Ximena Sariñana, en la lucha por los derechos femeninos
La artista mexicana publicó el sencillo “A no llorar”, un tema cuya semilla partió de un campamento de compositoras realizado en Colombia; además, habla de la participación femenina en la industria musical.
Giancarlo Calderón
Cantar, componer, actuar, y hacerlo bien, sin duda requiere talento. Este componente, que se podría definir coloquialmente como hacer fácil lo difícil, es algo innato: un conjunto de habilidades con las que nace una persona para hacer de manera virtuosa una actividad determinada. No obstante, no es el único factor para que esto se lleve a cabo: es en el pulimento, con esmero y disciplina, de esas destrezas intrínsecas donde radica la audacia de alguien para potenciar su don. Es el caso de la cantautora y actriz mexicana Ximena Sariñana, quien desde muy temprana edad incursionó en la escena artística de su país, primero como actriz infantil de series y telenovelas, y luego, paulatinamente, forjando una carrera de cantante y compositora que la ha llevado a los principales lugares en la industria musical de Iberoamérica.
Afortunadamente, el hecho de tener la capacidad para desenvolverse en varias disciplinas artísticas nunca ha constituido para ella un dilema en el cual haya tenido que decidir por alguna de sus pasiones; por el contrario, las has sabido alternar de modo provechoso. Así lo contó la cantante en entrevista con El Espectador: “Pienso que en mi caso se benefician la una de la otra. Creo que mi carrera actoral ha sido muy importante para mi música y viceversa, y espero poder seguir haciendo un poquito de las dos, para mí ese es un plan óptimo”.
En términos profesionales es un buen plan, claro. Sin embargo, el más reciente proyecto de Ximena Sariñana está cargado de algo que trasciende lo estrictamente artístico: la lucha por la reivindicación de los derechos femeninos en distintos ámbitos, incluido por supuesto el laboral. El lanzamiento de su sencillo titulado A no llorar es una muestra del compromiso con esta causa.
“Es una canción que escribí en Bogotá en una especie de campamento de composición organizado por puras mujeres para promover la inclusión femenina en la industria. Asimismo, es un tema que habla sobre la importancia de mostrarse vulnerable, de mostrarse tal y como uno es y de poder llorar cuando hace falta, permitirse pasar por los malos ratos para poder vivir los buenos”.
El campamento al que se refiere Sariñana fue una muy buena oportunidad para reunirse con otros talentos femeninos y, en un ambiente idóneo, poder contar sus historias del modo más sincero posible.
Así, de forma entusiasta, comentó la artista sobre su experiencia en este encuentro: “Fue increíble, sobre todo porque es raro que en un estudio de grabación haya solo mujeres, eso fue lo más enriquecedor de todo. También fue un gran aprendizaje el hecho de darnos cuenta de que esto es lo que tiene que cambiar: que sea cada vez más común que en un estudio de grabación nos encontremos muchas mujeres componiendo a la vez, y produciendo en todos los ámbitos de la industria de la música”.
Esta canción y todo lo que hay detrás de ella, significa un poco más de lo que normalmente representa el lanzamiento de un sencillo al mercado; podría decirse que es una especie de eslabón del trabajo de activista que ha venido realizando Ximena Sariñana en campañas como Justicia sin discriminación, creada por Naciones Unidas.
“A principios del año pasado me hicieron embajadora de buena voluntad para mujeres, que es una cosa obviamente muy importante para mí. Esto le da una voz más potente a todo el trabajo que llevo haciendo por la inclusión de las mujeres en general, por la igualdad de género. Estoy muy contenta de formar parte de la ONU y de avanzar en el tema de igualdad e inclusión para todas las personas distintas que existimos en el mundo, como la comunidad LGTBIQ, entre otras. Sin duda, todas estas causas son muy importantes para mí”, comentó Sariñana.
