Wilson Manyoma: “Llegué a ser el artista que esperaba ser”
El mítico vocalista de Fruko y sus tesos asegura que llegó a la etapa en su vida en la que consolidó su propio sonido y asegura que todos los éxitos que firmó al lado de Fruko son cosa del pasado, ya no es su sonido.
Hugo Santiago Caro
El pionero de la dinastía de los Manyoma, Wilson, lleva más de 40 años recorridos escribiendo historia de la salsa colombiana. De la escuela de Julio Ernesto Estrada, Fruko, “Saoco” sigue batallando por demostrar que su voz, tan grave como versatil, es muchísimo más que El preso la canción insigne con la que le dio la vuelta al mundo con los Tesos de Estrada.
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El pionero de la dinastía de los Manyoma, Wilson, lleva más de 40 años recorridos escribiendo historia de la salsa colombiana. De la escuela de Julio Ernesto Estrada, Fruko, “Saoco” sigue batallando por demostrar que su voz, tan grave como versatil, es muchísimo más que El preso la canción insigne con la que le dio la vuelta al mundo con los Tesos de Estrada.
Caliventura, El tronco seco, Los Charcos y otro tanto de éxitos han marcado su carrera para llegar a sonidos como la Salsa del amor, uno de los primeros sencillos que ve la luz y hace parte de su última producción discográfica y con la que afirma haber llegado a un sonido y un estilo que ha buscado durante toda su vida.
En entrevista con El Espectador, el caleño de 71 años le da un repaso a su carrera artística y adelanta de qué va su nueva propuesta.
¿Cómo recuerda usted la música paisa en esos días de su llegada a Medellín? El tropicalismo, el chucuchucu…
Nosotros llegamos a Medellín en 1973 y tuvimos que establecernos como una orquesta de salsa. Sin embargo, en Medellín no había salsa. Allá había música tropical, como la que llamamos así. Los Hispanos, Los Graduados, Combo de las Estrellas, que yo tuve la oportunidad de conocer en ese momento, eran los que lideraban. Pero Fruko y sus Tesos fue algo impactante. Primero, por su vestimenta y también porque la orquesta no era realmente de Medellín. Los músicos eran de diferentes partes del país. Incluso llegamos a tener a un holandés que, al parecer, vino, se enamoró de Fruko y grabamos un disco con él. Pero lo más importante era nuestra vestimenta.
No teníamos uniformes, pero luego tuvimos que usarlos. Después de un incidente que ocurrió aquí en Bogotá, en el Hotel Tequendama, ese día veníamos de Lima, Perú, e íbamos a tocar en un matrimonio. Íbamos a entrar y el portero preguntó: “¿Ustedes quiénes son? ¿Y por qué vienen así?” Yo dije: “No, vamos a tocar en la fiesta, somos Fruko y sus Tesos”. Él dijo: “No, ustedes no pueden entrar así”. Recuerdo que había otros grupos musicales y ellos sí estaban bien vestidos, bien uniformados. En ese tiempo era así. Entonces Fruko tomó la decisión y dijo: “Bueno, entonces nos vamos. No hay problema, nos vamos”. Pero el anfitrión de la fiesta se dio cuenta y vino rápidamente y dijo: “¿Qué está pasando? Ellos no pueden irse, son los invitados especiales de esta fiesta”. No importa eso, ellos tienen que entrar. Así que finalmente entramos a la fiesta y realmente, todo el mundo miraba a esa orquesta y a esos tipos. Pero la música lo cambió todo. Lo cambió por completo.
Esa noche fue una fiesta muy bonita. Los dos tipos con su orquesta, bien vestidos y toda esa cosa. Después de eso, Fruko nos dijo: “Muchachos, tenemos que cambiar esto porque ya nos están causando problemas”. Y bueno, eso hizo que pudiéramos adoptar buenos uniformes y todo eso. Y las cosas cambiaron, cambiaron porque las orquestas tenían que alternar con nosotros y nosotros tocábamos la salsa que habíamos grabado. Entonces, poco a poco, comenzamos a tener éxitos. Y eso era lo que nosotros tocábamos.
