Ray Barretto: 15 años sin las “Manos Duras”
El percusionista, que murió el 17 de febrero de 2006 en Nueva Jersey, ganó un premio Grammy con su álbum “Ritmo en el corazón” y fue merecedor del Jazz Masters de la National Endowment of Arts, el reconocimiento más importante al que puede aspirar un jazzista.
Robert Téllez / Especial para El Espectador
En 2016 vio la luz Ray Barretto: fuerza gigante, libro en el que, de manera atrevida, plasmé, luego de años de investigación y numerosas conversaciones con músicos, compositores y cantantes, el primer acercamiento a la extensa obra musical de Ray Barretto, una figura imprescindible de la salsa y el jazz latino, del que ya se cumplen quince años de su partida física.
* Le recomendamos: El día en que se volvieron a encontrar Celia & Johnny.
Nacido en Brooklyn y perteneciente a esa generación de hijos de inmigrantes puertorriqueños instalados en la ciudad de Nueva York en búsqueda de un mejor futuro, Ray Barretto, conocido artísticamente como “Manos Duras”, y modelo a seguir para otros congueros, halló su conexión con la música durante su paso por el servicio militar obligatorio para el Ejército de los Estados Unidos.
El jazz
Estando asignado en Múnich (Alemania), quedó cautivado por el bebop, movimiento surgido a mediados de los años 40 y promovido por agrupaciones de formato reducido. Allí, en el norte de los Alpes bávaros, Barretto escuchó por primera vez la percusión del cubano Luciano Chano Pozo, junto a la orquesta del trompetista Dizzy Gillespie, en la grabación del clásico Manteca.
Influenciado por esa pieza y también motivado por algunas limitadas participaciones en las animados jams del Club Orlando junto a soldados negros, Barretto retornó a Nueva York en 1949, decidido a estudiar música formalmente, pero al no ser admitido en Juilliard School of Music, decidió tomar como su escuela el ambiente de los clubes del circuito neoyorquino. Así logró juntarse con figuras como Max Roach, Art Blakey, Red Garland, Lou Donaldson, Eddie Bonnemere y Charlie Parker, entre otros notables del jazz.
Por ello, los orígenes musicales de Ray Barretto se remiten al jazz antes que a lo latino. Esa es una de las principales diferencias entre su carrera y la de otros percusionistas del ambiente en su época. La mayoría de ellos se inició en la música afrocaribeña, y luego dieron un giro hacia el jazz; el caso de Barretto se dio en la vía contraria.
El “Manos Duras” también trabajó y grabó con la orquesta del pianista cubano José Curbelo, un sexteto de latin jazz que dominó el ambiente en clubes como La Conga, el Habana-Madrid y el China Doll. Posteriormente, por recomendación del cantante Santitos Colón, se incorporó a la agrupación del timbalero y vibrafonista Tito Puente, en sustitución del conguero cubano Mongo Santamaría, a quien el propio Ray siempre consideró un maestro y su modelo a seguir.
La permanencia de Barretto en la Orquesta de Puente coincidió con la grabación del histórico Dancemania, álbum de culto que en 2003 fue seleccionado por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos para ingresar a su colección National Recording Registry.
La charanga moderna
Como charanga moderna se conoció el concepto sonoro desarrollado por Ray Barretto, en el que combinó dos formatos: la charanga y el conjunto, los más recurrentes en Nueva York, antes del fenómeno salsa.
En junio de 1961, Riverside Records publicó el álbum Pachanga with Barretto, el primer fonograma que evidenció el punto de vista del músico sobre el formato charanguero, adicionando metales: trompeta y trombón. Una combinación instrumental que logró un sonido más agresivo, a la manera de la alineación de las Descargas cubanas que publicó el sello Panart.
De ese período quedaron como clásicos Salsa y dulzura; No molestes más; Margie; Rareza en guajira, composición y arreglo a cargo del músico colombiano Edy Martínez; El negro y Ray, basado en una curiosa improvisación surgida a consecuencia de la afinación de los instrumentos; y El watusi, un tema de tumbao lento y pegajoso, de clara influencia africana, que sin sospecharlo terminó marcando el inicio del boogaloo, logrando además que el 1º de junio de 1963 se convirtiera en la primera canción latina en ingresar al prestigioso listado de la revista Billboard.
Pete Bonet, Wito Kortwright, Manny Román y Willie García fueron los vocalistas que antecedieron a Adalberto Santiago, el cantante que mejor identificó el sonido salsoso de la Orquesta de Ray Barretto. Su potente voz se hizo habitual desde Acid, el primer trabajo discográfico de Barretto para el sello Fania, que, en 1968 representó su rompimiento con la experimentación del formato charanguero, al prescindir del uso de los violines para acercarse a un formato de conjunto ampliado, que le permitió a Barretto crear un estilo que lo transformó en el conguero referente de la salsa y modelo para otros músicos, tras su exposición como miembro de Las Estrellas de Fania.
* Le puede interesar: Willie Colón y Rubén Blades: “Se ven las caras, pero nunca el corazón”.