Igualmente, destacó que es fundamental para ella, a través de su música y su activismo, trabajar en consolidar referencias positivas para muchas mujeres: “Creo que al final lo que estamos haciendo con esta canción y con este proyecto, este nuevo álbum, es crear más referentes femeninos. Creo que los referentes son muy importantes en la vida de uno, el tener una especie de norte, una guía. Alguien que uno admire y respete, y que además te puedas identificar más con esa persona. Por eso hacen falta referentes femeninos en todos los ámbitos de la industria y es lo que estamos tratando de lograr con A no llorar, darles más crédito a las mujeres: mujeres productoras, mujeres compositoras y, eventualmente con el álbum, mujeres ingenieras, mujeres de todos los ámbitos de esta industria”.
Además de su rol de activista en términos conceptuales, por decirlo de algún modo, Ximena Sariñana también quiso materializar su aporte con la decisión de que una fracción de las regalías de A no llorar esté destinada a la Fundación Creciendo con la Música.
“Esta fundación la creó un amigo mexicano, pianista, que se llama Jorge Viladoms. Para él, la música ha sido una influencia muy positiva, pues cuenta que lo salvó quince años después de haber pasado una tragedia terrible. Lo que busca hacer la fundación es justamente darles la oportunidad a niños y niñas de estudiar música, y yo creo que eso va muy de la mano con el mensaje de A no llorar y del proyecto de inclusión en la música. No podemos hablar de inclusión de las mujeres en la música si no hay más acceso al arte desde temprana edad; entonces, en ese aspecto creo que esta fundación hace un trabajo increíble y me encanta poder aportar un granito de arena”.
Tiempo de pandemia como aprendizaje
Al mencionar este tiempo particularmente difícil que ha vivido el mundo, Ximena Sariñana se mostró reflexiva, y resaltó el agradecimiento como un valor indispensable para afrontar este tipo de situaciones.
“Esta pandemia me enseñó mucho. Creo que al final nos hizo a todos agradecer lo que sí tenemos, pues nos quitó muchas cosas: nos quitó la posibilidad de viajar, de hacer conciertos, de moverte como estabas acostumbrado, pero al mismo tiempo a mí me ha hecho valorar muchísimo lo que sí tengo: mi familia, mi espacio, el poder seguir dedicándome a lo que más me gusta, seguir creando música, contar con salud, cosas que de repente damos muy por sentadas por estar como en el bullicio de tanta actividad. Creo que ahorita no me queda más que estar agradecida de que cuento con todo eso”, concluyó enfática la artista mexicana.
Cantar, componer, actuar, y hacerlo bien, sin duda requiere talento. Este componente, que se podría definir coloquialmente como hacer fácil lo difícil, es algo innato: un conjunto de habilidades con las que nace una persona para hacer de manera virtuosa una actividad determinada. No obstante, no es el único factor para que esto se lleve a cabo: es en el pulimento, con esmero y disciplina, de esas destrezas intrínsecas donde radica la audacia de alguien para potenciar su don. Es el caso de la cantautora y actriz mexicana Ximena Sariñana, quien desde muy temprana edad incursionó en la escena artística de su país, primero como actriz infantil de series y telenovelas, y luego, paulatinamente, forjando una carrera de cantante y compositora que la ha llevado a los principales lugares en la industria musical de Iberoamérica.
Afortunadamente, el hecho de tener la capacidad para desenvolverse en varias disciplinas artísticas nunca ha constituido para ella un dilema en el cual haya tenido que decidir por alguna de sus pasiones; por el contrario, las has sabido alternar de modo provechoso. Así lo contó la cantante en entrevista con El Espectador: “Pienso que en mi caso se benefician la una de la otra. Creo que mi carrera actoral ha sido muy importante para mi música y viceversa, y espero poder seguir haciendo un poquito de las dos, para mí ese es un plan óptimo”.
En términos profesionales es un buen plan, claro. Sin embargo, el más reciente proyecto de Ximena Sariñana está cargado de algo que trasciende lo estrictamente artístico: la lucha por la reivindicación de los derechos femeninos en distintos ámbitos, incluido por supuesto el laboral. El lanzamiento de su sencillo titulado A no llorar es una muestra del compromiso con esta causa.
“Es una canción que escribí en Bogotá en una especie de campamento de composición organizado por puras mujeres para promover la inclusión femenina en la industria. Asimismo, es un tema que habla sobre la importancia de mostrarse vulnerable, de mostrarse tal y como uno es y de poder llorar cuando hace falta, permitirse pasar por los malos ratos para poder vivir los buenos”.
