Pablo Milanés: de qué poética manera...
El cantautor de 79 años, uno de los fundadores del movimiento de la nueva trova cubana, murió durante la madrugada de este 22 de noviembre en Madrid, España. Por inconvenientes en su salud interrumpió su gira “Días de luz”.
Pablo Milanés no solo era un artista, era un vínculo que logró conectar dos estilos de vida: el filin (feeling) y la trova cubana. No es gratuito que este cantautor nacido en Bayamo (Cuba) en 1943 tenga en su haber la primera composición de lo que se conoció más adelante como trova.
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Pablo Milanés no solo era un artista, era un vínculo que logró conectar dos estilos de vida: el filin (feeling) y la trova cubana. No es gratuito que este cantautor nacido en Bayamo (Cuba) en 1943 tenga en su haber la primera composición de lo que se conoció más adelante como trova.
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Esta creación se llama Mis 22 años y es, para los melómanos consagrados y los compañeros de gesta de Pablo Milanés, el debut de un naciente estilo de sonoridad que en las décadas de los 60 y 70 logró tener un eco importante en todas las plazas de Iberoamérica.
Para Milanés, que en 1965 tenía 22 años, el hecho de crear un aire musical y establecer el nexo vital entre varias generaciones en la mayor de las Antillas resultaba siendo algo simplemente anecdótico. Según el artista, estuvo en el momento adecuado y en el instante ideal.
Sin embargo, más allá de eso, Mis 22 años tiene la magia de reflejar, casi como una radiografía, lo que estaba viviendo Cuba en un momento específico y cómo un joven rural, hijo de un militar (Ángel Milanés) y una modista (Conchita Arias) lo compartía a través de la música. Desde ahí, Pablo Milanés tuvo el acierto de poner en íntima conversación a la poesía, a la música y al entorno social y político.
En un momento en el que el mensaje comandaba las ideas en la música, Pablo Milanés innovó y al lado de otros pioneros como Noel Nicola, Silvio Rodríguez y, más adelante con el respaldo de Vicente y Santiago Feliú, Sara González y Amaury Pérez, creó las bases de un movimiento artístico que revolucionó todo el espectro de América Latina y España. La nueva trova cubana tomó aire y logró hablarles a los oídos a unos jóvenes que empezaron a cuestionarse las decisiones gubernamentales, los procesos sociales y las implementaciones políticas.
Milanés aprendió a tocar piano y guitarra, y desde la sensibilidad adquirida por su gusto por el bolero, el son y demás propuestas musicales de Cuba se dedicó a explorar los mecanismos con los que esos ritmos tan cadenciosos podrían arropar historias de corte social. El encanto lo tenía impregnado la isla desde sus entrañas sonoras, pero faltaba que el mensaje también fuera consecuente con lo que se estaba viviendo en cada esquina de La Habana y en las principales localidades de Cuba.
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El filin (feeling) tenía en Pablo Milanés a un versátil exponente, pero el cantautor estaba dispuesto a mirar para adelante sin perder la referencia del pasado. Su voz generosa podía pasearse por la multiplicidad de estilos de la isla, pero el artista quería dominar su propia forma de comunicación, y la trova le otorgaba la posibilidad de relatar los hechos acompañado solamente con los acordes de una guitarra, lo que se conoce como el formato de trovador nato que tanto se ha explorado desde los ya lejanos años 60
La destreza en la guitarra y las preocupaciones políticas se multiplicaron en Pablo Milanés durante su etapa en el servicio militar. El cantautor fue conducido, en contra de su voluntad, a la denominada UMAP, una entidad que obligaba a los jóvenes a realizar trabajos de campo y cuya especialidad eran los homosexuales, los religiosos y aquellas personas con poco interés en los contenidos revolucionarios. La intención, según manifestó Milanés en un documental sobre su vida, era reeducarlos. Sin embargo, él aprovechó el tiempo para seguir coqueteando con la música y para exhibir sus dotes como intérprete.
Una de las características de Pablo Milanés se relaciona con su interés de nunca mermar su aprendizaje. Hasta sus últimos momentos se dejó guiar por la poesía después de conocerla a la perfección al musicalizar versos de consagrados escritores, como Nicolás Guillén, José Martí y César Vallejo. La literatura le sirvió de pretexto para escribir mejor y para ser más riguroso con las historias expuestas desde el movimiento de la nueva trova cubana. Su argumento era que el relato tenía que sustentarse por él solo al contar únicamente con el respaldo de la guitarra.
Siguió aprendiendo también en la interpretación vocal y puso al servicio de la corriente trovadoresca el que fue su instrumento prioritario: la voz. Con destreza, Milanés saltaba de un movido son a una nostálgica balada y de ahí regresaba a las manifestaciones latinas sin despeinarse su tradicional afro. Durante los primeros años de ejercicio artístico y revolucionario, él fue una de las voces de autoridad, aunque después se desmarcó radicalmente del gobierno y llegó hasta criticarlo desde países como México y España, donde permanecía durante extensas temporadas.
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Más de 40 álbumes grabados, cientos de canciones, galardones como dos Grammy Latinos por mejor álbum de cantautor (2006) y a la excelencia musical (2015), así com un número indeterminado de fanáticos en todo el mundo, hacen de Pablo Milanés un símbolo imborrable de la música en Iberoamérica.
Colaboraciones con Joan Manuel Serrat, Luis Eduardo Aute, Ana Belén y Víctor Manuel, así como sus interpretaciones con Noel Nicola y Silvio Rodríguez, de quien se alejó también desde hace varios lustros, confirman la incidencia que tuvo este cantautor dentro del desarrollo de la música.
La osteoporosis lo obligó a cantar sentado desde los 90, mientras que los efectos de una serie de infecciones recurrentes en su estado de salud hicieron que cancelara su gira “Días de luz” en territorio español y en República Dominicana.
Pablo Milanés murió durante la madrugada del martes 22 de noviembre en Madrid, España, después de varios días de hospitalización. Hoy más que nunca reviven canciones emblemáticas en su voz como Yo no te pido, Yo pisaré las calles nuevamente, Yolanda, El breve espacio en que no está y Pobre del cantor, pero sobre todo surge el verso De qué callada manera, que en el caso de Milanés se transforma en una certeza: “De qué poética manera se nos acercó usted sonriendo”.