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Definir a Slash en palabras parece ser una tarea imposible, su talento como guitarrista y su legado en el rock lo reafirma cada vez que pisa un escenario. Esta vez el turno fue para la capital en el Royal Center, donde un poco más de mil personas se reunieron para apreciar de cerca la magia que transmiten sus solos de guitarra. Slash junto a Myles Kennedy y la banda The Conspirators eran los protagonistas de la noche.
Pero antes de comenzar con el show principal, la banda bogotana Mad Tree encendió el ambiente durante casi una hora con su rock progresivo. Sebastián Izáciga (cantante y guitarrista) junto a Nicolás Gutiérrez (baterista), se encargaron de mostrar al público sus temas introspectivos y reflexivos. “Somos personas sensibles y nos gusta, a través de lo que hacemos, transmitir nuestra percepción del mundo. Nos basamos en nuestras experiencias personales y en lo que sucede en nuestro contexto para escribir canciones”, revelaron en entrevista con El Espectador.
Para Mad Tree, tener la oportunidad de abrir el concierto de un artista como Slash fue un mensaje claro de que estaban haciendo las cosas bien como banda. “Todos los que somos guitarristas, en algún rincón de nuestro corazón adolescente, tenemos como referente un solo de él”, comentó Sebastián.
A las 9:00 p.m., la banda capitalina terminó su presentación con canciones de sus discos “Centésimo humano”, “Éter”y “Así hablan los pájaros”, y abrieron paso al gran Slash, que salió al escenario media hora después.
El momento de Slash
Llegó el momento que todos esperaban: Slash con su cabello negro largo, su sombrero característico, sus gafas oscuras y sus inconfundibles solos se subió a la tarima del Royal Center, un escenario que le quedó pequeño a un artista que está acostumbrado a llenar estadios. Ese fue uno de los primeros pensamientos que tuve: “¿qué pensará Slash de este lugar si con Guns N’ Roses tocaba para miles de personas?” pero eso no importó. Sin decir una sola palabra, tomó una de las no sé cuántas guitarras que llevó para el concierto (perdí la cuenta de todas las veces que cambió su guitarra), y con Kennedy en la voz, comenzó el repertorio.
“The River is Rising” fue la primera canción que tocaron, y que además hace parte del álbum que Slash grabó con The Conspirators. Sus fanáticos gritaban al unísono “¡Slash, Slash, Slash!” mientras él deslumbraba con su forma de tocar. “Es un capo”, se escuchaba entre el público que, además de ser fanático de Slash en solitario, también admiraba su trabajo de décadas junto a los Guns.
La descarga de rock siguió con canciones como “Driving Rain " y “Back to Cali”. La voz de Kennedy se mantuvo siempre a la altura de todas las canciones, la energía arrolladora del bajista Todd Kerns y el resto de la banda hicieron saltar, gritar y aplaudir a todos los asistentes.
Para sorpresa de muchos (me incluyo), la única canción de Guns N’ Roses que la banda tocó fue “Don’t Damn Me” en la voz de Kerns. Muchos lloraron, otros aplaudieron sin parar, y al final, el bajista cedió nuevamente el paso a Kennedy luego de ser aclamado por el público. “Doctor Alibi”, “Starlight”, “Sugar Cane” y “Spirit Love” fueron las canciones siguientes. Una dosis alta de solos de Slash parecía meterse en la piel de sus fanáticos. Su forma de agacharse, de tocar la guitarra con tanta precisión, de cambiarla de lugar y seguir tocando como si nada le doliera luego de más de dos minutos… eso es algo de admirar cuando tienes 58 años y eres uno de los guitarristas más influyentes en la historia del rock.
Cuando comenzaron a tocar su versión del gran éxito “Rocket Man”, de Elton John, el baterista de la banda dejó ver su camiseta de Colombia y abandonó por un momento la batería para sentarse en el teclado e interpretar las notas del sencillo que le dio la vuelta al mundo. Finalmente, la canción más esperada llegó: “Anastasia”, uno de los temas más reconocidos del guitarrista. El público se volvió loco, y entre aplausos y gritos la noche llegó a su final.