Teto Ocampo, el músico que llora la Sierra
Un cáncer terminó este miércoles con los días de un guitarrista fundamental en la historia de la música de Colombia. A mediados de los 90, cuando estaba en la cresta de la ola junto a Carlos Vives y los “Clásicos de la Provincia”, Ocampo decidió rebobinar y empezar de cero. En la cosmogonía indígena encontró su lugar en el mundo y desde allí un asiento en la inmortalidad.
Joseph Casañas Angulo
El primer disco que compró Teto Ocampo fue Zenyata Mondatta, del tercer álbum de The Police. Luego, un amigo le regaló un casete con otro clásico de la banda británica: Reggata de Blanc. El pequeño Ernesto de once años no paraba de bailar en su cuarto con ganas de romper el mundo y refundarlo todo.
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El primer disco que compró Teto Ocampo fue Zenyata Mondatta, del tercer álbum de The Police. Luego, un amigo le regaló un casete con otro clásico de la banda británica: Reggata de Blanc. El pequeño Ernesto de once años no paraba de bailar en su cuarto con ganas de romper el mundo y refundarlo todo.
Vaya paradoja. Sus padres nada tenían que ver con esos sonidos estridentes. El viejo, un abogado de profesión, pero melómano por convicción, escuchaba música clásica y sonidos de cuerda más cercanos al costumbrismo. La doña, nacida en Río de Oro, en sur de César, escuchaba el vallenato de un hombre con las patas pintadas, un sombrero alón y que bebía ron. El “Compae Chipuco”.
Teto Ocampo no tuvo juguetes en la infancia. Nada de carritos o muñequitos de acción. Sus juguetes eran flautas, guitarras y cuatros. De hecho, el primer instrumento que tocó en la vida fue un pincullo indígena al que empezó a sacarle sonidos desde los tres años. Ahí ya estaba decretada la mezcla: rock, música indígena y cuerdas.
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Dos elementos de ese coctel musical le dieron forma a uno de los álbumes más relevantes del folclor colombiano, “La Tierra del olvido” de 1995. Ese álbum, que además marcó el camino de Carlos Vives, contó con el trabajo de Teto Ocampo, quien ayudó a definir la musicalidad de ese trabajo.
En “Sobrelruido”, libro de entrevistas hechas por Ricardo Durán Paredes, editor de Rolling Stone Colombia, Ocampo recordó ese momento: “El productor que trabajaba con él (Carlos Vives) citó a unos productores para que hicieran una propuesta. A esa reunión asistí, y tenían una lista de 100 vallenatos para que escogiéramos, de ahí escogí ‘La gota fría’ y ‘Compae Chipuco’, porque eran las canciones más naturales para mí. Entonces, empecé por hacer una versión nueva de ‘La gota fría’ pensando en lo que ellos necesitaban, con mi bagaje folclórico y rockero.
Recuerdo que me monté en una buseta, saliendo de esa reunión, pensando en cómo iba a ser la música de ‘La gota fría’. Cuando llegué a mi casa, que no era muy lejos –había un recorrido de media hora o menos–, ya sabía cómo era. Llamé a Eduardo de Narváez, que era el productor, no esperé nada y le dije: ‘Eduardo, ya tengo mi versión de la canción’; y me dijo: ‘Pues, véngase pa’l estudio’. Y entonces yo otra vez salí, me fui pa’l estudio y trabajé en ello un rato, porque realmente fue muy poco tiempo. Puse en una cinta las ideas que tenía en la cabeza. Solo fue que las pusiera y ya empezó a sonar, y ahí Eduardo llamó a Carlos: ‘Oiga, véngase para que oiga lo que está pasando’. Él fue allá, y ya, ahí quedé. Al día siguiente me habían contratado, no solo para hacer lo que estaba haciendo con ‘La gota fría’, sino para tocar en el grupo”.
¿Qué habría sido de Vives sin Teto Ocampo?, se pregunta Ricardo Durán en entrevista para El Espectador. En su libro, el mismo Carlos Vives dijo: “Lo adoramos. Teto es lo mejor que nos pasó en esa época. Clásicos de la provincia era un proyecto en el que había una compañía [Sonolux]; y, cuando yo encuentro mi equipo de rockeros, entonces, empieza la compañía a presionar por los productores más reconocidos en ese momento; y yo comienzo a decir: ‘No, yo necesito esto, porque voya ir por este lado’”.
Este miércoles el samario escribió en su cuenta de X, antes Twitter, una sentida despedida que se lee con el llanto de la Sierra mientras alguien se empuja un ron.
