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Son cubano hecho en Colombia

Bendito Parche estará este mes en Salsa al Parque y lanzará su primer disco "Llegar a Nueva York".

Laura Juliana Muñoz
09 de agosto de 2013 - 10:48 a. m.
De izquierda a derecha: Carlos, Pablo, Federico, Santiago, Beto, Alejandro y Jeisson, quienes hace tres años crearon Bendito Parche. /Julián Mora Oberlaender.
De izquierda a derecha: Carlos, Pablo, Federico, Santiago, Beto, Alejandro y Jeisson, quienes hace tres años crearon Bendito Parche. /Julián Mora Oberlaender.
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En Cuba, "esa loca y maravillosa isla", hay una costumbre para amenizar las partidas de dominó. Cada quien trae un ingrediente para poner en una olla y, mientras los competidores juegan sus fichas con un golpe seco y se toman unos tragos, la sopa se va cocinando. El banquete final es siempre diferente y exquisito. Así se explica lo que sucede al interior de Bendito Parche, un grupo de son cubano hecho en Colombia. Se reúne por placer y cada uno va poniendo lo suyo: aquel trajo el rock, el otro condimentó con salsa y este introdujo el pop.

En sus canciones también hay influencias de reggae, percusión brasileña, bolero, zouk y música andina. Claro, no todo a la vez. En esta 'sopa' se alcanza a sentir el sabor de cada ritmo aun cuando siempre predomina el son cubano. También mantiene el típico formato de septeto habanero, pero con algunas adaptaciones: hay un bajo eléctrico en vez del contrabajo; una guitarra eléctrica a cambio de la acústica; y los percusionistas son multi-instrumentalistas. Se conserva el tres cubano, tal vez la identidad del son.

Es domingo en la tarde y Bendito Parche se prepara para tocar en un matrimonio. Así, trabajando en eventos pequeños han puesto a prueba su música frente al público. Se dieron cuenta de que hacer a bailar a la gente no es fácil y se entrenaron con covers de grandes de la música cubana que luego mutaron en piezas propias como "Llegar a Nueva York", su primer sencillo y "Mi vida es otra", de la que ya tienen un video. Como artistas independientes era imposible saltar de inmediato a grabar un disco o presentarse ante una emisora. Tuvieron que pasar tres años de momentos como este, un domingo en la tarde.

Con ustedes, los músicos: Felipe 'El Beto' Valencia (voz y tres cubano), Santiago 'El Negro' Mejía (bajo y coro), Federico 'Federock' González (guitarra eléctrica y coro), Alejandro 'El Brujo' Calderón (bongo, timbal y clave), Juan Pablo 'El Primo' Sagal (congas, güiro y cajón), Hugo Saavedra (trombón) y Jeisson 'El Dragón' Mora (trompeta). La mayoría está entre los 30 y 33 años, excepto quienes hacen los vientos, que tienen 20 y 22 y se unieron hace poco a la banda. Los apodos son una muestra de la camaradería del grupo, de que no hay conversaciones solemnes, sino bromas en serio. De lo contrario, no duraría mucho tiempo la rutina de muchas horas de ensayo, de cifras que pocas veces representan ganancias.

Mientras esperan la señal para subir al escenario juegan 'banquitas', hacen estiramientos, afinan una y otra vez los instrumentos. Ansiosos caminan de un lado al otro. Un buen retrato de ellos es el de sus zapatos, la única pieza que no pertenece al uniforme: convers para los más rockeros, mocasines para los tradicionales. De resto, visten de camisa negra y pantalón, traje, corbata y sombrero blancos, un conjunto inspirado en Michael Jackson en el video de "Smooth Criminal".

Hay bandera verde para subir al escenario. Comienzan con el cover de una canción que los hace sentir seguros, que la gente siempre quiere bailar: El Carretero. En menos de un minuto ya están en la pista diez parejas. "Hace unos años era difícil animar al público", cuenta Alejandro, "pero entre mejor sonamos, más baila la gente". Todo es cuestión de conectarse, de que los percusionistas estén sintonizados, de que el cantante, de repente, mire a esa mujer que balancea un pie y le diga, apenas con una sonrisa, una mirada, que sí, que esa es su canción.

