que quiero cantarlo hoy/ lo dedico a la antioqueña con todo mi corazón”- le regalaron pretextos para seguir cantando.
Incluso la canción A Bogotá no fue de sus favoritas por el simple hecho de no mencionar a una mujer. “Ese tema es una especie de circunvalación, era un recorrido por todos los barrios de la capital que comenzaba en Las Cruces y terminaba en la sabana. Creo que fue por mí que hicieron el TransMilenio. Pero casi no la canto porque hablar de esa ciudad sin mencionar a sus mujeres, es como visitarla y no reparar en Monserrate”, comentó este personaje que durante sus primeros años en la música fue la figura central de las agrupaciones de Nelson Henríquez, Aníbal Velásquez y Emir Boscán.
Desde que decidió crear Pastor López y su Combo en 1973 ganó en varias oportunidades el premio al artista mejor vestido en los Estados Unidos. Eso lo llenó de orgullo, mucho más que el hecho de estar nominado a los Premios Grammy, para los que se necesitan, según sus propias palabras, 20 mil dólares para llevarse uno a la casa. El galardón por sus anillos, sus collares, sus chaquetas a veces de colores pasteles, y su corte de pelo fueron la ratificación del compromiso diario con sus seguidores, quienes ya tienen un estereotipo de cómo suena su artista, pero también supieron a la perfección de qué manera lució.
“Lo más importante es la gente. Si uno se metió a esto, tiene que morir aquí. Yo desde hace muchos años dejé de tener cumpleaños o días del padre. Mientras yo celebro con el micrófono, los demás brindan con una cerveza”, comentó Pastor López quien murió a los 74 años durante la noche del viernes 5 de abril en Cúcuta, después de estar hospitalizado tres días.