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Desde el lanzamiento de su debut en 2009, esta artista —entonces denominada Selena Gómez & The Scene— es una máquina imparable de “cantofacturar” éxitos. Y el paso del tiempo parece habernos ayudado a comprender mejor el fenómeno: es una mujer que trabaja duro, carismática, que ha librado más de una batalla interna y una persona que —en contravía de lo que ocurre con otras figuras de la industria— nunca está presumiendo de lo que tiene o simbolizando que el tener sea sinónimo de éxito.
Sorprendentemente, siendo latina de padre mexicano y madre estadounidense, no ha hecho muchas canciones en español ni entrado al universo del reguetón; pero parece que ha llegado la hora, y de la mano de uno de los arquitectos sonoros urbanos que más se reinventado a lo largo de su historia: Tainy. Un productor que suma en su historia palazos tan diversos como I Can’t Get Enough (con Benny Blanco, J Balvin y Selena Gómez), Fuego (con DJ Snake, Sean Paul y Anitta), Una canción para el despecho (con Ricardo Montaner, Mau & Ricky), Un día (con Dua Lipa, J Balvin y Bad Bunny) o el megaclásico “perreológico” Noche de entierro (Luny Tunes, Daddy Yankee, Wisin & Yandel, etc.). Píldoras para la memoria: “Ay, nuestro amor se acabó, por mi búscate otro hombre, otro que te vuelva loca…”.
Así que podría decirse que el reflorecimiento viene por partida doble. Ambos artistas, con más de una década de éxitos a cuestas, se han reunido para marcar un nuevo hito musical. Solo que, a diferencia de lo que ha ocurrido con otros productores, a Tainy el momento histórico le hace una gran parte del trabajo. Por ejemplo, a sus mentores Luny Tunes no les tocó pegar la Gasolina estando entre los productores de pop contemporáneos más importantes del mundo o con el reguetón reinando las listas de la forma que lo hace en la actualidad. “Yo nunca había tenido un tema número uno en Italia, número uno en España, número uno en el top global, en las canciones americanas”, reconocía Luny en una entrevista que tuvimos hace cuatro o cinco años. Pero se refería a Duele el corazón, aquel éxito apoteósico que Enrique Iglesias posicionaba entonces, en compañía de Wisin.
En De una vez y ahora en Baila conmigo —hit en potencia que acaba de lanzar con el precoz Rauw Alejandro, el mismo de Fantasías— están bien marcados algunos de los elementos que definen el trabajo contemporáneo de Tainy: perreo, electrónica, sensualidad. Pistas minimalistas, o al menos más minimalistas que las que uno suele escuchar en el género urbano por excelencia, que juegan con ese dembow tan históricamente explorado por artistas latinos y angloparlantes como Daddy Yankee, Maluma, Dave Grohl —en un video viral del diario El País, de España, el propio cantante de Foo Fighters lo explica— y hasta Justin Bieber. La referencia es odiosa, ya que se trata del ex de Selena, pero sería imposible analizar la forma en que Tainy está confeccionando varios de los principales éxitos pop del mundo sin evocar un palazo como Sorry (en serio, vean el video).
Este perreo minimalista suena como si todos los artistas que produce estuvieran haciendo un featuring con The Weekend, solo que con reglas estructurales del género urbano por excelencia. Es más, no les extrañe que Tainy pronto se esté encontrando con Abel Tesfaye (nombre de pila del autor de Blinding Lights) en algún estudio de grabación; aunque probablemente no, porque tampoco lo necesita. Es decir, no en cuestiones estilísticas y sonoras, aun cuando sí sea cierto que transiten ambientes similares.
Selena Gómez, por su parte, parece estar tanteando terreno. Revelación será un EP que vendrá a menos de un año de su anterior disco. Rare, que aún en tiempos de pandemia logró exitazos como Look at Her Now o Lose You to Love Me y, precisamente, será un EP (no un disco entero). Un miniálbum con el que parece estar probando suerte. Ya sea porque la industria musical puede llegar a ser realmente imprevisible o porque ella sea una persona extremadamente sensata y entienda que, aunque se trate de una de las estrellas más grandes del pop internacional, apuntalar el mercado latino es casi como volver a comenzar de cero.
En tiempos de influencers y youtubers, es decir, en tiempos en que los ídolos tienen que ser genuinos o sinceros, de lo contrario terminan pagando muy cara su falsedad, Selena Gómez es una de las figuras más transparentes que tiene la industria. Una artista increíble y una de tantas mujeres a la que verdaderamente se puede llamar una guerrera. Porque no solo hablamos de una mujer que a través de más de una década ha dejado a su paso una estela de éxitos como Wolves, It Ain’t Me o incluso el inolvidable Taki Taki (con DJ Snake, Ozuna y Cardi B), sino de alguien que se ha mantenido en la cima con una enfermedad degenerativa tan demoledora como el lupus. Enfermedad que conozco bien, porque también la padece mi madre.
Es más, en el caso de mamá, el lupus ha sido muchas veces el motivo que la ha obligado a levantarse, porque al hacerlo el dolor se vuelve transitorio y no golpea tanto como si se quedara en la cama, padeciéndolo todo el día. En los últimos años, Selena Gómez no solo ha hecho música, sino también proyectos audiovisuales y hasta un programa de cocina para HBO (Selena + Chef), lo que me lleva a pensar si a ella no le pasará lo mismo.
Como la flor. O más bien como un diente de león, que crece tanto en la tierra como en el cemento y se multiplica dejando flores regadas por ahí, Selena está lista para reinventarse y volver a aparecer… una y otra vez. Tainy también.