Teresita Gómez: “todo sale del sentimiento popular”
La célebre pianista antioqueña protagonizará dos conciertos en el Cartagena XVII Festival de Música.
Juan Carlos Garay
La pianista Teresita Gómez es un eslabón fundamental de la música colombiana. No sólo es una de las artistas más celebradas del país, sino que compartió en su juventud con compositores e intérpretes icónicos de nuestra música y ahora, cuando está por cumplir 80 años, también se ha interesado en interpretar en su piano las composiciones de autores nacionales contemporáneos como Jorge Andrés Arbeláez.
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La pianista Teresita Gómez es un eslabón fundamental de la música colombiana. No sólo es una de las artistas más celebradas del país, sino que compartió en su juventud con compositores e intérpretes icónicos de nuestra música y ahora, cuando está por cumplir 80 años, también se ha interesado en interpretar en su piano las composiciones de autores nacionales contemporáneos como Jorge Andrés Arbeláez.
Una muestra de ese espíritu artístico se podrá disfrutar en el Cartagena XVII Festival de Música, que se realizará del 5 al 13 de enero de 2023 y que tendrá como una de sus principales invitadas a Teresita Gómez. La pianista se presentará el jueves 12 de enero, a las 7 p. m., junto a la Orquesta Filarmónica de Mujeres, bajo la batuta de Paola Ávila, y el viernes 13, a las 4 p. m., en un recital en solitario en el que interpretará piezas de Luis Antonio Calvo, Gustavo Yepes y Adolfo Mejía, entre otros.
Estas presentaciones hacen parte de una serie de conciertos con entrada gratuita de esta edición del Cartagena Festival de Música, que tendrán como escenarios el Auditorio del Palacio de la Proclamación y el Auditorio Getsemaní del Centro de Convenciones.
Usted fue tal vez la primera pianista que en sus recitales combinó las músicas europeas con las músicas de salón colombianas. ¿Por qué tomó esa decisión?
Esa decisión viene desde niña, porque en Medellín estuve muy cerca de los intérpretes: el Dueto de Antaño, Obdulio y Julián… todos los duetos de esa época que fueron tan famosos. Y después en Bogotá conocí a Oriol Rangel y el Nocturnal Colombiano. Para mí siempre fue fascinante la música colombiana y tocaba mis pasillitos, de oído, porque en esa época no estaba bien visto que una tocara esa música. Cuando hice mi primer concierto en la Biblioteca Luis Ángel Arango incluí piezas colombianas y tuve miedo de que dijeran: “Ésta se volvió populachera”. Afortunadamente esto ha cambiado.
¿Encontró elementos en común entre ambas corrientes?
Todo sale de la música popular. Los minuetos, las gavotas, son del sentimiento popular, solo que más trabajadas. Y eso lo puedes encontrar en Bach, en Mozart… ¡En Piazzolla! ¿De dónde sale Piazzolla? Pues del sentimiento popular.
Hablemos del nacionalismo musical. En las piezas que usted tanto conoce y ha tocado, ¿cuáles son los elementos exclusivamente colombianos?
Por ejemplo, en los valses de Luis A. Calvo hay momentos en que aparece la base de un vals europeo, pero eso se convierte en un pasillo colombiano. Y por otro lado el bambuco me parece que tiene una raíz más afrocolombiana, por su ritmo. Pero cuando yo empecé a hacer música colombiana no me pregunté nada de eso, simplemente respondí a mi sentimiento.
Debe haber también distintos niveles de influencia foránea y de inspiración nacional. Dicen que Guillermo Uribe Holguín era el más europeísta. ¿Estaría de acuerdo con esa afirmación?
Completamente, porque Uribe Holguín cultivó géneros como la sonata. Se ve que tenía un estudio del contrapunto y más técnica para elaborar los temas. También sucede con Antonio María Valencia. Son músicas más elaboradas. Pero también desde el bambuco hay unos compositores que tuvieron un vuelo muy alto. Pienso en Adolfo Mejía y sus Bambucos en Si menor y en Mi mayor.
Y por contraste, ¿quién sería el que integró más elementos regionales a la música?
Pueden ser Fulgencio García o Pedro Morales Pino. Ellos manejaban las melodías en una forma muy sencilla, no se salían de cierto esquema armónico. Es una música que se siente más espontánea.
También hay un sentimiento regional en las músicas de compositores europeos que usted ha tocado mucho. En Chopin, por ejemplo, ¿se siente una nostalgia de Polonia?
Sí. En las mazurcas y en las polonesas de Chopin hay un sentimiento muy fuerte en ese sentido. Son las músicas que lo conectaban con su patria. Y para tocarlas hay que sentir algo muy específico de una región; son formas parecidas al vals, pero no son exactamente valses. Los nocturnos o las baladas son más universales.
Sáquenos de una duda: ¿Por qué dicen que Luis A. Calvo es el colombiano que más se parece a Chopin?
Yo también he repetido esa frase, pero hoy día pienso que Calvo se parece es a Calvo, y punto. Todo en él es muy lindo: “Malvaloca”, los intermezzos, las danzas, son obras de una belleza que se parece a esos géneros europeos cortos, pero tan ricos en melodías. Ahora, sí hay algo que podríamos llamar una nostalgia chopiniana. Es muy romántico, muy evocador, uno oye su música y ve paisajes.
¿Está al tanto de la música erudita que se hace ahora?
Sí. Uno de mis proyectos es hacer un álbum de compositores vivos. No los puedo nombrar ahora porque estoy haciendo la selección, pero me llaman la atención nombres como Jorge Arbeláez o Juan Domingo Córdoba. Son compositores que están a otro nivel porque han tenido más trabajo, más estudio universitario. Y les gusta cómo toco sus obras, entonces eso me motiva.