La capital se convirtió en un punto de partida muy importante porque aquí se estableció una caseta llamada Matecaña. Esa caseta estuvo aquí durante aproximadamente un año o seis meses. Nosotros veníamos, tocábamos y nos íbamos. Veníamos todas las semanas. Y tuvimos un enfrentamiento musical mano a mano con una orquesta que estaba muy popular aquí en Colombia llamada Nelson y sus Estrellas. Esa orquesta era muy buena y muy popular, pero nosotros salimos victoriosos. No porque ellos fueran malos, sino porque el público estaba más a favor de nosotros. Éramos una orquesta colombiana innovadora, con dos cantantes.
A partir de ese momento, Fruko prácticamente comenzó a conquistar Colombia. Y con esa caseta recorrimos casi todo el país.
Tal vez, ¿no consideró la posibilidad de quedarse en Cali y explorar distintos sonidos allí? Por ejemplo, su hermano Hermes hizo su orquesta allá. ¿Cuál fue la razón detrás de su decisión de irse a Medellín?
La orquesta de Fruko, su sede, es Medellín, pero los músicos no eran de Medellín. Entonces, ellos eran los que grababan. Estaba Gustavo García en el trombón, Rafael Benítez de Sincelejo, Hernán Gutiérrez de Ibagué. Para poder reunir a los músicos, teníamos que estar en Medellín porque allí grabábamos.
Yo llegué a Cali como el nuevo cantante de salsa porque Piper Pimienta ya estaba allí como uno de los pioneros. Después de mí, llegó el Joe. Yo regreso a Cali y nadie creía que yo había podido triunfar porque mi historia era el fútbol. Mis amigos me decían: “Que Wilson ya había grabado un disco, que ahora se hacía llamar Saoco”. Incluso mi familia se sorprendió y dijo: “¡Vaya, Wilson!” Después de ese disco llamado “Ayunando”, fue cuando volví a Cali.
A los meses, Fruko me dice: “Tienes que venir urgentemente porque la orquesta va a salir a Ecuador, Perú, y esa orquesta sale de Medellín”. Entonces tuve que irme a Medellín y me quedé allí.
Lógicamente estuve 15 años en Medellín y luego, cuando vimos la situación, regresé a Cali. Desde allí viajaba, tocábamos y todo. La orquesta empezó a desmoronarse porque tuvimos un viaje a Estados Unidos y el empresario le falló a Fruko. Es decir, no le pagó y Fruko no supo cómo responderle a los músicos de la orquesta. Hernán y Gustavo se quedaron allí. Nosotros regresamos. Fruko decía: “Tengo a estos chicos aquí, tengo que aprovecharlos al máximo”. Teníamos un contrato con Discos Fuentes y por eso decidimos quedarnos. Ahí me nacieron varios hijos, pero luego me establecí en Cali.
