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El eco de la guerra en el cine

Con su ópera prima, “Oscuro animal”, Felipe Guerrero, montajista, productor y director colombiano, fue galardonado. La película deja entrever el protagonismo que tienen las mujeres en el conflicto armado.

El Espectador
17 de marzo de 2016 - 04:30 a. m.
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“Oscuro animal” ha sido galardonada con cuatro premios en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara: Mejor Película Iberoamericana, Mejor Director, Mejor Fotografía y Mejor Actriz. ¿Cómo llegó a la historia?

Esta historia la empecé a escribir hace más o menos diez años, en una residencia de escritura en Madrid. Había investigado mucho sobre el tema del conflicto en nuestro país, realizando trabajos de campo y leyendo informes de Amnistía Internacional y de Human Rights Watch, en las que se les daba voz a las víctimas. Luego de investigar, me di cuenta de que en el centro del conflicto estaban las mujeres. Luego de trabajar en otros proyectos audiovisuales, retomé la película e hice el guión.

¿Por qué llamarla “Oscuro animal”?

Es una metáfora que habla sobre esa bestia oscura que habita en los pueblos, en la periferia y en las grandes ciudades de Colombia y es el conflicto armado, la violencia, que nos acecha, que está latente.

¿Por qué contar el conflicto armado desde la perspectiva de tres mujeres? ¿Qué cuenta cada una de ellas?

Quería que en general fuera una historia que hablara de mujeres que son tocadas por la violencia de una manera muy fuerte y que deben escapar de su entorno y encontrar un lugar en el mundo. Una de ellas es desplazada de su pueblo a raíz de que un grupo armado llega a la zona y amedrenta a la población. Otra de las historias es la de una mujer vinculada con grupos armados y ahí se presenta la problemática del abuso sexual en las filas del paramilitarismo y la guerrilla. La última historia es la de una mujer que es soldado y que cansada de la situación y del maltrato decide fugarse.

¿La película también hace alusión al papel de la mujer en los conflictos que se desarrollan en otras naciones?

Una de las prioridades del proyecto era no ceñirse a la realidad, no porque no tuviese bases sobre lo real, sino no que me hice cuestionamientos acerca de la guerra, por eso quise contarla de otra manera. Nos interesaba dejar en evidencia cómo ese mundo femenino se rompe y cómo ellas logran salir adelante. De hecho, el vestuario de las milicias guerrilleras en la película es totalmente inventado. El vestuario no tiene nada que ver con la guerrilla colombiana o con los paramilitares, sino con las milicias de todo el mundo. Es una composición hecha aposta para la película, en ese sentido este proyecto también trabaja así, no importa el quién, sino qué es lo que se representa. Esas intenciones de tratar de romper y de volverse más abstracto es una invitación al público para que trate de mirar el conflicto de otra manera.

¿Cuál es la diferencia entre “Oscuro animal” y las otras producciones que han hablado del conflicto colombiano?

Creo que una de las particularidades que tiene la película es que cuenta el conflicto de manera diferente, porque apela a lo emotivo y ahí las palabras sobran para expresar el dolor. Aunque hemos puesto el conflicto en el centro de la historia, no nos interesa el golpe, sino la reverberación, lo que causa, la afectación.

¿Qué aporta el filme a la actualidad colombiana?

Es una película que está situada en el después, que a pesar de los momentos difíciles, es esperanzadora, porque le permite al espectador mirar hacia atrás y confiar en que hay una esperanza en el futuro.

El estreno se dio en el mes de enero en el Festival de Rotterdam, ¿cómo fue la experiencia de ver la película con el público?

Ver la película con público es una experiencia muy fuerte, porque luego de estar diez meses en posproducción, compartes las emociones y sanciones del público, además, porque la película ya es de la gente. En esa situación tú ya no estás pendiente de los aspectos técnicos, sino de la actuación de los personajes, de cómo están transmitiendo el mensaje y de cómo es esa conexión con el público.

¿Faltó algo?

A pesar de que conocí a algunas mujeres que fueron víctimas del desplazamiento, me hubiese gustado tener acercamiento con los primeros paramilitares y guerrilleros desmovilizados.

¿Cuándo será estrenada la película en Colombia?

La idea es que la película pase de los festivales a las salas de cine colombianas, pero no es tan sencillo. No queremos que la película esté sólo un fin de semana y luego la saquen de cartelera y el trabajo haya sido en vano. Esperamos que para el segundo semestre de este año podamos lanzarla en Colombia.

¿Cómo ha sido la transición entre montajista, director y productor durante estos 18 años de trabajo?

Me especialicé en Roma y a partir de ese entonces, desde el año 98, he venido trabajando como montajista, porque es mi profesión. Pero, desde que estaba estudiando cine, siempre quise dirigir y llegó Medellín, un cortometraje que dirigí a finales de los 90. Luego, en el 2006 hice Paraíso, que fue mi primer documental. El trabajo como montajista me ayudó muchísimo en todo lo que tiene que ver con el proceso de preparación de mis películas y desde la mirada de director para establecer los diálogos. Esa dualidad me llena.

¿Qué mensaje considera que transmite para el cine colombiano ganar cuatro galardones en el Festival de Guadalajara o ser nominados en los Óscar con “El abrazo de la serpiente”?

Es algo que primero nos llena de felicidad, porque nuestra cinematografía esté siendo reconocida en el exterior. También nos motiva a continuar con ese rigor con el que estamos trabajando, así como envía un mensaje a las instituciones que nos han apoyado y es que vale la pena invertirle dinero a la cultura.

Finalmente, ¿cree que las mujeres están bien representadas en el proceso de diálogo en La Habana?

Hay personas que están intentando que el tema se mantenga sobre la mesa. Sin embargo, creo que la herida es muy grande y que el posconflicto va a ser muy difícil de llevar. El cuerpo de la mujer en la guerra no es solamente botín de guerra, también es un cuerpo que ha sido martirizado y utilizado, pero creo que las mujeres tienen la característica del perdón, así que si viviéramos en una sociedad donde los hombres tuviésemos una visión más femenina, tendríamos una mejor convivencia.

 

Por El Espectador

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