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“Cuándo estás empezando, siempre tienes que hacer todo tú mismo”, contaba JJ Janiak, vocalista de la legendaria banda de punk inglesa Discharge, hablaba acerca de la filosofía del Hágalo usted mismo, o D.I.Y. - Do It Yourself, por sus siglas en Inglés. Era interesante explorar si, en 45 años de trayectoria, los principios de la autogestión y la independencia seguían codificados en su proceso de trabajo.
El D.I.Y había sido justamente el tema de la jornada académica de la noche anterior, en la que los integrantes de I.R.A. y de Peste Mutantex, agrupaciones icónicas del punk nacional, contaron su experiencia como antesala a su presentación en el festival. La tarima principal albergaría un cartel el sábado 3 de diciembre dedicado exclusivamente a estos sonidos.
Primero pasaron los grupos locales Sin Pudor y Rattus Rattus, ganadores de la convocatoria distrital y representantes de la escena local con propuestas estéticamente ambiciosas y estridentes. Tocaron ante un público ávido de punk y dieron paso a Las Ultrasónicas y Peste Mutantex, que llamó a miles de personas a corear Dinero o Mátate, clásicos entre el público de Rock al Parque.
Faltaban apenas minutos para que Discharge se apoderara del escenario más grande en el tercer día de Rock al Parque 2022 y aunque JJ se veía acostumbrado al ajetreo y la producción de un festival de esta escala, sabía que era señal de que la época en la que verdaderamente lo hacían ellos mismos probablemente terminó hace años.
“Llevamos tanto tiempo haciendo esto, los escenarios, como puedes ver, son tan grandes, que es difícil mantener todo D.I.Y.”. Entendible teniendo en cuenta que Rock al Parque, un festival gratuito con 87 actos en tres tarimas a través de cuatro días, no se podría realizar sin la interdependencia, el trabajo en equipo, los patrocinios y el apoyo distrital.
Aquella fue la primera presentación de Discharge en Colombia, una estruendosa demolición del escenario Plaza que dejó en evidencia la aún vibrante juventud de sus integrantes. Son pioneros sónicos, conocidos por inyectar de ruido y velocidad al punk en sus inicios, dejando rastros de su ADN para siempre en el thrash, el noise, el hardcore y el grind. Ya han hecho más que suficiente ellos mismos.
Su caso no es muy disímil al de las bandas que se presentaron antes y después de ellos en la misma tarima. La programación del festival el sábado, rica en veteranos del punk y bandas que le dieron forma al género, demostró con contundente evidencia qué el tiempo reconocerá aquellos actos que se mantengan honestos ante la crecida de los públicos y los escenarios.
Las Ultrasónicas habían incendiado el escenario en la tarde con una presentación provocadora, cálida y energética, que desató la furia en el público. Ellas también se han consolidado como un referente sonoro y estético con su cruda invención punk: asoleada en vibras de surf y bañada en cerveza.
También son autoras de su propia revolución, pues en el año 1996, cuándo se formaron Las Ultrasónicas en la Ciudad de México, las escenas del punk se conocían por exhibir excluyentes lógicas machistas.
“¡Cuando nosotras empezamos a tocar ustedes no habían nacido! No había escenarios como este, no había monitores, no había nada. Y sobre todo había un chingo de cabrones que nos querían poner el pie y decir que nosotras mujeres no podíamos tocar”, gritó Ali Gua Gua, cantante de Las Ultrasónicas, quien también hizo parte de las Kumbia Queers y ha estado en la primera línea exigiendo espacios seguros e iguales, en escenarios y pogos, para mujeres y disidencias sexuales.
“¡Querían que nada más nos quitáramos la ropa! ¡Que solamente nos fuéramos a la cocina! ¿Y saben qué? hicimos esta canción que se llama Mentalidad de perdedor: Loser Mentality”. Ese brillante salto de la teoría a la práctica, de nuevo y a esta altura de su carrera, en una escena punk y una sociedad que es aún marcadamente insegura para las mujeres, mostró a una banda aún comprometida con hacerlo ellas mismas, librar con sus instrumentos esa lucha y asegurar esos espacios físicos e ideológicos.
Así, en México como en Colombia, las bandas que han logrado mantenerse sintonizadas con el quehacer diario de su lucha son las que han perdurado en el tiempo para dar ejemplo a generaciones ya distantes. Aquí nuestros pioneros punk son I.R.A., y en el Medellín de hace 36 años, hacerlo ellos mismos también era la única opción.
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Tanto en su discurso y letras como en sus pantomimos militaristas se lee una frustración hacia la violencia estatal y hacia la máquina normalizadora del capitalismo voraz. En un país dónde aún se asesinan defensores sociales y ambientales, alzar la voz es asumir un riesgo.
La presentación fue una oda al legado de I.R.A., que celebra el 15 aniversario de su histórica presentación en CBGB New York, e incluyó clásicos de su largo repertorio que desataron violentas colisiones en pogos esparcidos a través del escenario Plaza.
El de I.R.A. fue un legado hecho a pulso, que siempre resistió con fuerza al narcotráfico y la corrupción, y que sin espacios autogestionados y redes de apoyo independientes pudo haberse interrumpido precozmente. Al igual que Discharge, que inició aquí su gira por Latinoamérica, y Las Ultrasónicas, que guardaron para Rock al Parque su regreso a los escenarios después de 10 años, lo de la banda paisa se sintió como una ocasión especial para reconocer todo lo que se ha logrado.
Bandas más jóvenes, en otros escenarios y franjas horarias, aún se encuentran sumidas en el eterno trajín de tener que hacerlo ellos mismos. Aún no conquistan el estatus de legendario que viene con décadas de hacer saltar a los cuerpos. El D.I.Y. por ser más liberador no es más fácil y puede socavar la paciencia y la obstinación más fuertes.
Para bandas como The Kitsch, cuyos integrantes están siempre apareciendo con espacios e iniciativas autogestionadas en Bogotá, o Sin Pudor, que con gritos y distorsión también buscan arrebatar a los hombres el protagonismo en el punk, esta es la parte dura.
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La gente del punk, del metal, del rock y la música ruidosa que lleva décadas haciendo lo que hace y que hoy llena festivales, solía tener poco a su favor para hacer realidad ese destino. A veces poco más que las puras ganas de hacerlo. El punk particularmente, con su relativa simpleza instrumental, es un punto de entrada a la música para muchos que no pintaban para músicos, se presta para hacerse en casa, con lo que sea que esté a la mano.
Por otro lado, Rock al Parque se ha vuelto enorme. Detrás de las tarimas nadie trabaja sólo, se trata de un numeroso equipo de producción en el que participan varias organizaciones. Es también público, y desde ahí comienza a hacer parte de la colectividad. Es la plataforma del Distrito donde todo lo autogestionado debe colisionar, tanto lo consagrado como lo que está en ascenso, para dar testimonio de lo que se puede lograr así al principio solo estén las ganas.
A medida que el legado de Rock al Parque también evoluciona, pues ya son 26 ediciones, cobra sentido ver a estas bandas presentarse. Entre modernas pantallas y luces, en una tarima con pasarela, se honra a veteranos de luchas autogestionadas por los incontables toques en sudorosos antros subterráneos, por aguantar el estigma y combatirlo. Lo que una generación construyó y lo que puede llegar a aprovechar otra.