Cómo "Llegar a Nueva York"


Esta historia comienza hace tres años con una llamada de Beto Valencia, el líder de Bendito Parche, en un momento en que los demás integrantes estaban buscando un nuevo proyecto. Santiago Mejía se estaba despidiendo de Vietato, una banda de rock colombiana, y quería abrir su panorama musical con música latina. Federico González también estaba cerrando un ciclo de diez años con Sanalejo, un reconocido grupo de tropipop. Pablo Sagal, ingeniero de sonido, había estado haciendo percusión de música popular colombiana.

Alejandro Calderón había estudiado ingeniería de sonido en Bogotá y en Sídney (Australia), y percusión en La Habana. Un par de años después de regresar a Colombia, Beto lo invitó para que hiciera parte de la percusión de Bendito. Como Alejandro era en realidad un baterista, adaptó el bongo, el timbal y la clave para que se parecieran a su instrumento predilecto: "Lo más importante fue que empezamos a vacilar con la música. Los ensayos eran todo un parche", es decir, un grupo de amigos descomplicado, alegre. Y eso se refleja en la música.

Beto estudió un par de semestres de ingeniería de sonido "que es lo que estudiamos quienes nos daba miedo ser músicos". Luego se arriesgó con música en la Javeriana, en Sae Institute de Australia y en la Escuela Nacional de Arte de la Habana. Con el grupo de salsa 'Sofrito' en Australia se fascinó con los instrumentos de cuerda para interpretar ritmos latinos "que es la música que hace gozar a la gente". Cuando llegó de sus viajes tenía muy claro lo que quería hacer: poner a bailar al público. El nombre 'Bendito' se le reveló en medio de una alucinación de yagé. Entonces hizo sus llamadas.

Cada uno llegó a experimentar a su manera. Estaban adivinando si se quiere. Así crearon su versión del son cubano sin pretender parecerse a alguien. Dejaron que la música que cada uno traía en las venas tomara su rumbo y compusieron sus propias letras. "Eu falo para você" la hizo Beto cuando el amor de su vida se fue para Brasil y la relación se terminó. Esta canción resultó ser una propuesta de matrimonio y seis meses de estudio de cavaquinho en ese país. Alejandro propuso "Saliendo el sol" luego de un sueño con Orisha que le daba un empujón para seguir. "Llegar a Nueva York" es una creación colectiva que surgió espontáneamente en un ensayo.

Federico estaba jugando con algunos acordes en su guitarra eléctrica, alguien se percató de que sonaba muy bien, de que era contagioso. Improvisaron un coro entre todos y después de varios ensayos salió un tema que los complació. Fue una colcha de retazos. "Las canciones no son solo de las personas sino de los momentos", sentencia Alejandro.

Ahora, están listos para tocar en Salsa al Parque (17 y 18 de agosto), como antesala de Los Van Van de Cuba y Rubén Blades, y lanzar a finales de este mes su primer disco "Llegar a Nueva York" con todo el esfuerzo que eso implica para un grupo de artistas independientes.

Santiago Mejía, uno de los fundadores de La 33, los apoyó en ese proceso y les aseguró que las nuevas generaciones no van a dejar de bailar. "Hoy la gente está oyendo música latina hecha en Bogotá gracias a La 33", dice Alejandro. Para Beto lo importante es "creer fundamentalmente en lo que estás ofreciendo. Nunca ha habido un mejor momento para ser independiente. También hay que buscar un buen equipo de trabajo, pues el músico no lo puede hacer todo".

Y, claro, no hay que depender económicamente de una sola fuente. Por eso Alejandro tiene su propio estudio de producción musical (Changó Records), Federico es profesor en Yoga Madre Selva, Pablo hace producción audiovisual, Santiago es profesor de música en el Gimnasio Campestre, Jeisson y Hugo son estudiantes. Beto se dedica tiempo completo a Bendito.

Así, como con los zapatos, se demuestra la diversidad en este parche. Ese es justamente el secreto para que la sopa de los juegos de dominó quede siempre buena, para que un domingo en la tarde todos bailen un son cubano, un son colombiano, un son actual. Paso a paso nadie se cansa, algunos cierran los ojos y sienten el calor de la Habana, aunque no la conozcan, dejan los tacones a un lado y mueven sus caderas con permiso del Bendito.

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Por Laura Juliana Muñoz

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