De la época de Adalberto Santiago junto a Barretto quedan aún en la memoria temas como Sola te dejaré, Mírame de frente, La pelota, Hipocresía y falsedad, Flor de los lindos campos y el clásico Quítate la máscara. Luego de la salida de Santiago, quien junto a los músicos Johnny Dandy Rodríguez (bongó), Orestes Vilató (timbal), Dave Pérez (bajo) y René López (trompeta), decidieron fundar La Típica 73, se incorporó a la orquesta de Ray Barretto el cantante Tito Allen, a quien le correspondió grabar un único álbum que contuvo el emblemático tema Indestructible.
Después llegarían a la orquesta de Barretto Tito Gómez y Rubén Blades, quienes dejaron su huella en Guararé y Ban ban quere, respectivamente. De hecho, Blades aportó a la obra del “Manos Duras” sus composiciones Eso es amar, bolero que contó con el arreglo de Edy Martínez, y Canto abacuá, cuyo título original fue Canto niche, en el que participó como arreglista el también pianista colombiano Joe Madrid.
En 1990, Ray Barretto ganó el Premio Grammy en la categoría de Mejor Álbum Latino Tropical Tradicional; por su producción Ritmo en el corazón, en el que tuvo como invitada a la guarachera Celia Cruz. Curiosamente significó para Celia el primer galardón recibido por parte de la Academia Nacional de Artes y Ciencias de la Grabación.
Los cantantes Ray de la Paz, Cali Alemán, Ray Saba y Carlos “el Grande” Ferrer también aportaron su talento a la orquesta de Barretto, antes de su retorno a la música sincopada a través de su agrupación New World Spirit. El 13 de enero de 2006, Ray Barretto fue depositario del máximo palmarés público al que puede aspirar un músico de jazz: el Jazz Masters de la National Endowment of Arts (Fundación Nacional de las Artes). En su discurso dijo: “El jazz ha sido mi nodriza espiritual desde mi juventud en Harlem y en el Bronx, y he pasado mi carrera buscando la manera de retribuir eso (…) permítanme seguirme considerando todavía un estudiante de jazz”.
Semanas después, el legendario músico, paciente asmático crónico, fue internado en el Valley Hospital de Nueva Jersey, donde fue sometido a una cirugía del corazón; tras complicaciones posteriores, el 17 de febrero de 2006 falleció en el Centro Médico de la Universidad de Hackensack en Nueva Jersey.
A quince años de su fallecimiento, Ray Barretto sigue muy presente entre los seguidores de su inmensa obra musical, no solo a través de sus discos, también por la inconmensurable confirmación de que la obra literaria Ray Barretto: fuerza gigante llegará al primer público que conquistó el denominado “Manos Duras”, el anglohablante, para el segundo semestre de este 2021.
En 2016 vio la luz Ray Barretto: fuerza gigante, libro en el que, de manera atrevida, plasmé, luego de años de investigación y numerosas conversaciones con músicos, compositores y cantantes, el primer acercamiento a la extensa obra musical de Ray Barretto, una figura imprescindible de la salsa y el jazz latino, del que ya se cumplen quince años de su partida física.
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Nacido en Brooklyn y perteneciente a esa generación de hijos de inmigrantes puertorriqueños instalados en la ciudad de Nueva York en búsqueda de un mejor futuro, Ray Barretto, conocido artísticamente como “Manos Duras”, y modelo a seguir para otros congueros, halló su conexión con la música durante su paso por el servicio militar obligatorio para el Ejército de los Estados Unidos.
El jazz
Estando asignado en Múnich (Alemania), quedó cautivado por el bebop, movimiento surgido a mediados de los años 40 y promovido por agrupaciones de formato reducido. Allí, en el norte de los Alpes bávaros, Barretto escuchó por primera vez la percusión del cubano Luciano Chano Pozo, junto a la orquesta del trompetista Dizzy Gillespie, en la grabación del clásico Manteca.
Influenciado por esa pieza y también motivado por algunas limitadas participaciones en las animados jams del Club Orlando junto a soldados negros, Barretto retornó a Nueva York en 1949, decidido a estudiar música formalmente, pero al no ser admitido en Juilliard School of Music, decidió tomar como su escuela el ambiente de los clubes del circuito neoyorquino. Así logró juntarse con figuras como Max Roach, Art Blakey, Red Garland, Lou Donaldson, Eddie Bonnemere y Charlie Parker, entre otros notables del jazz.
Por ello, los orígenes musicales de Ray Barretto se remiten al jazz antes que a lo latino. Esa es una de las principales diferencias entre su carrera y la de otros percusionistas del ambiente en su época. La mayoría de ellos se inició en la música afrocaribeña, y luego dieron un giro hacia el jazz; el caso de Barretto se dio en la vía contraria.
