Rafael Santos, el alfil de la dinastía Díaz

Cuando vi que en Rock al Parque habían hecho un pogo del vallenato de “Un osito dormilón” no me sorprendí porque había visto antes muchos pogos en el vallenato sin la necesidad de versionarlos en otro género. En las casetas me golpeaban en serio, volaban sillas Rimax, siempre blancas, y cualquier objeto que se apareciera en el medio.

Cuando vi que en Rock al Parque habían hecho un pogo del vallenato de “Un osito dormilón” no me sorprendí porque había visto antes muchos pogos en el vallenato sin la necesidad de versionarlos en otro género. En las casetas me golpeaban en serio, volaban sillas Rimax, siempre blancas, y cualquier objeto que se apareciera en el medio.

Eso pasaba con cualquier artista del género, pero con Diomedes Díaz era una euforia extraña, según cuentan las anécdotas. Luego había visto un pogo en versión punk de la canción “La plata”, un tema diversamente versionado y que sea quizás el que represente a cualquier colombiano promedio por la forma en como la gente lo apropia en alguna fiesta. Ese pogo vallenato lo vi por primera vez en Barranquilla con la agrupación de Cielito Drive, que nunca lo deja por fuera de su repertorio rock y punk.

Esa versión, que inicialmente podría sonar extraña, y varias ideas previas, me llevaron a una pregunta que ya había fluctuado en algunas conversaciones triviales, que suelen ser las mejores, y en otras no tan triviales. Hace poco conversé con Rafael Santos, el hijo mayor de Diomedes Díaz, a quien no dudé en trasladarle la duda.

— ¿Cree que Diomedes fue un rockstar o un popstar?

— Creería que los dos juntos, respondió de manera salomónica o resolutiva.

“El Cacique” ganó 22 discos de Oro, 23 de Platino, 13 de Doble Platino, 3 Quíntuple Platino, un Grammy Latino y vendió más de 70 millones de copias de discos que facilmente lo pueden ubicar como un popstar colombiano. También tuvo la vida llena de sexo, drogas, excesos e incluso fue sentenciado por la muerte de Doris Adriana Niño. Estuvo en cárcel tres años, y a su salida de prisión llenó el estadio El Campín, en Bogotá, en una época en la que la mayoría de músicos que lo llenaban eran estrellas de rock internacionales. Luego se enfermó.

Rafael Santos es el primer hijo de Diomedes, con Patricia Acosta, y es quien ha llevado la batuta de la dinastía durante algún tiempo. Diomedes le había dicho que era él quien debía encargarse de los asuntos del hogar y la familia.

“Él me entregó en sus manos diciéndome que lo representara. Me dijo: “Yo necesito que usted salga y represente a la familia. Trabaje y mantenga todo, porque yo no sé si de esta me voy a levantar otra vez”.

— Usted interpretó a su papá no solo como la cabeza de la familia, sino también en la actuación, ¿qué tanto le costó?

A mí me funcionó y me funciona la actuación, porque soy espontáneo. Hay muchas cosas naturales en las que me parezco mucho a mi papá, y entonces eso me facilitó para entender al personaje: sus gestos, sus emociones, sus complejidades.

— ¿La actuación le ha entregado algo que la música no?

— En vez de que la actuación me haya entregado, creo que le he aportado un poquito al arte colombiano en estas actuaciones. No soy sobreactuado, no necesito hacerlo. Si me ponen un papel de mi padre, me sale natural; si me ponen un papel de mí mismo, me sale natural también, dice entre risas. Pensé que iba a ser yo, así como soy yo, pero los libretistas toman otras decisiones.

Cuando Rafael Santos grabó su primer papel, representando a su padre en la bionovela de Rafael Orozco, que se grabó en el clásico Colegio Nacional Loperena en Valledupar, yo estudiaba allí y un día el director de extras entró a mi salón a escoger a estudiantes que sirvieran para el relleno. Al otro día estaba grabando con Santos y tuvimos escenas que se tenían que repetir más de 10 veces. Interpretar a Diomedes no es nada fácil.

Tenía unos 15 años y era la misma edad en la que Santos dejó su colegio para dedicarse a representar la dinastía de los Díaz, por petición de su padre, mientras estaba postrado en una cama a causa del Guillain Barré. Santos hoy sigue sacando la cara por su padre y la familia, y piensa hacer un disco con los éxitos de Diomedes en otros géneros, como el merengue y el regional mexicano.

Wilfrido Vargas tenía pensado hacer la versión de esta canción con el mismo Diomedes Díaz, que nunca se concretó, según contó Rafael Santos. Entonces le propuso al dominicano hacer un homenaje y fusionar con algunas de sus canciones referentes. Él escogió “El baile del mono”, que también hace alusión al dinero.

— Para Rafael Santos, ¿cuál es la canción que canta Diomedes que mejor represente al colombiano?

— “El sentir de mi pueblo”, una canción de Marciano Martínez, que le quedó a la perfección, porque tiene el sentimiento campesino.

Diría, sin dudar, que la canción que mejor representa a Diomedes es “La plata”, la canción más rock que se le podría escuchar a un músico vallenato y que, a pesar de que la compuso el maestro Calixto Ochoa, se apropió de ella en su vida. En Valledupar siempre se escuchaban las historias del Diomedes que regalaba dinero en la calle, que el mismo Rafael Santos presenció. Un tipo que realmente no le importaba la plata que no disfrutaría después de muerto ni cuántas copias de discos vendía. Le importaba el ahora, el baile, la bebida y las mujeres.