El campamento al que se refiere Sariñana fue una muy buena oportunidad para reunirse con otros talentos femeninos y, en un ambiente idóneo, poder contar sus historias del modo más sincero posible.
Así, de forma entusiasta, comentó la artista sobre su experiencia en este encuentro: “Fue increíble, sobre todo porque es raro que en un estudio de grabación haya solo mujeres, eso fue lo más enriquecedor de todo. También fue un gran aprendizaje el hecho de darnos cuenta de que esto es lo que tiene que cambiar: que sea cada vez más común que en un estudio de grabación nos encontremos muchas mujeres componiendo a la vez, y produciendo en todos los ámbitos de la industria de la música”.
Esta canción y todo lo que hay detrás de ella, significa un poco más de lo que normalmente representa el lanzamiento de un sencillo al mercado; podría decirse que es una especie de eslabón del trabajo de activista que ha venido realizando Ximena Sariñana en campañas como Justicia sin discriminación, creada por Naciones Unidas.
“A principios del año pasado me hicieron embajadora de buena voluntad para mujeres, que es una cosa obviamente muy importante para mí. Esto le da una voz más potente a todo el trabajo que llevo haciendo por la inclusión de las mujeres en general, por la igualdad de género. Estoy muy contenta de formar parte de la ONU y de avanzar en el tema de igualdad e inclusión para todas las personas distintas que existimos en el mundo, como la comunidad LGTBIQ, entre otras. Sin duda, todas estas causas son muy importantes para mí”, comentó Sariñana.
Igualmente, destacó que es fundamental para ella, a través de su música y su activismo, trabajar en consolidar referencias positivas para muchas mujeres: “Creo que al final lo que estamos haciendo con esta canción y con este proyecto, este nuevo álbum, es crear más referentes femeninos. Creo que los referentes son muy importantes en la vida de uno, el tener una especie de norte, una guía. Alguien que uno admire y respete, y que además te puedas identificar más con esa persona. Por eso hacen falta referentes femeninos en todos los ámbitos de la industria y es lo que estamos tratando de lograr con A no llorar, darles más crédito a las mujeres: mujeres productoras, mujeres compositoras y, eventualmente con el álbum, mujeres ingenieras, mujeres de todos los ámbitos de esta industria”.
Además de su rol de activista en términos conceptuales, por decirlo de algún modo, Ximena Sariñana también quiso materializar su aporte con la decisión de que una fracción de las regalías de A no llorar esté destinada a la Fundación Creciendo con la Música.
“Esta fundación la creó un amigo mexicano, pianista, que se llama Jorge Viladoms. Para él, la música ha sido una influencia muy positiva, pues cuenta que lo salvó quince años después de haber pasado una tragedia terrible. Lo que busca hacer la fundación es justamente darles la oportunidad a niños y niñas de estudiar música, y yo creo que eso va muy de la mano con el mensaje de A no llorar y del proyecto de inclusión en la música. No podemos hablar de inclusión de las mujeres en la música si no hay más acceso al arte desde temprana edad; entonces, en ese aspecto creo que esta fundación hace un trabajo increíble y me encanta poder aportar un granito de arena”.
Tiempo de pandemia como aprendizaje
Al mencionar este tiempo particularmente difícil que ha vivido el mundo, Ximena Sariñana se mostró reflexiva, y resaltó el agradecimiento como un valor indispensable para afrontar este tipo de situaciones.
“Esta pandemia me enseñó mucho. Creo que al final nos hizo a todos agradecer lo que sí tenemos, pues nos quitó muchas cosas: nos quitó la posibilidad de viajar, de hacer conciertos, de moverte como estabas acostumbrado, pero al mismo tiempo a mí me ha hecho valorar muchísimo lo que sí tengo: mi familia, mi espacio, el poder seguir dedicándome a lo que más me gusta, seguir creando música, contar con salud, cosas que de repente damos muy por sentadas por estar como en el bullicio de tanta actividad. Creo que ahorita no me queda más que estar agradecida de que cuento con todo eso”, concluyó enfática la artista mexicana.