Como quiera que sea, mi familia también incluye músicos y colegas míos con los que empezamos a unirnos y formar cosas. Ahí íbamos, veníamos. Fruko tenía una ventaja, hizo una producción musical para la Sonora Dinamita y eso se hizo popular en Estados Unidos, Los Ángeles y México. Entonces, eso empezó a ser aprovechado y Julio se quedó establecido en Los Ángeles. La orquesta de Fruko quedó completamente inactiva porque él estaba ganando dinero con la Sonora Dinamita, que estaba muy popular. Yo seguí mi camino por aquí y por allá, al igual que Joe. Pero un empresario le dice a Joe: “Mira, quiero traer a Fruko a Europa para 20 presentaciones. Ustedes nunca han venido por aquí, ya vino Joe, ya vino esto, ustedes no han venido, Fruko. Pero si traes a Wilson, podemos hacer esa gira”. Yo no estaba con Fruko en ese momento, pero me llaman y en 1994 regresé en una gira casi de 30 conciertos por Europa, y fue un tremendo éxito, terminando en París. Fue una locura. Creo que canté “El Preso” unas 30 o 40 veces en una sola noche. Era una locura, hermano. Veíamos la Torre Eiffel desde lejos mientras hacíamos la prueba de sonido para tocar esa noche. Y sí, íbamos a ir allá, primero teníamos que hacer la prueba de sonido, y la veíamos, ya sabes, París, es muy bonito y todo. Pasamos toda la tarde haciendo la prueba de sonido, y a las siete de la noche ya estaba lleno. Nos dijeron: “No, tienen que tocar ahora, toquen, hermano, porque esto está lleno”. Así que empezamos a tocar, y como fue un éxito tan tremendo, decidimos regresar a Colombia. En el avión, Fruko me dice: “Wilson, mira, ¿qué piensas de que volvamos a tomar el rumbo? Pero no como Fruko y sus Tesos, sino como Fruko y su Big Band, una orquesta de saxofones, una orquesta a gran escala”.
Entonces tuve que ir a Medellín. Lógicamente, hice otro contrato con ellos y grabamos con la Big Band. Grabamos “Son de la Loma”, una producción con muchos jóvenes. También hice dos álbumes con Fruko en ese momento, pero eso se hizo popular. Hasta ahí llegó la era de los discos de vinilo. Luego comenzaron a salir los CDs, y también me subí a esa tendencia. Apareció “Mi Libertad” y se convirtió en un éxito. Fruko volvió a formar su orquesta, y comenzamos a trabajar como Fruko y sus Tercios. Viajábamos con él y tocábamos por toda Colombia, en muchos lugares. Estuve con Fruko durante casi 35 años.
Al hablar de Fuentes y considerando las diversas etapas que atravesó, siendo un sello discográfico muy orientado hacia la música tropical, ¿le gustaba y lo escuchaba antes de entrar en contacto con ellos? Además, ¿cómo describiría su relación con la música tropical y cómo la recuerda?
Lo que pasa es que es un sello discográfico que todos los días está produciendo música: salsa, vallenato, boleros. Yo conocí a dos personas que se molestaron mucho cuando nosotros llegamos a Medellín. Uno se llamaba Rodolfo Aicardi, que ya falleció, y un bolerista de Pereira, Ricardo Fuentes. Estas personas eran intocables, porque Rodolfo Aicardi vendía mucho, vendía mucho y era muy talentoso, pero él se sintió amenazado porque también grababa con Fruko en los Ídolos y los Bestiales. Era la música tropical de aquel entonces. Cuando nosotros llegamos, empezaron a decir que éramos los que estaban pegando y que la empresa estaba ganando mucho dinero. Ellos se enfadaron, especialmente Rodolfo Aicardi, porque tenían una deuda pendiente conmigo. Yo llegué primero que Fruko a los Bestiales y hacía los coros. No podía ir a las presentaciones porque Rodolfo decía que no, pero una noche Rafa Benítez le dijo: “Hermano, Wilson tiene que trabajar, Wilson está aquí, nosotros lo podemos llevar. Dile a ese hombre que él hace los coros y puede cantar las canciones también”. Pero él se negó. Esa noche se desató la ira, ya que agarraron a Rodolfo por ahí, le quitaron el chaleco y lo rompieron. Dijo: “Hasta aquí llegamos, Fruko, hasta aquí llegamos”, y así fue, Rodolfo puso fin a su asociación con Fruko. Luego, Fruko formó su propia orquesta poco a poco y comenzamos a tocar en diferentes partes, como Caldas cerca de Medellín.
