Narco rap, la nueva música de los traficantes mexicanos
'El Cartel de Santa' es uno de los grupos que ha desplazado los tradicionales narcocorridos.
Juan Ramón Peña / Efe
No sólo de corridos vive el narcotraficante y, con el cambio generacional y la cada vez mayor juventud de los ejércitos de la droga, algunos comienzan a preferir que les compongan un rap en lugar de un tradicional narcocorrido, dice la agrupación mexicana El Cartel de Santa.
"El nuevo narcotráfico... están 'chavalones' (jóvenes), ya no son esos 'viejones' que les gustaban los corridos", dijo en entrevista con Efe el multitatuado Babo, uno de los tres cantantes de esta formación dedicada al hip hop y rap, considerada entre las más sobresalientes de México.
Hasta ahora, la música considerada como del gusto de capos y sicarios era la llamada "grupera", anclada con fuerza en la tradición popular del norte de México, en la que se incluyen los exitosos narcocorridos.
"He hecho canciones que me han pedido los narcos, hay una ahí que se llama 'El Tigre', en Internet", explicó el rapero, cuyas letras reflejan "el calor del barrio", ahora que la violencia está desbordada en México por la guerra entre carteles.
El trío de raperos, que completan Mono y Darius, viene de una de las zonas con mayor actividad del crimen organizado del país: son originarios del municipio de Santa Catarina, en el estado de Nuevo León, en el convulso y agitado norte de México, que acumula la mayoría de los homicidios en la guerra del crimen organizado.
Babo dice que no rechaza encargos ni revisa lo limpia que esté la hoja de servicios del patrón.
"No me involucro más allá de la música, y no voy a pedir a quien me contrate una carta de antecedentes penales", dijo abiertamente, sin los reparos que muestran muchos artistas y bandas de primera fila cuando se les pregunta si han actuado para narcotraficantes.
Pocos reconocen haber cantado para criminales, como sí lo hizo Paquita la del Barrio. Para evitar ese problema, algunas bandas, como la juvenil RBD, no aceptaban eventos privados.
En una de sus canciones, precisamente, los raperos de Santa Catarina mencionan a Ramón Ayala, leyenda norteña con cuatro Grammys, detenido en diciembre pasado en una fiesta del cartel de las drogas de los Beltrán Leyva a la que asistían sus máximos responsables.
Babo reconoce que "es un riesgo" pero no teme que los alcance el destino "emplomado" de algunos cantantes de corridos: al menos diez han muerto en los últimos tres años por molestar a tal o cuál cartel con sus canciones o frecuentar más a unos que a otros.
Las letras de El Cartel de Santa no giran siempre en torno a lo violenta que está una ciudad por el ruido de las metralletas del narcotráfico, pero beben con intensidad de esa estética de fiesta, rivalidad, drogas y lujo propia del "gangsta rap" estadounidense.
Su música se alimenta de "todo el vaivén de raza (gente)" que cruza la frontera entre Nuevo León y Estados Unidos, "pasaporteados (con documentación) o ilegales", y de los ritmos y las influencias estadounidenses, sostuvo.
En su quinto disco, 'Síncopa', la agrupación incluyó por primera vez una canción en inglés, 'Mobster Paradise' (el paraíso de los mafiosos).
Sin embargo, el artista explicó que "aunque México sea el paraíso de la mafia, aunque se hable de camionetas blindadas, sicarios y armamento, no todos los mexicanos caen bajo el mismo sello".
Babo cumplió condena en la cárcel por el homicidio accidental de un ayudante de la banda, en una trifulca con otra persona. Disparó al suelo, la bala rebotó, y mató al ayudante.
En sus meses en prisión, que lo hicieron "una persona más sencilla" y sin "interés por las banalidades", conoció a las nuevas generaciones de los carteles. La mayoría, dice, tiene entre quince y veinte años, y el más viejo ha cumplido apenas treinta.
Son chicos del barrio, no hay tanto ex policía o "maleante" experimentado como antes, apunta.
"A la raza no le dan jale (trabajo) porque está tatuada, pelona (rapada) o lleva aretes (pendientes); los únicos que les dan jale son estos grupos del crimen organizado", y al final del día "tienes que darle de comer a la familia", concluyó.