El “Manos Duras” también trabajó y grabó con la orquesta del pianista cubano José Curbelo, un sexteto de latin jazz que dominó el ambiente en clubes como La Conga, el Habana-Madrid y el China Doll. Posteriormente, por recomendación del cantante Santitos Colón, se incorporó a la agrupación del timbalero y vibrafonista Tito Puente, en sustitución del conguero cubano Mongo Santamaría, a quien el propio Ray siempre consideró un maestro y su modelo a seguir.
La permanencia de Barretto en la Orquesta de Puente coincidió con la grabación del histórico Dancemania, álbum de culto que en 2003 fue seleccionado por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos para ingresar a su colección National Recording Registry.
La charanga moderna
Como charanga moderna se conoció el concepto sonoro desarrollado por Ray Barretto, en el que combinó dos formatos: la charanga y el conjunto, los más recurrentes en Nueva York, antes del fenómeno salsa.
En junio de 1961, Riverside Records publicó el álbum Pachanga with Barretto, el primer fonograma que evidenció el punto de vista del músico sobre el formato charanguero, adicionando metales: trompeta y trombón. Una combinación instrumental que logró un sonido más agresivo, a la manera de la alineación de las Descargas cubanas que publicó el sello Panart.
De ese período quedaron como clásicos Salsa y dulzura; No molestes más; Margie; Rareza en guajira, composición y arreglo a cargo del músico colombiano Edy Martínez; El negro y Ray, basado en una curiosa improvisación surgida a consecuencia de la afinación de los instrumentos; y El watusi, un tema de tumbao lento y pegajoso, de clara influencia africana, que sin sospecharlo terminó marcando el inicio del boogaloo, logrando además que el 1º de junio de 1963 se convirtiera en la primera canción latina en ingresar al prestigioso listado de la revista Billboard.
Pete Bonet, Wito Kortwright, Manny Román y Willie García fueron los vocalistas que antecedieron a Adalberto Santiago, el cantante que mejor identificó el sonido salsoso de la Orquesta de Ray Barretto. Su potente voz se hizo habitual desde Acid, el primer trabajo discográfico de Barretto para el sello Fania, que, en 1968 representó su rompimiento con la experimentación del formato charanguero, al prescindir del uso de los violines para acercarse a un formato de conjunto ampliado, que le permitió a Barretto crear un estilo que lo transformó en el conguero referente de la salsa y modelo para otros músicos, tras su exposición como miembro de Las Estrellas de Fania.
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De la época de Adalberto Santiago junto a Barretto quedan aún en la memoria temas como Sola te dejaré, Mírame de frente, La pelota, Hipocresía y falsedad, Flor de los lindos campos y el clásico Quítate la máscara. Luego de la salida de Santiago, quien junto a los músicos Johnny Dandy Rodríguez (bongó), Orestes Vilató (timbal), Dave Pérez (bajo) y René López (trompeta), decidieron fundar La Típica 73, se incorporó a la orquesta de Ray Barretto el cantante Tito Allen, a quien le correspondió grabar un único álbum que contuvo el emblemático tema Indestructible.
Después llegarían a la orquesta de Barretto Tito Gómez y Rubén Blades, quienes dejaron su huella en Guararé y Ban ban quere, respectivamente. De hecho, Blades aportó a la obra del “Manos Duras” sus composiciones Eso es amar, bolero que contó con el arreglo de Edy Martínez, y Canto abacuá, cuyo título original fue Canto niche, en el que participó como arreglista el también pianista colombiano Joe Madrid.
En 1990, Ray Barretto ganó el Premio Grammy en la categoría de Mejor Álbum Latino Tropical Tradicional; por su producción Ritmo en el corazón, en el que tuvo como invitada a la guarachera Celia Cruz. Curiosamente significó para Celia el primer galardón recibido por parte de la Academia Nacional de Artes y Ciencias de la Grabación.
Los cantantes Ray de la Paz, Cali Alemán, Ray Saba y Carlos “el Grande” Ferrer también aportaron su talento a la orquesta de Barretto, antes de su retorno a la música sincopada a través de su agrupación New World Spirit. El 13 de enero de 2006, Ray Barretto fue depositario del máximo palmarés público al que puede aspirar un músico de jazz: el Jazz Masters de la National Endowment of Arts (Fundación Nacional de las Artes). En su discurso dijo: “El jazz ha sido mi nodriza espiritual desde mi juventud en Harlem y en el Bronx, y he pasado mi carrera buscando la manera de retribuir eso (…) permítanme seguirme considerando todavía un estudiante de jazz”.
Semanas después, el legendario músico, paciente asmático crónico, fue internado en el Valley Hospital de Nueva Jersey, donde fue sometido a una cirugía del corazón; tras complicaciones posteriores, el 17 de febrero de 2006 falleció en el Centro Médico de la Universidad de Hackensack en Nueva Jersey.
A quince años de su fallecimiento, Ray Barretto sigue muy presente entre los seguidores de su inmensa obra musical, no solo a través de sus discos, también por la inconmensurable confirmación de que la obra literaria Ray Barretto: fuerza gigante llegará al primer público que conquistó el denominado “Manos Duras”, el anglohablante, para el segundo semestre de este 2021.