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El rockero venezolano Paul Gillman dice que tiene un récord mundial. “Fui el primer artista invitado y des invitado en la historia de los festivales de rock en el mundo”. A lo que hace referencia sucedió en mayo de 2017. A un par de meses del inicio de la edición 23 de Rock al Parque, el Instituto Distrital de las Artes, Idartes, anunció que el músico de Caracas ya no formaría parte del cartel del evento al que ya había sido invitado. Se argumentaron razones de orden público.
“En los últimos días, se creó una campaña de desprestigio contra la participación del artista, lo cual pone en riesgo el buen funcionamiento del festival y la seguridad de quienes participan en él, de los artistas y del público”, indicó en un comunicado el instituto.
“Siendo este un tema de orden público; es esta y no otra la razón que lleva al Idartes a tomar la decisión de cancelar la presentación de Gillman en el festival de este año; esperando poder contar con él en futuras versiones. Los Festivales al Parque son apolíticos y el Idartes, como entidad organizadora, respeta las posiciones de los artistas invitados”, agregó la entidad.
Para entonces Venezuela atravesaba una aguda crisis política y social. Multitudinarias marchas a favor y en contra del gobierno de Nicolás Maduro se registraron en Caracas durante meses. Según cifras del Observatorio Venezolano de Violencia, ese año se registraron 26.616 muertes violentas en ese país.
El informe señaló que 5.335 personas murieron a manos de la Policía y otros cuerpos de seguridad, mientras que 5.035 fallecieron violentamente sin que se abrieran expedientes ante tribunales.
“Venezuela permanece como el segundo país más violento de la Tierra”, dijo entonces el profesor Roberto Briceño León, del Observatorio Venezolano de Violencia, que realizó el estudio junto con investigadores de las principales universidades del país vecino.
El informe indicó que en 2017 cada semana fallecieron 106 personas por acciones de funcionarios policiales o militares, pero la mayoría no aparecen en estadísticas oficiales. “La opacidad en las cifras del gobierno se correlaciona con una tasa de impunidad del crimen en general que llega al 90%. Esta va más allá del homicidio; según Amnistía Internacional, el 98 % de los casos de violaciones de derechos humanos y el 92 % de los delitos comunes también quedan sin juicio en Venezuela”.
En medio de ese contexto violento, Paul Gillman, quien desde siempre ha mostrado su afinidad con las ideas políticas del expresidne Hugo Chávez y ahora con las del presidente Nicolás Maduro, fue incluido en el cartel de Rock al Parque, una invitación que fue cuestionada por lo que Gullman representa: un rockero chavista de hueso colorado que no cuestionó los excesos de la fuerza pública. “Fue una falta de taming. No era el momento para esa invitación”, le dijo a El Espectador uno de los responsables de la logística de Rock al parque de ese entonces.
“Me parece totalmente inaceptable que dentro de un festival pagado por el gobierno esté una persona que apoya el régimen de Maduro, entonces desaté este debate y afortunadamente en tres días se solucionó el tema, Idartes entro en razón, entendió el peligro de Maduro y lo retiró del festival. Además, que es un problema de seguridad porque en el parque 80 mil personas metidas ahí oyendo a Maduro, se puede desarrollar una batalla y eso también era un problema serio”, dijo entonces Julio Correal, uno de los fundadores del festival.
El tema escaló y se configuró como parte de la narrativa de las entonces tensas relaciones diplomáticas entre Colombia y Venezuela.
“El Ministerio del Poder Popular para Relaciones Exteriores a través del Despacho del Viceministro de Comunicación Internacional, expresa su más absoluto repudio a la decisión de autoridades municipales de la ciudad de Bogotá, República de Colombia, quienes de forma inexplicable y bochornosa han decidido excluir al cantante y músico venezolano Paul Gillman, cultor del género rock, de un importante festival musical que se lleva a cabo en dicha ciudad, al cual había sido previamente invitado.
Deploramos esta actitud políticamente motivada, que demuestra una visión intolerante, excluyente y que extiende la agenda hostil y de agresión contra el gentilicio venezolano que se ejecuta desde Colombia, manifestada esta vez hacia uno de los más exitosos y reconocidos cultores del rock latinoamericano, cuya trayectoria en el género lo convierte en una referencia más allá de nuestras fronteras”, dice el comunicado que expidió la cancillería venezolana.
Siete años después de ese incidente, Paul Gillman regresa a Bogotá. De nuevo invitado por una entidad pública. Esta vez es el Ministerio de Cultura quien trae al rockero venezolano para que participe en la primera edición del Paz Rock, concierto que se llevará a cabo en la Plaza de Bolívar este viernes.
Gillman sigue siendo un soldado de la revolución chavista. El Espectador habló con él.
“Actualmente, hay un renacimiento en Venezuela impulsado por la gente, pese a las sanciones de Estados Unidos. No somos una amenaza para ese país. No tenemos portaaviones, ni bombas atómicas y los presidentes han repetido eso. ¿Qué les hemos hecho? Simplemente, tener una ideología propia y un gobierno elegido por nosotros mismos en más de 30 elecciones. ¿Qué más democracia quieren?