No sólo de corridos vive el narcotraficante y, con el cambio generacional y la cada vez mayor juventud de los ejércitos de la droga, algunos comienzan a preferir que les compongan un rap en lugar de un tradicional narcocorrido, dice la agrupación mexicana El Cartel de Santa.
"El nuevo narcotráfico... están 'chavalones' (jóvenes), ya no son esos 'viejones' que les gustaban los corridos", dijo en entrevista con Efe el multitatuado Babo, uno de los tres cantantes de esta formación dedicada al hip hop y rap, considerada entre las más sobresalientes de México.
Hasta ahora, la música considerada como del gusto de capos y sicarios era la llamada "grupera", anclada con fuerza en la tradición popular del norte de México, en la que se incluyen los exitosos narcocorridos.
"He hecho canciones que me han pedido los narcos, hay una ahí que se llama 'El Tigre', en Internet", explicó el rapero, cuyas letras reflejan "el calor del barrio", ahora que la violencia está desbordada en México por la guerra entre carteles.
El trío de raperos, que completan Mono y Darius, viene de una de las zonas con mayor actividad del crimen organizado del país: son originarios del municipio de Santa Catarina, en el estado de Nuevo León, en el convulso y agitado norte de México, que acumula la mayoría de los homicidios en la guerra del crimen organizado.
Babo dice que no rechaza encargos ni revisa lo limpia que esté la hoja de servicios del patrón.
"No me involucro más allá de la música, y no voy a pedir a quien me contrate una carta de antecedentes penales", dijo abiertamente, sin los reparos que muestran muchos artistas y bandas de primera fila cuando se les pregunta si han actuado para narcotraficantes.
Pocos reconocen haber cantado para criminales, como sí lo hizo Paquita la del Barrio. Para evitar ese problema, algunas bandas, como la juvenil RBD, no aceptaban eventos privados.
En una de sus canciones, precisamente, los raperos de Santa Catarina mencionan a Ramón Ayala, leyenda norteña con cuatro Grammys, detenido en diciembre pasado en una fiesta del cartel de las drogas de los Beltrán Leyva a la que asistían sus máximos responsables.
Babo reconoce que "es un riesgo" pero no teme que los alcance el destino "emplomado" de algunos cantantes de corridos: al menos diez han muerto en los últimos tres años por molestar a tal o cuál cartel con sus canciones o frecuentar más a unos que a otros.
Las letras de El Cartel de Santa no giran siempre en torno a lo violenta que está una ciudad por el ruido de las metralletas del narcotráfico, pero beben con intensidad de esa estética de fiesta, rivalidad, drogas y lujo propia del "gangsta rap" estadounidense.
Su música se alimenta de "todo el vaivén de raza (gente)" que cruza la frontera entre Nuevo León y Estados Unidos, "pasaporteados (con documentación) o ilegales", y de los ritmos y las influencias estadounidenses, sostuvo.
En su quinto disco, 'Síncopa', la agrupación incluyó por primera vez una canción en inglés, 'Mobster Paradise' (el paraíso de los mafiosos).
Sin embargo, el artista explicó que "aunque México sea el paraíso de la mafia, aunque se hable de camionetas blindadas, sicarios y armamento, no todos los mexicanos caen bajo el mismo sello".
Babo cumplió condena en la cárcel por el homicidio accidental de un ayudante de la banda, en una trifulca con otra persona. Disparó al suelo, la bala rebotó, y mató al ayudante.
En sus meses en prisión, que lo hicieron "una persona más sencilla" y sin "interés por las banalidades", conoció a las nuevas generaciones de los carteles. La mayoría, dice, tiene entre quince y veinte años, y el más viejo ha cumplido apenas treinta.
Son chicos del barrio, no hay tanto ex policía o "maleante" experimentado como antes, apunta.
"A la raza no le dan jale (trabajo) porque está tatuada, pelona (rapada) o lleva aretes (pendientes); los únicos que les dan jale son estos grupos del crimen organizado", y al final del día "tienes que darle de comer a la familia", concluyó.