En cuanto a cómo nos recibían en otras partes del país, como Barranquilla y Cali, donde se escuchaba una salsa tan puertorriqueña, la música de Fruko era diferente. En Cali, hay una anécdota muy bonita. La primera vez que llegamos a Cali fue para un evento de bailarines mundiales de salsa. Había participantes de Cuba, Puerto Rico, Panamá, Venezuela, pero el ganador fue un joven Watusi. El evento fue organizado por un cubano. Esa fue nuestra primera vez en Cali. Después volvimos y recuerdo que llegamos a un hotel en el centro y el F2 comenzó a detenernos porque pensaban que éramos extranjeros y nos pidieron los permisos de trabajo y todo eso. Pero les mostramos nuestros documentos y cédulas, y se dieron cuenta de que estaban equivocados, éramos colombianos. Ahí es cuando la salsa colombiana empezó a ganar más fuerza gracias a nuestra orquesta, Fruko y sus Tesos, que alternaba con muchos grupos musicales establecidos que venían a tocar en Cali. Creo que eso fue un preludio de lo que ha sucedido hasta ahora. Hay muchos grupos musicales colombianos muy buenos, y siempre ha habido un gran respeto. Creo que lo que hemos logrado con nuestra música colombiana ha sido muy significativo.
¿Recuerda cuándo se popularizó la salsa romántica, aproximadamente después de esa época con Fruko? Me gustaría saber cuál fue su reacción y qué pensó al respecto.
Lo que pasa es que siempre he dicho que uno escucha lo mejor. A mí me gusta mucho el bolero, el son montuno y la guajira, y siempre aprendí a llevar ese ritmo y a cantar un bolero. Es muy importante para uno como sonero y cantante, el bolero tiene un gran valor. También aprendí mucho de las baladas. ¡Uy, sí! Las baladas me han influenciado mucho. Y la música colombiana, nadie cree que uno pueda cantar un pasodoble. Los puertorriqueños no te van a cantar una cumbia ni un pasodoble porque no saben qué es eso, pero nosotros sí, porque nosotros nacimos aquí. Y eso me hizo grande, porque aprendí de todas esas cosas. Puedo cantarte un pasodoble, Manizales, te canto un bambuco.
Todo eso lo puedo cantar porque soy de aquí, de la música del Pacífico. Eso es lo que me ha hecho tener esa facilidad para entender los ritmos y todo. Pero al fin y al cabo, soy un cantante salsero, hablando en términos tropicales. Eso ya está en mi sangre, lo he aprendido de los mayores y seguiré aprendiendo, porque admiro mucho a esos grandes que han hecho tanta música. Los admiro demasiado. Sí, la salsa romántica me llegó, quiero decir, me impactó. Pero nunca creí que podría consumirla de repente y hacerla a mi estilo, y que se sintiera auténticamente romántica.
Pero la canción que está estrenando es muy romántica…
Es salsa romántica, pero esa salsa romántica tiene una diferencia un poquito más... llega un momento en que es como más suavecita, pero su letra sí habla del romanticismo. Hay muchos temas que vienen en ese trabajo musical que hablan del amor y, después de analizarlo todo, pienso que el amor es muy importante. Hay que cantarle al amor, porque ¿cómo conquista uno a una mujer? Cantándole, dándole una flor, diciéndole “mira”. Y ese disco tiene esa cualidad.
En este trabajo, le hice dos canciones al compositor de Salsa del amor, la otra es “Tierra Caribeña”, que va a gustar mucho porque cuando escuché la canción, me hizo pensar: ¿qué es Colombia? Cumbia. ¿Qué es Santo Domingo? Merengue. ¿Qué es Cuba? Son Montuno. ¿Qué es Puerto Rico? La bomba y la plena. Entonces, cuando veo esas palabras ahí, comienzo a cantar cada pedacito, preguntándome: ¿qué es Colombia? La cumbia, como te expliqué antes. Ese tema, como solista, podría hacerlo de esta manera. Sí, porque lo mío ya no tiene nada que ver con la época de Fruko.
