The Cure, una noche para el amor y la melancolía
Casi cincuenta años de historia musical se revivieron este domingo en el Movistar Arena de la mano de The Cure, la banda británica liderada por Robert Smith que con clásicos como “Lullaby”, “Lovesong” y “Just Like Heaven” hicieron que los corazones rotos volvieran a sentir amor.
Daniela Suárez Zuluaga
No existen palabras que puedan equipararse a los sonidos románticos y nostálgicos de The Cure. El pronunciado bajo de Gallup, la inconfundible guitarra de Gabrels, la batería de Cooper, los teclados de O’Donell y la voz de Smith van a cumplir cinco décadas siendo el complemento perfecto para los oídos de todos sus fanáticos. La banda se fundó en el 76, y hasta hoy su música se ha quedado grabada en la memoria de millones de personas, generación tras generación, como una melodía eterna que se rehúsa a quedar refundida en el olvido.
Eran pocas las posibilidades de que The Cure viniera a Colombia, pero Road to Primavera lo hizo posible y llegaron al escenario del Movistar Arena con casi tres horas de repertorio. Pero antes de dar su show, las bandas Encarta 98 y Slowdive prepararon al público con una buena dosis de indie rock que incitó a mover la cabeza y el cuerpo. Un calentamiento previo para lo que iba a ser la presentación más importante de la noche que comenzó con “Alone”.
La banda salió al escenario con un fondo de noche estrellada y unos acordes de guitarra con su sonido característico. El Movistar Arena estaba a reventar y cuando comenzó la primera canción todos los músicos estaban en su lugar, menos Robert, que quiso desplazarse de lado a lado para saludar a todas las personas que estaban en gradería, y también a las que estábamos en el centro, de pie, dispuestos a estar parados durante dos horas y media. La batería con el logo de The Cure, la camiseta de Robert con la bandera de Colombia y su típico cabello despeinado fueron detalles que no pasaron desapercibidos ante los fans, que los recibieron con carteles y una euforia digna de una banda como esta.
La noche continuó con clásicos como “Pictures of You”, “A Night Like This”, “Lovesong”, “Just Like Heaven” y “A Forest”. Las luces que acompañaban cada canción hacían alucinar, y aunque Robert escasamente habló para saludar, la energía de toda la banda no se apagó ni un segundo. Era una canción tras otra, para mí no fue curioso ver cómo personas de edades distintas bailaban y cantaban las canciones, porque como lo dije antes, la música de The Cure pareciera ser inmortal, no pierde la magia ni la esencia, y la noche del domingo todos fuimos uno solo.
Para la primera parte del concierto la banda tocó 18 canciones en total que incluyeron grandes éxitos de su carrera y llevaron a los asistentes a un viaje a través del tiempo. La nostalgia se apoderó del lugar, algunos con lágrimas en sus mejillas y una sonrisa sincera cantaban esos temas que marcaron su vida por alguna razón, y otros con los ojos cerrados se deleitaban con la magia, las melodías y los recuerdos que contemplaban al ritmo de la música.
Para la segunda parte, la banda tocó cuatro canciones (It Can Never Be the Same, Want, Plainsong y Disintegration) divididas entre sus álbumes más clásicos, como “Disintegration” (1989) y “Wild Mood Swings” (1996), otro viaje a la nostalgia que tocó los corazones de todos. Algunas canciones de The Cure se caracterizan por tener intros largas, que permiten apreciar la esencia sonora de la banda, cerrar los ojos y escuchar. La experiencia fue inmersiva, pero no todo fue nostalgia. Es una banda versátil, que aunque logre sumir en su melancolía con algunas canciones, hay otras que hacen mover el cuerpo sin parar.
Es el caso de “Why Can’t I Be You”, una de las canciones que hicieron parte de la tercera y última parte del concierto. “¡Los amo! qué chimba estar aquí!” gritó durísimo alguien detrás mío, que de tanto bailar casi me hace caer con un empujón... lo dejé pasar, porque amo ver a la gente feliz viendo a sus artistas favoritos, Pasó igual con “Close To Me”, un clásico que también puso a bailar a todos. Por supuesto, “Friday I’m In Love” hizo que las parejas reafirmaran su amor finalizando la noche... besos, abrazos y amor, mucho amor.
La banda británica cerró la noche con “Boys Don’t Cry”, y reafirmó una vez más que no por nada van a cumplir cincuenta años siendo un referente del rock a nivel mundial, y una inspiración para miles de artistas y bandas emergentes que encontraron en su música una razón más para seguir haciendo arte, para hacer que el legado de The Cure sea eterno. “¡Gracias! dijo Robert al final, la tercera palabra que pronunció en toda la noche, y aun así, brindó a sus fans un show que nunca olvidarán.
