Nico Moreno y cómo tocar bullerengue con un jazzista norteamericano
El bogotano Nico Moreno estudia jazz en la Universidad de Nueva York, reconocida como una de las instituciones más importantes para este género. El músico lanzó “Cornerstone”, su álbum debut de jazz, en el que explora desde lo más clásico hasta lo más contemporáneo, con fusiones con ritmos como el bullerengue.
Nico Moreno nació en Bogotá y vive en Nueva York. En la capital del mundo lanzó su primer álbum. Su temprana influencia musical le ha dado, en su primera producción, la facilidad para seguir la línea tradicional del jazz, como el hard bop, como también lo ha motivado a fusionar con otros géneros como el blues, el bossa nova, la samba y el bullerengue.
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Nico Moreno nació en Bogotá y vive en Nueva York. En la capital del mundo lanzó su primer álbum. Su temprana influencia musical le ha dado, en su primera producción, la facilidad para seguir la línea tradicional del jazz, como el hard bop, como también lo ha motivado a fusionar con otros géneros como el blues, el bossa nova, la samba y el bullerengue.
“Es una mezcla de todas las cosas que a mí me gusta”, dijo para referirse a estas mezclas que ha ido perfeccionando con su llegada a la Universidad de Nueva York y con el paso de los años.
Desde el colegio le gustó la improvisación del jazz. Su profesor, Nicolás Garavito, lo influenció cuando le comenzó a mostrar los discos y a contar las historias que había detrás de ellos. Desde entonces sentía la necesidad de vivir en Nueva York y vivirla por él mismo.
Mientras eso pasaba, tocó en una banda de rock desde los 13 hasta los 16 años. Esa influencia le dio para incluir en su álbum un homenaje a Los Beatles y a otros géneros latinoamericanos.
¿Cómo se vive el jazz en Nueva York?
Recuerdo que la primera vez que llegué al parque Washington Square Park, que es un parque reconocido de la ciudad, me encontré con un montón de bandas y todas sonaban increíbles. Eso me voló a la cabeza. El nivel de aquí es demasiado alto. Todos los músicos que están acá es porque han venido de algún otro lugar del mundo para aprender más.
¿Cómo ve la escena en Colombia?
Hay músicos increíbles y es bien particular porque se está dando muy relacionada la música colombiana. A mí me llamó mucho más la atención venir aquí a estudiar jazz tradicional, que es lo que todavía me apasiona: explorar y entender la forma en la que piensan estos improvisadores. Al final se viene pareciendo mucho a la forma en la que una persona es capaz de discutir con otra persona, es muy similar al lenguaje. Digamos que la música clásica es más como leer un discurso y el jazz, más como una conversación con tus amigos. Una conversación muy interesante en la que todos tienen algo que decir y hay espacio para la espontaneidad, para el juego, para el humor.
¿Hay algún género en Colombia que se asemeje al jazz?
De pronto en la Costa hay músicas que son muy libres, que se dieron de manera muy natural en tradición oral como el bullerengue, en donde hay unos músicos con roles definidos, pero otros están improvisando y esa es la esencia del jazz, que lo expande a varios lugares armónicos, melódicos y rítmicos.
Es evidente esa línea tradicional en su disco, por ejemplo, que no recurre a las voces…
Sí, aunque me gustan las canciones con letras. Cuando le añades ese elemento extra de la voz y las letras, se vuelve mucho más complejo y mucho más completo. Puedes expresarte de una manera más tridimensional. En Colombia tenía un grupo con el que tocábamos canciones y ganamos un premio de composiciones. Es algo que estuvo divertido, pero no lo hice mucho, o sea, he compuesto como cinco o seis canciones, pero sí me gustaría tenerlo como una rutina de escritura.
¿Cómo se explica que hoy el jazz tenga tantas inclusiones en géneros muy diversos?
La esencia del jazz es la improvisación. Una vez que tienes este elemento, es bien difícil intentar evitar a los jazzistas clásicos. Aunque el concepto de la improvisación lo puedes encontrar en cualquier otro género. En Colombia hay gente increíble haciéndolo con músicas colombianas y hay muchos tesoros por encontrar.
¿Qué tanto se arriesga a fusionar?
La segunda canción del disco, “La luz verdadera” es un bullerenge con armonías de jazz interpretada por uno de los mejores bateristas de jazz del momento, Colin Stranahan. Le di unas indicaciones muy abiertas y él lo terminó interpretando como lo sentía. Obviamente, es una mezcla con influencias del bullerengue, que es más sencillo, vocal y no tiene armonías, pero el ritmo, el groove y la onda del tema lo hice pensando en el bullerengue.
En pocas palabras, ¿puso a Colin Stranahan a tocar bullerengue?
Sí, pero no le dije que era bullerengue, simplemente le di unas instrucciones muy básicas. Con Colin hicimos un ensayo y después fuimos al estudio y esa es la forma en la que se hace aquí, porque el nivel musical es muy alto y no hay necesidad de ensayar. Hicimos un ensayo y tuve poco tiempo para explicarle cómo funcionaba la cosa. Le dije que se parecía al “second line”, un ritmo de New Orleans, y le di indicaciones en términos musicales. Escuchó el tema y empezó a tocar cosas increíbles.