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Ya no soy el que era. Por fortuna, he cambiado de opinión, y con mucha suerte tal vez mañana cambie otra vez. De eso se trata al final este recorrido. La materia cambia, se transforma, es una de las leyes de la física, una de las leyes de la naturaleza, y lo dice muy claramente Jorge Drexler en una de sus canciones más emblemáticas: “Nada se pierde, todo se transforma”, y yo me he transformado. Seis discos después he ido entendiendo cada vez más, ¿o menos?, esto de hacer canciones, de intentar comunicar un punto de vista, y cada álbum que he hecho ha sido un fiel reflejo de quien soy como persona en el momento en que lo escribí. Para todos los discos empecé de cero, sin importar si había quedado por fuera del registro anterior alguna canción. Salvo una honrosa excepción, que fue Hijos del calvario, nunca reciclé canciones dentro de mi proceso creativo, porque sentía que cada momento debía verse reflejado fielmente, cada producción debía ser un retrato de ese momento.
Pasa que pasa el tiempo, pasa que pasan las cosas, y pasa que pasa la vida, y ya no soy el mismo de cuando escribí las canciones para mi primer o mi segundo disco, ni siquiera soy el mismo de cuando escribí las canciones para mi sexto álbum, y esa transformación, ese cambio, trae como consecuencia que surjan necesidades de comunicar cosas distintas, de explorar nuevos caminos. Lo que he hecho hasta ahora me sale bien; no me atrevo a decir que me sale fácil, pero soy bueno en lo que hago, hay gente que sigue mis canciones porque se ven reflejados en ellas, y lo que hago podría seguir haciéndolo de la misma forma que hasta ahora, y tal vez me seguiría yendo bien, pero hay algo adentro de nosotros, los que vivimos del proceso espiritual y emocional de crear, que hace que el apetito sea insaciable, que la búsqueda sea incesante, que nunca sea suficiente, y eso me ha venido pasando más acentuadamente en los últimos años.
Elementales responde a esa necesidad, a esa búsqueda, a la idea de querer hacer las cosas de manera distinta, esperando que quien se ha visto reflejado en mis canciones, nuestras canciones, lo siga haciendo ahora con esta nueva idea.
Para este proyecto, contrario a todos los demás, no empecé de cero, pero sentí la necesidad de traer mis canciones, algunas de ellas, y presentarlas con el traje de quien soy ahora en este 2018, con todos mis aprendizajes, y con toda la carga que he liberado en este trasegar. Son canciones que considero Elementales para exponer quién soy como compositor, como artista, como persona; doce canciones de mis primeros seis discos compartidas en alma y voz con amigos y colegas a quienes quiero y admiro, y a esos doce temas les he sumado tres inéditos, algunos de los que he escrito en los últimos dos años de mi vida, mi punto de vista al día de hoy. A cada una de las canciones la hemos desmenuzado, le hemos revelado su núcleo, lo que la define, su elemento característico. Acá están y hoy empezamos a revelarlas. Un proyecto de 15 canciones que hemos dividido en tres temporadas y que hoy empieza a ver la luz con una nueva, refrescante y contundente versión de Una y otra vez (Sólo hasta hoy, 2003), acompañado por los buenos amigos de Morat, Isaza, Villa, Simón y Martín, cuatro colombianos muy talentosos que están haciendo un camino glorioso por toda Iberoamérica, y en esta aventura juntos nos vimos guiados en la producción por el buen Juan Pablo Vega, un nombre ya obligado en la nueva música latina.
Iremos revelando a su debido tiempo las otras canciones de La primera temporada, iremos revelando a su debido tiempo los invitados y sus nacionalidades. Por ahora, en esta temporada, en nuestra geografía de invitados tenemos, como ya dijimos, a Colombia, y le vamos a sumar a Brasil, luego Argentina y finalmente República Dominicana. Luego iremos revelando las temporadas restantes, su geografía y su demografía, y veremos lo que hicieron en producción, además de Vega, Cachorro López y Eduardo Cabra Visitante, que fueron los tres productores que me acompañaron y guiaron en esta apuesta, y que me llevaron de Bogotá a Ciudad de México, luego a Buenos Aires, de nuevo a Bogotá, y dos visitas a San Juan de Puerto Rico.
Elementales, además de ser una necesidad personal de mutación, responde a un deseo de luchar contra las etiquetas, luchar contra la necesidad que tenemos los seres humanos, todos, de guardar en determinado lugar lo que creemos que corresponde a ese lugar, sin pensar si ese objeto, en este caso canción, tiene elementos que puedan ir en otro lugar distinto.
Las etiquetas son miopes, mezquinas y facilistas, por eso nos gustan tanto. “Es un baladista”, dicen; “es un trovador”, se oye por otros lados; “es melódico”, se estila en el Sur; “es un artista pop”, en el sentido más mínimo de ese concepto. Al final de todo, lo que soy es un contador de historias en forma de canción, y esa canción puede venir en diferentes empaques. Es más, cuando la canción es canción, y se sostiene por sí misma, puede tener muchos empaques, muchas dimensiones, muchos universos paralelos.
Este viaje empezó con una necesidad visceral de destruirme, y terminé felizmente ampliando mi mente, mi cabeza, y divirtiéndome como nunca, jugando como nunca, y anhelando poder poner pronto en el escenario esa diversión. Bienvenidos a este punto y aparte, bienvenidos a este salto al vacío. Vamos a dejar de tomarnos tan en serio, vamos a divertirnos, siempre podremos volver, por ahora vayamos juntos.