Es imposible hacer trampa. Es un sistema democrático ajustado. Hay veedores internacionales y se le abre la puerta a todo el mundo para que vaya a Venezuela y vea la realidad. Hay una explosión económica impresionante y estamos llenando conciertos con los artistas más grandes del mundo. Es otra Venezuela, pero las corporaciones mediáticas venden una Venezuela que no existe”.
¿Por qué cree que no lo dejaron cantar en Rock al parque en 2017?
“Yo defiendo lo mío y no me interesa a quien le guste o no. Fui el primer artista invitado y des invitado en la historia de los festivales de rock en el mundo, cosa que le agradezco a la persona que se empeñó en que esto sucediera, en contra de la opinión de muchos fanáticos. Eso fue injusto porque en Rock al parque se han presentado muchísimos grupos de izquierda, pero la cosa fue contra mí.
Y esa decisión la tomó una persona que no voy a nombrar, que yo no le era a fin a sus pensamientos, a sus ideas de ultraderecha y había un gobierno de ultraderecha. Dos y dos son cuatro. Lo único que iba a hacer era cantar mis canciones. Ya ahora no vengo a dar discursos políticos, ni a convencer a nadie de nada. Vengo aquí a cantar. Hay que saber separar el artista, del ser humano, y eso es lo único que yo pido, que se haga justicia con eso”.
Recientemente, fue condecorado por el ejército de Venezuela, ¿por qué fue condecorado? ¿Y por qué se habló de nazismo en esa condecoración?
En Venezuela tuvimos la suerte de tener al capitán Carlos Otto Meyer Baldó, de Maracaibo. Fue un as de la aviación de la Primera Guerra Mundial.
En la Primera Guerra Mundial existió un escuadrón muy famoso, que fue el escuadrón del Barón rojo, el más grande piloto alemán de la época y él tenía un escuadrón que se llamaba el Circo volador y allí estaba el “Perro babiante”, el avión del capitán Meyer Baldó, quien se ganó dos cruces de hierro, por eso yo canto a veces con las cruces de hierro y mi automóvil la tiene dibujada. Simplemente, le hago honor a quien honor merece. Él fue enterrado en Venezuela y fue el padre de la aviación venezolana.
Me siento muy orgulloso de haber sido el primer civil de haber recibido una de las más grandes condecoraciones militares de Venezuela, que es la orden Carl Meyer Baldó y me fui con una réplica del uniforme de Carlos Otto Meyer Baldó, porque soy coleccionista de uniformes de la Primera y Segunda Guerra Mundial y me llevé mi cruz de hierro, como él la usaba, sí lo hice, pero no es nazi.
Las cruces de hierro vienen de siglos atrás. Desde los caballeros templarios y si les tienen miedo, no vayan al Vaticano porque está llena de cruces de hierro, incluso el papa usa una”.
Sobre la primera edición del PazRock
Este viernes 12 de abril, se llevará a cabo, en la Plaza de Bolívar de Bogotá, la primera edición de PazRock, un escenario que busca evidenciar el potencial de la música como vehículo para la expresión de la voluntad de paz.
Ritmos propios del rock y de la música de territorios como Tumaco y Montes de María representarán un llamado a la reflexión alrededor de todas las formas de violencia, desde la sensibilidad y la potencia evocadora de los lenguajes del arte.
Las agrupaciones invitadas son Verito Asprilla, Plu con Pla, Bullenrap, La Muchacha y el Propio Junte, Wonderfox, La Chancha Muda, Kchiporros, Panteón Rococó, Gillman, Las Poker, A.N.I.M.A.L., The Casualties y La Pestilencia hacen parte de una programación que se extenderá desde el mediodía hasta las 11:00 de la noche, con entrada libre para todas las personas mayores de 14 años.
PazRock es una iniciativa del ministro de las Culturas, las Artes y los Saberes, Juan David Correa, y desarrollada por la Estrategia de Cultura de Paz, que lidera la viceministra de los Patrimonios, las Memorias y la Gobernanza Cultural, Adriana Molano, con el apoyo del Centro Nacional de las Artes Delia Zapata Olivella.
En este sentido, la acción hace parte de los esfuerzos del Ministerio por reconocer y potenciar el carácter político y transformador del arte en el cuidado de todas las formas de vida.
De acuerdo con Chucky, director artístico PazRock, si bien han existido conciertos de paz en el pasado, este festival es distinto, en tanto “tiene un relato de paz bastante diferente y enfocado en la convivencia, en las otras violencias… y en crear, definitivamente, un diálogo entre los artistas de nuestros territorios y los artistas internacionales que van a hacer parte de la programación”.
Se recomienda a los y las asistentes al concierto no vestir ni llevar prendas o accesorios alusivos a equipos de fútbol, ni ingresar bengalas u objetos contundentes.
La sede de la próxima edición de PazRock será anunciada en tarima, ese viernes 12 de abril, al final del evento.