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Quincy Jones, el “maestro orquestador”

De Count Basie y Frank Sinatra, a Michael Jackson y Lena Horne. Jones, que falleció el lunes 4 de noviembre a sus 91 años, revolucionó la producción musical y superó las barreras raciales al convertirse en vicepresidente de Mercury Records a principios de los 60. Fue uno de los productores más influyentes en la música estadounidense y dejó un legado imborrable en la industria.

05 de noviembre de 2024 - 12:00 p. m.
La lista de sus honores y premios llena 18 páginas en su autobiografía de 2001 “Q”, incluyendo 27 Grammys en ese momento (ahora 28), un premio honorífico de la Academia (ahora dos) y un Emmy por “Roots”.
La lista de sus honores y premios llena 18 páginas en su autobiografía de 2001 “Q”, incluyendo 27 Grammys en ese momento (ahora 28), un premio honorífico de la Academia (ahora dos) y un Emmy por “Roots”.
Foto: EFE - ALESSANDRO DI MEO
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“Si a un álbum le va mal, todo el mundo dice ‘fue culpa de los productores’, así que si le va bien, también deberían decir lo mismo”, dijo el compositor, productor y arreglista estadounidense Quincy Jones en una entrevista con la Biblioteca del Congreso en 2016. Y tenía razón. Desde que comenzó en la industria musical, Jones se enfrentó a un universo repleto de retos, pero eso no lo asustó. Siguió persiguiendo su sueño hasta encontrarse cara a cara con leyendas de la música como Frank Sinatra y Michael Jackson, exploró la composición de bandas sonoras para películas y también fue cantante.

Desde niño en las calles de Chicago, en Estados Unidos, Jones se dejó seducir por la música como forma de escape ante la hostilidad de su entorno. Hizo parte de varias bandas de jazz sin imaginar que iba a convertirse en uno de los primeros ejecutivos afrodescendientes que prosperaron en Hollywood. Era un sueño que gracias a su talento se convirtió en realidad.

A los 14 años se mudó con su familia a Seattle y comenzó a tocar la trompeta en clubes de soul. Le apasionaban algunos instrumentos, pero también le gustaba escribir. En 1950 viajó a Nueva York, comenzó a componer y hacer arreglos siguiendo su pasión por el R&B y el jazz, y fue allá donde conoció a Thelonious Monk, Charlie Parker, Billie Holiday, Gene Krupa, Miles Davis y se reencontró con uno de sus mejores amigos, Ray Charles, a quien había conocido en Seattle cuando era adolescente.

Su carrera despegó a tal nivel, que para 1961, el productor fue nombrado vicepresidente de la disquera Mercury Records, trabajando con artistas como Peggy Lee, Tony Bennett y Sarah Vaughan. Jones había de jado de ser el artista de clubes nocturnos, para convertirse en una pieza clave de la producción musical estadounidense. Dos años después de asumir el cargo, recibió su primer premio Grammy por los arreglos de “I Can’t Stop Loving You”, grabado por la Count Basie Orchestra. A ese galardón le seguirían otras casi 80 nominaciones más.

El productor detrás del éxito de Michael Jackson

Jones y Jackson se conocieron cuando el artista tenía 12 años y hacía parte de “The Jackson 5″. El acercamiento no fue significativo, hasta que el ‘Rey del pop’ cumplió 19 años y hacía parte del elenco de una versión moderna de “Mago de Oz”, de la que Jones era director. En ese momento, Jackson estaba pensando seriamente en comenzar su carrera como solista y le pidió el favor de ayudarlo a encontrar un productor para la nueva etapa musical que iba a comenzar con la disquera Epic. Quincy Jones se ofreció a ayudarlo, pero la compañía no lo aceptó.

Después de insistir, Jackson y su equipo lograron que Jones fuera su productor. Se propuso a hacer del cantante el fenómeno musical que todos conocemos. “Off the wall”, el quinto álbum de estudio que Jackson lanzó en 1979, fue un éxito. La producción estuvo a cargo de Jones y se vendieron más de 20 millones de copias en todo el mundo.

Todo iba mejor de lo que ambos habían llegado a imaginar, pero no se comparaba con el éxito que les esperaba. En 1982, el mundo conoció “Thriller”, el sexto álbum de estudio del cantante. “Beat It”, “Billie Jean”, “The Girl Is Mine” y su canción homónima ocuparon los primeros puestos de Billboard Hot 100.

