Usted muere: ¿qué pasa con su rastro en la web? (III)
En esta última entrega, el autor recuerda las iniciativas en la red que buscan resguardar la “vida digital”.
Nicolás Guillot
Los negocios que giran en torno a la muerte, como el de las funerarias, consistente en recuperar a la persona difunta, acondicionarla, disponerla en un féretro, transportarla, velarla, conducirla y enterrarla, no han sido ajenos a la innovación.
Por 365 euros, Mémora, por ejemplo, ofrece desde 2006 un servicio de extracción, transporte y conservación de tejidos en un laboratorio durante cinco años, para que “en el caso de la muerte de una persona que va a ser incinerada, la familia pueda, si lo necesita, recuperar información genética útil para tratamientos médicos sobre terceras generaciones”, sostiene Vidal, quien ahora no duda en apostar por internet.
La recuperación de la memoria digital, de la cual se encarga técnicamente Second News, constituye sólo una escala hacia los próximos objetivos: los blogs conmemorativos y Duelia.
El tanatorio pretende ofrecer un servicio que, además de recoger la información digital de un difunto, incluya la apertura de un blog o una página web a la que sus familiares y amigos puedan acceder y recordarlo. En Estados Unidos, donde el desarrollo de estas iniciativas ha tomado cierta ventaja, sitios de esta naturaleza ya han empezado a aparecer. BCelebrated.com es uno de ellos. En dicho servicio, una persona, en vida, puede crear su autobiografía apoyándose en textos, fotos, videos y audios, entre otros. Una vez fallece, su familia puede acudir a la página para recordarla y dejarle mensajes.
Como “un Facebook de ayuda al duelo y a la enfermedad terminal”, describe Vidal su propuesta más reciente. La red social Duelia.org fue lanzada oficialmente el 22 de mayo, pero ya cuenta con 1.325 usuarios que interactúan desde hace algunos meses sobre sus experiencias con respecto a alguna pérdida.
Todo indica que la relación entre la muerte y la web adquirirá con el tiempo mayor intensidad. Por lo tanto, “existe una necesidad inequívoca de crear políticas universales que puedan ser usadas con distintos proveedores”, señala Evan Carroll en Your Digital Afterlife (2011). El autor sugiere que Facebook, Twitter o Yahoo!, entre otros, deberían armonizar sus procedimientos frente al deceso de una persona, y se pregunta si dicha estandarización provendrá directamente de las redes sociales y los correos electrónicos, o de los estados.
“Se está empezando a hablar desde un punto de vista legal del concepto de identidad digital, comparable a la identidad civil, y esa identidad digital todavía no ha alcanzado su mayoría de edad”, relata Rodolfo Tesone, abogado experto en derecho de las TIC. “Nadie, salvo honrosas excepciones, tiene 18 años con su carné o su pasaporte digital, todos tenemos cinco años, ocho años, tres años, un año. Cuando esa edad digital vaya creciendo, se empezarán a plantear en la misma proporción todos estos asuntos. Insisto, creo que es un tema de cajón, que seguro va a eclosionar, va a despertar”.
“Hoy en día tenemos todo, nuestros videos, nuestras fotos, nuestra vida, todo en internet”, agrega Tesone.
Las inquietudes que se derivan de la muerte física de una persona y su presencia en la web recién empiezan.
Los negocios que giran en torno a la muerte, como el de las funerarias, consistente en recuperar a la persona difunta, acondicionarla, disponerla en un féretro, transportarla, velarla, conducirla y enterrarla, no han sido ajenos a la innovación.
Por 365 euros, Mémora, por ejemplo, ofrece desde 2006 un servicio de extracción, transporte y conservación de tejidos en un laboratorio durante cinco años, para que “en el caso de la muerte de una persona que va a ser incinerada, la familia pueda, si lo necesita, recuperar información genética útil para tratamientos médicos sobre terceras generaciones”, sostiene Vidal, quien ahora no duda en apostar por internet.
La recuperación de la memoria digital, de la cual se encarga técnicamente Second News, constituye sólo una escala hacia los próximos objetivos: los blogs conmemorativos y Duelia.
El tanatorio pretende ofrecer un servicio que, además de recoger la información digital de un difunto, incluya la apertura de un blog o una página web a la que sus familiares y amigos puedan acceder y recordarlo. En Estados Unidos, donde el desarrollo de estas iniciativas ha tomado cierta ventaja, sitios de esta naturaleza ya han empezado a aparecer. BCelebrated.com es uno de ellos. En dicho servicio, una persona, en vida, puede crear su autobiografía apoyándose en textos, fotos, videos y audios, entre otros. Una vez fallece, su familia puede acudir a la página para recordarla y dejarle mensajes.
Como “un Facebook de ayuda al duelo y a la enfermedad terminal”, describe Vidal su propuesta más reciente. La red social Duelia.org fue lanzada oficialmente el 22 de mayo, pero ya cuenta con 1.325 usuarios que interactúan desde hace algunos meses sobre sus experiencias con respecto a alguna pérdida.
Todo indica que la relación entre la muerte y la web adquirirá con el tiempo mayor intensidad. Por lo tanto, “existe una necesidad inequívoca de crear políticas universales que puedan ser usadas con distintos proveedores”, señala Evan Carroll en Your Digital Afterlife (2011). El autor sugiere que Facebook, Twitter o Yahoo!, entre otros, deberían armonizar sus procedimientos frente al deceso de una persona, y se pregunta si dicha estandarización provendrá directamente de las redes sociales y los correos electrónicos, o de los estados.
“Se está empezando a hablar desde un punto de vista legal del concepto de identidad digital, comparable a la identidad civil, y esa identidad digital todavía no ha alcanzado su mayoría de edad”, relata Rodolfo Tesone, abogado experto en derecho de las TIC. “Nadie, salvo honrosas excepciones, tiene 18 años con su carné o su pasaporte digital, todos tenemos cinco años, ocho años, tres años, un año. Cuando esa edad digital vaya creciendo, se empezarán a plantear en la misma proporción todos estos asuntos. Insisto, creo que es un tema de cajón, que seguro va a eclosionar, va a despertar”.
“Hoy en día tenemos todo, nuestros videos, nuestras fotos, nuestra vida, todo en internet”, agrega Tesone.
Las inquietudes que se derivan de la muerte física de una persona y su presencia en la web recién empiezan.