No existen palabras que puedan equipararse a los sonidos románticos y nostálgicos de The Cure. El pronunciado bajo de Gallup, la inconfundible guitarra de Gabrels, la batería de Cooper, los teclados de O’Donell y la voz de Smith van a cumplir cinco décadas siendo el complemento perfecto para los oídos de todos sus fanáticos. La banda se fundó en el 76, y hasta hoy su música se ha quedado grabada en la memoria de millones de personas, generación tras generación, como una melodía eterna que se rehúsa a quedar refundida en el olvido.
Eran pocas las posibilidades de que The Cure viniera a Colombia, pero Road to Primavera lo hizo posible y llegaron al escenario del Movistar Arena con casi tres horas de repertorio. Pero antes de dar su show, las bandas Encarta 98 y Slowdive prepararon al público con una buena dosis de indie rock que incitó a mover la cabeza y el cuerpo. Un calentamiento previo para lo que iba a ser la presentación más importante de la noche que comenzó con “Alone”.
La banda salió al escenario con un fondo de noche estrellada y unos acordes de guitarra con su sonido característico. El Movistar Arena estaba a reventar y cuando comenzó la primera canción todos los músicos estaban en su lugar, menos Robert, que quiso desplazarse de lado a lado para saludar a todas las personas que estaban en gradería, y también a las que estábamos en el centro, de pie, dispuestos a estar parados durante dos horas y media. La batería con el logo de The Cure, la camiseta de Robert con la bandera de Colombia y su típico cabello despeinado fueron detalles que no pasaron desapercibidos ante los fans, que los recibieron con carteles y una euforia digna de una banda como esta.
La noche continuó con clásicos como “Pictures of You”, “A Night Like This”, “Lovesong”, “Just Like Heaven” y “A Forest”. Las luces que acompañaban cada canción hacían alucinar, y aunque Robert escasamente habló para saludar, la energía de toda la banda no se apagó ni un segundo. Era una canción tras otra, para mí no fue curioso ver cómo personas de edades distintas bailaban y cantaban las canciones, porque como lo dije antes, la música de The Cure pareciera ser inmortal, no pierde la magia ni la esencia, y la noche del domingo todos fuimos uno solo.
Para la primera parte del concierto la banda tocó 18 canciones en total que incluyeron grandes éxitos de su carrera y llevaron a los asistentes a un viaje a través del tiempo. La nostalgia se apoderó del lugar, algunos con lágrimas en sus mejillas y una sonrisa sincera cantaban esos temas que marcaron su vida por alguna razón, y otros con los ojos cerrados se deleitaban con la magia, las melodías y los recuerdos que contemplaban al ritmo de la música.
Para la segunda parte, la banda tocó cuatro canciones (It Can Never Be the Same, Want, Plainsong y Disintegration) divididas entre sus álbumes más clásicos, como “Disintegration” (1989) y “Wild Mood Swings” (1996), otro viaje a la nostalgia que tocó los corazones de todos. Algunas canciones de The Cure se caracterizan por tener intros largas, que permiten apreciar la esencia sonora de la banda, cerrar los ojos y escuchar. La experiencia fue inmersiva, pero no todo fue nostalgia. Es una banda versátil, que aunque logre sumir en su melancolía con algunas canciones, hay otras que hacen mover el cuerpo sin parar.
Es el caso de “Why Can’t I Be You”, una de las canciones que hicieron parte de la tercera y última parte del concierto. “¡Los amo! qué chimba estar aquí!” gritó durísimo alguien detrás mío, que de tanto bailar casi me hace caer con un empujón... lo dejé pasar, porque amo ver a la gente feliz viendo a sus artistas favoritos, Pasó igual con “Close To Me”, un clásico que también puso a bailar a todos. Por supuesto, “Friday I’m In Love” hizo que las parejas reafirmaran su amor finalizando la noche... besos, abrazos y amor, mucho amor.
La banda británica cerró la noche con “Boys Don’t Cry”, y reafirmó una vez más que no por nada van a cumplir cincuenta años siendo un referente del rock a nivel mundial, y una inspiración para miles de artistas y bandas emergentes que encontraron en su música una razón más para seguir haciendo arte, para hacer que el legado de The Cure sea eterno. “¡Gracias! dijo Robert al final, la tercera palabra que pronunció en toda la noche, y aun así, brindó a sus fans un show que nunca olvidarán.