“Hace treinta años grabamos juntos nuestro primer álbum Clásicos de La Provincia; ese sonido de la guitarra en La gota fría que irrumpió por primera vez en el vallenato era él. Y junto a él, una familia de músicos bogotanos que emprendimos un nuevo camino para la música local y del mundo. Hoy me siento huérfano de padre musical y será duro encontrarnos, vernos todos a la cara y decir: no puede ser. Y lo vamos a llorar y lo vamos a extrañar. Ahí está en la carátula de nuestro álbum con su guitarra y su manta arahuaca.
Para nosotros no morirás nunca y tu legado se queda aquí con nosotros, con las nuevas generaciones, con tu hermosa familia que siempre será nuestra. Te amo y le doy gracias a la vida de que hayamos coincidido en el camino”.
A mediados de los 90, cuando Vives ya surfeaba la ola de la industria y miraba a todos desde lo más alto de los escalafones y era el más escuchado en la radio musical, Teto Ocampo decidió marcharse. Así como cuando volvió de Estados Unidos para encontrarse con Vives y su combo, sin más, se fue a buscar sus propios caminos. Lejos de lo mainstream.
“No quiso viajar más por el mundo y se dedicó a sus alumnos y a emprender el liderazgo de la arqueología musical en Colombia y América. Por eso también lo llora la Sierra y los hermanos mayores y las notas de su flauta arahuaca se escucharán por siempre cuando los mamos mágicos las echen a volar por la Sierra para recordarlo. Vuela alto mi querido amigo”, dijo Vives al respecto.
En su libro Durán le pregunta a Carlos Vives sobre la llegada de Teto Ocampo a La Provincia
“No sé, pero llegaron al estudio de Eduardo de Narváez. Cuando Sonolux dijo que iban a hacer un concurso con productores, ese grupo no venía por el lado de la compañía, venía por el lado de nuestras bandas rockeras. Yo quería por el lado de Distrito Especial, por el lado de los que estaban haciendo canciones colombianas. La cumbia nos daba un patrón nuevo, las bandas más blueseras de pronto metían patrones de cumbia. Yo quería aplicar eso, mi sonido quería irse por ese lado. No quería irse por el lado de la salsa con el arreglo orquestal de la música tropical –que era el camino propuesto por la compañía de discos– y para eso había productores reconocidos. Yo quería traer la batería y hacer del conjunto vallenato mi banda de rock. Yo sabía que había nuevos patrones para que no sonara como rock ni como un conjunto vallenato tradicional, sino como una cosa nueva”.
En “Sobrelruido” Ocampo habló de ese camino que emprendió. “Es difícil hablar de eso, pero lo que me llevó a retirarme fue el hecho de sentirme atado musicalmente. Necesitaba liberarme, pero ahora también entiendo que era un poco inmaduro al echarle la culpa a La Provincia de que yo estuviera atado musicalmente, cuando podría haber sido más consecuente con eso –o ser más pilo– y buscar la otra cosa, sin necesidad de retirarme. Pero bueno, así pasaron las cosas. Yo ya pedí disculpas al mismo Carlos y al Universo, por ser así de acelerado; pero esa era la razón que yo invocaba en ese momento. Necesitaba reconectar con el jazz, el rock and roll, con la música acústica”. En entrevista para El Espectador, Durán dice que Ocampo “nos marcó a todos, aunque no seamos conscientes”.
En el videocast “Ritmos del Mundo”, que se publicó en enero del año pasado, Teto Ocampo amplió su versión sobre la separación con Carlos Vives: “Me parecía que no me podía quedar ahí. Había que decir las cosas con más franqueza y hablar de política. Y eso no le quedaba bien a Carlos porque está en otra cosa. Le faltaba el rock, la demencia e ir más lejos con las búsquedas armónicas y empezó Bloque de Búsqueda, que nos marcó a todos”.
Algunas frases para recordar a Teto Ocampo
“Siempre me pregunto por qué a los niños les ponen esa música ridícula con animalitos. Ellos lo que quieren es rock y pogo”.
“The Beatles, John Lennon, Mick Jagker, Johnny Cash, son mis papas sociales. Soy lo que soy porque ellos existieron y fueron jóvenes”.
“Entendí que también hay un vallenato muy feo, que está muy de moda; una baladita toda occidental, con esos videos de una gente toda agringada en la piscina mostrando la plata”.
“En los colegios están enseñando mal la disciplina. Quedarse quieto y callado. Esa es una tontería. Disciplina es todos los días tocar la guitarra, disciplina es no estudiar matemáticas para tocar la guitarra”.
“Hay una frase muy bella del pueblo arhuaco que dice, ‘La Madre sabe cómo teje’, la vida nuestra es una mochila que La Madre está tejiendo permanentemente”
“Uno se muere, pero lo que nosotros deberíamos guardar es lo que somos: nuestro idioma, nuestra cultura, nuestras tradiciones. Deberíamos luchar por preservar eso”.