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Pete Seeger y la historia de "Guantanamera"

Murió el cantante norteamericano símbolo del folk, momento para recordar que esta canción no fue conocida en el resto del mundo hasta cuando él la cantó en el Carnegie Hall.

Bernardo Vasco, Especial para El Espectador
29 de enero de 2014 - 04:45 p. m.
Pete Seeger y la historia de "Guantanamera"
Foto: EFE - SKIP BOLEN

El 8 de junio de 1963, en el legendario teatro Carnegie Hall, de Nueva York, el cantante Pete Seeger cerró el concierto de esa noche con una canción que había escuchado semanas atrás en Cuba durante un campamento de verano y que le pareció "muy folclórica". "En realidad, diría Seeger años después, se trataba de una melodía pegajosa, un estribillo que decía "guantanamera, guajira guantanamera"; tan sólo eso.
Para la ocasión, y por sugerencia del compositor hispano cubano Julián Orbón, Seeger tomó algunas cuartetas de los versos sencillos de José Martí y los acondicionó a la melodía:

"Yo soy un hombre sincero/
de dónde crece la palma/
y antes de morirme quiero/
echar mis versos del alma".

A partir de aquella noche memorable, la canción rodó por todo el mundo. Ese mismo año de 1963 vinieron las versiones del trío californiano The Sandpippers y del francés Joe Dassin. La Guantanamera se convirtió en un éxito sin precedentes.

La historia de esta canción -quizás la melodía cubana más famosa después de "El Manicero"- comenzó en 1928, cuando el compositor y cantante Joseíto Fernández la compuso para despedir sus presentaciones en el radioteatro de la emisora CMQ, junto a la orquesta de Alejandro Rivero. Al principio, esta guajira-son era un tema más del repertorio, que le servía a Joseíto para improvisar décimas y estrofas picantes, siempre versificadas, en vez de las acostumbradas interpretaciones de rumbas con las que cerraban los programas radiales cubanos. Gracias a la popularidad de la tonada, algunas empresas de publicidad habaneras empezaron a usarla para acompañar los anuncios y, posteriormente, para narrar sucesos de crónica roja. En realidad, era una especie de “gaceta cantada” que el juglar siguió en el programa El suceso del día, incluso después de la Revolución; de tal manera que la Guantanamera se incorporó, entonces, a reseñar hechos de la nueva realidad política.

A pesar de que Fernández grabó en 1945 una canción llamada "El canto del sinsonte", con la cual dio a conocer por primera vez aquellas improvisaciones, y en la que -curiosamente- el flautista era el tío abuelo de la cantante Gloria Estefan, el músico José Fajardo, la Guantanamera no fue conocida en el resto del mundo hasta cuando Seeger la cantó en el Carnegie Hall.

Como anécdota curiosa, en 1971 -casi diez años después de popularizar la Guantanamera- Seeger escuchó de boca de Joseíto la historia de la canción, durante un encuentro entre los dos compositores en La Habana en el que resolvieron hacer las “paces”, puesto que el cubano había demandado al estadounidense por violar los derechos de autor de la composición y de no reconocerle el mérito por ser el creador de la famosa melodía. Lo paradójico del asunto es que, tras minuciosas investigaciones recientes, algunos musicólogos cubanos creen que la melodía ni siquiera fue invención de Fernández sino que surgió espontáneamente a principios del siglo XX de la mano, y de las voces, de anónimos juglares campesinos; es decir, de viejos trovadores santiagueños. Pero esa es otra historia.

Por Bernardo Vasco, Especial para El Espectador

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