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Si hay una afirmación que los melómanos consideran cierta es que la música es un idioma universal. La música mueve, acompaña, alegra y entristece, y su magia ha permitido viajar y evolucionar en el tiempo sin detenerse. Los conciertos se convirtieron casi en un ritual sagrado, donde el artista es el dios y el público su fiel creyente. No hay un número exacto para la cantidad de artistas que se han subido a un escenario, pero sí está la certeza de que nunca en la capital colombiana se había visto un concierto con más de 1.000 músicos en tarima, y ese sueño dejará de serlo este 20 de mayo en el Estadio el Campín, que será testigo del concierto de rock más grande del mundo.
Rockin’ 1000 es el ejemplo más claro de lo que el amor por la música puede crear. Este concierto que parecía imposible fue creado gracias a Fabio Zaffagnini, un hombre que nació en Cesena (Italia) y se moría por ver a su banda favorita en vivo. “Empezamos en 2015, quería ir a ver a Foo Fighters, pero era algo casi imposible de lograr porque pensábamos que una banda tan grande como esa nunca iba a ir a un lugar tan pequeño como Cesena”, dice entrevista para El Espectador.
Fabio organizó junto a varios amigos un gran tributo para invitarlos a su pueblo natal, pero sabían que no podía ser una invitación común si querían lograr el objetivo. Fue en ese momento cuando se les ocurrió hacer algo masivo que lograra traspasar las fronteras italianas y llegara hasta Estados Unidos. ¿Qué puede ser más masivo que 1.000 personas juntas tocando “Learn to Fly”? Así las canciones de los Foo llegaron a otro nivel interpretativo.
“Nos tomó un año encontrar el dinero para hacer ese sueño una realidad. Hicimos el video, se volvió viral y luego de publicarlo la banda lo vio, claro que aceptaron la invitación y dieron un concierto increíble. Estábamos muy contentos”.Luego de esa experiencia pensamos que no podíamos parar, debíamos seguir con este proyecto y nos propusimos crear la banda más grande del mundo”.
Mil músicos en tarima, ¿imposible?
Técnicamente fue un reto. Por eso la banda necesita un lugar grande que permita todo tipo de conexiones para los instrumentos y un espacio que los deje ubicarse cómodamente. Al empezar el proyecto, encontrar un lugar así era difícil y costoso. Poco a poco se fueron acomodando y su propuesta fue tan aceptada en Europa que finalmente ese terminó siendo el menor de los problemas. Ahora el reto es otro.
“Diría que lo más complicado es manejar tanta gente que no conocemos y que vive tan lejos de nosotros. Tratar de dar a todos la información correcta, asegurarnos de que los músicos están estudiando y practicando para el concierto, y que cuando nos encontremos en el Estadio El Campín estén bien preparados y entrenados”. Y sí, los 1.000 músicos no siempre son los mismos, varían dependiendo del país al que vaya Rockin’ 1000. Se abren convocatorias para quienes quieran participar, es por eso que Fabio Zaffagnini acepta que uno de los retos más grandes es llegar a relacionarse con personas de distintos países, que no hablan su idioma y culturalmente son diferentes.
“Hay mucha incertidumbre en ese proceso. Cuando llegamos a un país específico nos aseguramos de que todo esté bien y mediante la aplicación que estamos usando podemos entender y revisar que los músicos efectivamente se registren, estudien los tutoriales y practiquen, si no lo hacen les enviamos un recordatorio que dice: ‘Hey, estamos viendo que no estás estudiando esta canción, así que mejor hazlo porque tenemos un gran concierto’”.
La convocatoria
El proceso funciona así: las aplicaciones para hacer parte de Rockin’ 1000 están abiertas todo el año, así que cualquier persona que sepa cantar o tocar un instrumento se puede inscribir de forma gratuita. Al iniciar el proceso, los músicos deben enviar un video para que el equipo sepa que sí son capaces de cantar o tocar. La aplicación contiene toda la información que necesitan, tanto logística, como artística. “Básicamente, manejamos a todos los integrantes de manera remota. Cerca del concierto nos reunimos y ensayamos juntos durante dos días enteros en el estadio de turno. Las primeras 1.000 personas que se metan a la app están dentro, los otros entran a una lista de espera”.
El repertorio
“Bogotá será un espectáculo memorable, hemos trabajado mucho en la escenografía y en el cartel. Será un viaje por la historia del rock n’ roll, desde los años 60 hasta nuestros días. Tocaremos nuestra primera canción original en la que llevamos trabajando más de un año, y habrá retos como “Bohemian Rhapsody”, una de las canciones de rock más complejas de todos los tiempos. Estamos muy agradecidos con Ocesa, que está creyendo en nosotros y contribuyendo enormemente a nuestro sueño de reunir a todos los músicos del mundo”.
Rockin’ 1000 es un concierto que revive el poder del rock y lo potencia al mil por ciento, y los amantes del género que decidan vivir la experiencia cantarán canciones de Queen, Nirvana, Foo Fighters, Rage Against the Machine y The Rolling Stones, entre otras bandas que han sido famosas a través del tiempo, pero también se deleitarán con un par de canciones locales. Eso es lo que diferencia el setlist de este concierto en cada país. “Vamos a tocar algo hecho en el país, y para nosotros esto es muy interesante porque así podemos conocer un poco sobre el rock que se hace en Colombia”.
El amor de Fabio por la música hizo que su sueño se materializara, algo que empezó como una idea descabellada terminó convirtiéndose en un colectivo de personas talentosas que hacen vibrar estadios alrededor del mundo: Europa, Norteamérica, y ahora su paso por Latinoamérica reafirmará que la música es un idioma universal.
“Creo que hemos aprendido mucho, al principio esto comenzó como una broma entre amigos que nos permitió experimentar algo que estaba por fuera de nuestras expectativas. Una de las cosas que notamos desde el principio fue que la música no era lo único que estaba pasando en el momento, era algo más llamado conexión humana, no nos importan las creencias, orientación sexual o inclinaciones políticas de nadie. Aquí hay gente de todas partes, y todos hablamos un mismo idioma: música y rock n’ roll.