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La selección de Argentina no muestra mejoría. Es un equipo sin profundidad, sin ideas, sin variantes. Si el balón no pasa por los pies de Lionel Messi no hay un cambio de ritmo, no hay sorpresa. Tiene momentos regulares y también malos o muy malos, sin importar si el rival es Islandia o Croacia. El equipo deambula sobre el campo bajo las órdenes y la impotencia de Jorge Sampaoli, esa que se ve reflejada en las constantes peleas con los árbitros. Este miércoles contra el combinado croata tocó fondo, perdió y quedó al borde de la eliminación de Rusia 2018.
Pero el problema no solo es en la zona ofensiva. Atrás existe uno más grande: la inseguridad defensiva. Lo demostraron en el partido contra Islandia y lo confirmaron contra Croacia. Desconcentración, nerviosismo, pases imprecisos, inseguridad en la salida. Un mar de errores en la zona posterior. Gabriel Mercado y Nicolás Otamendi no brindaron la seguridad que el equipo necesitaba y a ellos se le sumó Wilfredo Caballero, quien fue cómplice en la jugada que terminó en el primer gol de Ante Rebic.
Tiembla la albiceleste. Se mueve la tierra en toda Argentina. Sus hinchas solo pueden mirar perturbados el naufragio de una selección que a lo largo de la era Jorge Sampaoli ha tenido más dudas que certezas. Y hoy todos los ojos lo señalan. Diego Maradona lo dijo después del debut en el Campeonato del Mundo. “Puedes traer 25 entrenadores, pero Islandia dejó claro en la cancha que era un equipo mucho mejor preparado del que tenía Argentina. Eso me da mucha pena”.
Aunque en este torneo la desigualdad en torno a la nómina de las selecciones es evidente, no hay partidos fáciles. Argentina línea por línea presenta nombres de más talante que los rivales a los que ha enfrentado, sin embargo, su actuación ha sido pálida, triste. Un Mundial no es cuestión de alineación o de figuras, sino de pies y cabeza, de juego e intensidad, de oficio y orden, virtudes que no ha demostrado el seleccionado albiceleste.
Croacia pasó por encima en el segundo tiempo. El gol de Rebic, tras el error de Caballero y la zona defensiva del cuadro albiceleste, al minuto 53, hizo que el grupo se derrumbara como un castillo de naipes, que el equipo se fuera al piso y no encontrara la manera de levantar cabeza. Ni el constante grito de guerra de los hinchas que dice: “Vamos, vamos Argentina, vamos, vamos a ganar que esta banda quilombera, no te deja, no te deja de alentar”, sirvió para que los jugadores dejaran de lado esa falla y continuaran con su búsqueda para anotar.
Esa falta de reacción y el nerviosismo en el fondo le costó el partido. Porque no solo fue Rebic el que celebró, también lo hicieron Luka Modric e Ivan Rakitic. Un 3-0 que parece más una pesadilla. Un cuento de terror, que carcome el espíritu de todos los fanáticos del cuadro suramericano. Argentina nunca encontró la vuelta y sus jugadores se fueron sin expresar una palabra. Sergio Agüero, quien salió al minuto 54 por Gonzalo Higuaín, quedó sin reacción en el banco como tratando de creer lo que sus ojos recién habían visto.
El arco se desdibujó del panorama del seleccionado argentino y el silencio fue invadiendo a los fanáticos en la tribuna. Apareció una amargura en la garganta difícil de pasar, que con el tiempo se convirtió en un nudo y posteriormente en lágrimas de impotencia. Muchos quedaron sentados, con la mirada perdida, tratando de armar el rompecabezas que es su selección en este campeonato del mundo. Sin encontrar explicación alguna. Argentina camina sobre la cuerda floja y cualquier soplo lo puede mandar al abismo. De reojo mirarán el partido entre Islandia y Nigeria con la ilusión de que no haya ganador en ese encuentro. (Vea nuestro especial sobre el Mundial de Rusia 2018)
jdelahoz@elespectador.com