Esto queda como clásicos. Pero siento que estoy en otra etapa de mi carrera musical, que finalmente he llegado a ser quien esperaba ser y he comenzado a ver que sí es por aquí. Ahora, eso no viene solo, viene acompañado por personas como Jorge Iván Herrera, productor musical, arreglista y dueño de una orquesta que marcó una gran diferencia en el mundo, llamada La misma gente, los del perfume de París, campanero. Él se enamoró de la facilidad con la que hago música, decía “Wilson, yo no tengo mucho problema, con los demás tengo que ponerles todo, pero contigo es muy fácil, porque cuando te doy el tono, tú con la boca me haces esto y solo vienes a grabar, porque así hacemos todo el trabajo ahora”. Y me dicen: “Wilson, ese es el tono de la canción, podemos agregarle esto”, y así está ocurriendo. Con este trabajo musical que tengo, Wilson, estoy pidiéndole a Dios que pueda realizarlo como es, en un formato de LP.
¿Qué opinan ustedes de ese momento de la industria salsera aquí en Colombia, las nuevas orquestas, las nuevas propuestas?
No soy una persona que juzga todas esas cosas y lastima sensibilidades, porque eso es feo. Me lo tomo para mí. No puedo dormir, hermano, vengo a dormir, paso el día a veces, pero anoche no pude dormir. Me convertí en un insomne, porque cada canción que hago, me acuesto y algo sucede y suena, y tengo que despertarme inmediatamente y comenzar a escribir las partes de esa canción. La desbarato hasta que creo que está armada.
Las personas que están haciendo música ahora, que son un poco más jóvenes y han estudiado más en un conservatorio, las cosas son más, digamos, de mucha escritura y todo eso, no están indagando, no se dan cuenta de cómo puede ser una canción que llegue a una persona, diciéndole, al menos, “esta es una historia de la vida real”. Son muy pocas, ¿no? Se están enfocando en que alguien es un gran timbalero, que alguien toca una gran trompeta, que alguien toca pipi, pero eso no funciona. Hay que llegar al corazón del público. El público tiene que sentir una canción de verdad, que la disfrute, que baile, que sea bacana, que desde el momento en que entra en la canción, haya dicho algo. Si la canción no hace nada, te dicen “la canción, yo siento que con lo que Wilson está haciendo en este momento, pasa algo”.
Cali es una ciudad donde la salsa tiene mucho movimiento y los salseros son bailarines, se han formado escuelas de baile y todas esas cosas, y se enfocan en hacer algo para bailarines, pero los bailarines solo están en Cali y salen en diciembre en algo que hacen allí, en el Salsódromo y todas esas cosas en la Feria, y montan eso, sí, está bien, pero yo no pienso así. Pienso en hacer música que me dé dividendos, que pueda pegar un tema y que ese tema me lleve a muchos lugares donde he podido ir, y sentir que, hombre, sí, Wilson hizo esto y aquello, y está así. Porque la música vende, esto da mucho dinero, pero si estos tipos hacen música solo para diciembre, entonces no creo que pueda cambiar eso. Cada día llegan canciones a mí, las que hago y las que llegan de otras personas que son muy importantes, son muy buenos compositores, y no les dan importancia, parece que no les importara que hay personas que tienen cosas escondidas ahí, pero no pueden hacer nada porque ahora todo es con dinero.
Creo que en esa parte he sido una persona que no se ha complicado, hay un buen compositor de Maicao, Roberto Solano, le he hecho como tres canciones, y Roberto tiene dinero, Roberto tiene dinero porque hace unos días lo visitamos, vimos donde vive, pero todo es porque él recibe regalías de temas que él ha grabado, y esos temas todavía le siguen dando ganancias, porque son suyos. Llegará mi turno, sí, porque yo los interpreto, entonces no puedo pensar en la situación de hacer música para que la bailen en dos días y se quede ahí, estoy pensando en hacer música que me pueda llevar a ganar muchas cosas en el futuro, salir, que esa música llegue lejos, y que yo también llegue allá con esa música.