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Con otra goleada y exhibición de juego ofensivo, la selección belga de Roberto Martínez se impuso a Túnez y se encamina hacia los octavos de final del Mundial, con vitola de, cuando menos, alternativa a las grandes selecciones. Bélgica se lo cree y eso es una gran noticia para un Mundial necesitado de algo más que sorpresas.
Aunque aún deba pasar por la prueba inglesa y demostrar que es solvente en las eliminatorias, el equipo de Roberto Martínez parece asumir que su nómina de estrellas le obliga a ser protagonista. Hazard es su jugador emblema, Courtois un seguro en la portería y Lukaku el goleador que les faltaba. Una columna vertebral acompañada por De Bruyne, Mertens, Carrasco...¿Hay alguna selección más atractiva en este momento?.
Bélgica goleó a Panamá y salió dispuesta a hacer lo mismo con Túnez. En un cuarto de hora, prácticamente sabía que los tres puntos serían suyos. Toda una novedad y un cambio de mentalidad, porque desde el Mundial de 2002 no marcaba en la primera mitad.
Un penalti ejecutado por Eden Hazard, al que arrolló previamente Syam Ben Youssef (m.6), y otro tanto de tiro cruzado de Lukaku, diez minutos después, asomaron a los belgas a los octavos de final con todo el encuentro por delante. Y eso que la respuesta tunecina fue encomiable. Guiada por el atacante del Rennes Wahbi Kazhri, Túnez, lejos de dejarse ir, respondió con un gol de Dylan Bronn, al cabecear una falta (m.18) y llegó a dominar durante casi veinte minutos, pero no tuvo suerte.
Golpeada su zaga por las lesiones (Ben Youssef y el propio Dylan Bronn), Túnez encajó un nuevo gol del "depredador" Lukaku antes del descanso y, al poco de salir del vestuario, repitió Hazard. Esta vez fue tras un pase en profundidad de Toby Alderweireld, que dejó solo al mago belga para que resolviese con calidad. Con el encuentro resuelto, Roberto Martínez sustituyó primero a Lukaku y luego a Hazard. Una clase práctica de gestión de recursos, de mantener implicada a una plantilla y, de paso, de recordar a sus estrellas que las marcas personales están al servicio del colectivo.
Sin los dos protagonistas, fue el turno de Carrasco, de De Bruyne y sobre todo de Michy Batshuayi, que tuvo hasta tres ocasiones claras para aumentar el marcador; la primera la sacó bajo palos un defensa tunecino, la segunda la envió al larguero y la tercera contra el cuerpo del meta. Tanta insistencia que, al final, tuvo premio el delantero del Dortmund, para redondear una goleada que redujo en el descuento Khazir. Un resultado con el que Bélgica comience a asustar.