Jones y Jackson crearon un paisaje sonoro global a base de música disco, funk, rock, pop, R&B, jazz y cantos africanos. Para “Thriller”, algunos de los toques más memorables partieron de Jones, que reclutó a Eddie Van Halen para un solo de guitarra en “Beat It”, que fusiona géneros, y trajo a Vincent Price para una macabra voz en off en la canción principal. “Thriller” vendió más de 20 millones de copias sólo en 1983 y ha competido con “Greatest Hits 1971-1975″ de los Eagles, entre otros, como el álbum más vendido de todos los tiempos.

Pero la historia no termina ahí. En 1987 llegó “Bad”, el séptimo álbum de Jackson también producido por Jones. “Bad” no fue solo un álbum de música para bailar en las discotecas. Abrió discusiones al poner temas como el sesgo mediático, la paranoia, la discriminación racial, el romance, la superación personal y la paz mundial sobre la mesa. Rock, funk, R&B, dance, soul y hard rock fueron los géneros que este álbum exploró de la mano de Jones, logrando vender más de 25 millones de copias en todo el mundo.

Luego de tanto éxito, Jackson y Jones comenzaron a distanciarse por diferencias creativas. El cantante consideró que el productor ya no estaba sintonizado con su estilo, y duraron varios años sin trabajar juntos. Cuando el ‘Rey del Pop’ murió, Jones reveló que estaban trabajando juntos de nuevo y tenían planes para lanzar música juntos, pero el tiempo no les alcanzó.

Éxitos y reconocimientos

Jones estuvo en compañía de presidentes y líderes extranjeros, estrellas de cine y músicos, filántropos y empresarios. Hizo giras con Count Basie y Lionel Hampton, arregló discos para Sinatra y Ella Fitzgerald, compuso las bandas sonoras de “Roots” e “In the Heat of the Night”, organizó la primera toma de posesión del Presidente Bill Clinton y supervisó la grabación de “We Are the World”, el disco benéfico de 1985 para paliar la hambruna en África. Lionel Richie, coautor de “We Are the World” y uno de los cantantes participantes, llamó a Jones “el maestro orquestador”.

La lista de sus honores y premios llena 18 páginas en su autobiografía de 2001 “Q”, incluyendo 27 Grammys en ese momento (ahora 28), un premio honorífico de la Academia (ahora dos) y un Emmy por “Roots”.

También recibió la Legión de Honor de Francia, el Premio Rudolph Valentino de la República de Italia y un homenaje del Kennedy Center por sus contribuciones a la cultura estadounidense. Jones fue objeto de un documental en 1990, “Listen Up: The Lives of Quincy Jones” y de una película de 2018 de su hija Rashida Jones. Sus memorias le convirtieron en un autor superventas.

Una infancia difícil

Nacido en Chicago en 1933, Jones citaba los himnos que su madre cantaba en casa como la primera música que recordaba. Pero recordaba con tristeza su infancia, y en una ocasión dijo a Oprah Winfrey que “hay dos tipos de personas: las que tienen padres o cuidadores cariñosos, y las que no. No hay nada en medio”. La madre de Jones sufría de problemas emocionales y acabó ingresada en una clínica, una pérdida que hizo que a Quincy el mundo le pareciera “sin sentido”. Pasó gran parte de su tiempo en Chicago en la calle, con bandas, robando y peleando.

La música lo salvó. De niño, se enteró de que un vecino de Chicago tenía un piano y pronto lo tocó constantemente. Su padre se trasladó al estado de Washington cuando Quincy tenía 10 años y su mundo cambió en un centro recreativo del barrio. Jones y unos amigos habían entrado en la cocina y se habían servido un postre de limón cuando Jones se fijó en una pequeña habitación cercana con un escenario. En el escenario había un piano.

“Me acerqué, me detuve, me quedé mirando y luego lo toqué un momento”, escribió en su autobiografía. “Ahí empecé a encontrar la paz. Tenía once años. Supe que esto era para mí. Para siempre”, sostuvo Jones.

En pocos años ya tocaba la trompeta y entabló amistad con un joven músico ciego llamado Ray Charles, que se convirtió en su amigo para toda la vida. Tenía talento suficiente para ganar una beca en el Berklee College of Music de Boston, pero la abandonó cuando Hampton le invitó a hacer una gira con su banda.

Jones trabajó como compositor independiente, director de orquesta, arreglista y productor. En su adolescencia fue telonero de Billie Holiday. En sus 20 años ya estaba de gira con su propia banda.

“Teníamos la mejor banda de jazz del planeta y, sin embargo, nos moríamos literalmente de hambre”, declaró Jones más tarde a la revista ‘Musician’. “Fue entonces cuando descubrí que existía la música y existía el negocio de la música. Si quería sobrevivir, tendría que aprender la diferencia entre ambos”, recordó.

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