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El partido menos mundial de la Copa del Mundo. El juego con más rusos que gente de otros países en las tribunas. Los belgas e ingleses fueron muy pocos, tanto que el grito unísono que más se oyó en el estadio de San Petersburgo fue el “Rusia, Rusia”. De los 64.406 asistentes (dato entregado por la Fifa), el 85% eran rusos. Algo lógico. Un partido por el tercer puesto de una Copa del Mundo se disputa con el deseo de ganar, pero sin el ímpetu de las fases anteriores. El objetivo máximo de los que llegan a estas instancias finales es ganar la Copa del Mundo y cuando ya no hay opciones de hacerlo, la motivación es diferente. (Vea nuestro especial del Mundial de Rusia 2018)
Las presiones son menores, pues no hay ese miedo de quedar eliminado. Acá la diferencia entre perder y ganar es el honor y 2 millones de dólares. Bélgica, al ganar 2-0, obtuvo el tercer puesto de Rusia 2018 y recibió por parte de la Fifa un premio de 24 millones de dólares, mientras que a Inglaterra se le entregó una bolsa de 22 millones de dólares.
Este juego se disputó por segunda vez en esta Copa del Mundo, pues ya se habían enfrentado en el tercer partido de la fase de grupos, con triunfo 1-0 de los belgas. En ese momento ambos entrenadores pusieron nóminas alternas, pensando en cuidar a sus mejores hombres para los octavos de final. Ahora no había razones para cuidar nada, sin embargo, tanto Southgate como Martínez hicieron algunos retoques a las plantillas que venían siendo titulares. En Inglaterra se estrenaron como inicialistas en este certamen Ruben Loftu Cheek, Fabian Delph, Phil Jones y Danny Rose. Por su parte, en el equipo belga se estrenaron como titulares Youri Tielemans y Thomas Munier.
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De los 22 inicialistas, 19 son jugadores de la Premier League de Inglaterra. Un juego entre viejos conocidos. Claro que los belgas tuvieron su identidad, esa que le ha dado el técnico Roberto Martínez a este equipo, en el que se busca seguir los principios básicos del fútbol total, de la escuela de Cruyff y Guardiola. Presión al rival cuando no se tiene el balón y posesión de la pelota con movilidad y toques cortos de la pelota. Así, cuando apenas comenzaba el juego, al minuto cuatro, llegó el gol de los belgas.
Sacó Thibaut Courtois, Nacer Chadli ganó el fondo de la cancha por el sector izquierdo, corrió unos metros con el balón dominado y centró a ras de piso, al segundo palo, a donde llegó Thomas Munier, para enviar el balón al fondo de la red. Ese gol llenó de confianza a los belgas, que comenzaron a tocar y a llegar cons insistencia al arco rival. Por su parte, británicos se metieron muy atrás, haciendo líneas de cinco defensores, tres volantes de marca y dos hombres en ataque. Si el primer tiempo no terminó con una diferencia mayor fue por la falta de definición de los de Bélgica.
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La actitud en el segundo tiempo cambió un poco por parte de los que iban abajo en el marcador. Corrieron sus líneas hacia adelante y buscaron atacar el arco defendido por Courtois, quien cada vez que fue exigido respondió. Pero los hombres claves no aparecieron para Inglaterra. Harry Kane, que terminará como el máximo anotador de la Copa del Mundo con seis tantos, estuvo perdido y por el planteamiento de su técnico, inexplicable, pues iba abajo en el marcador y seguía metido atrás, se vio muy sólo.
Los ingleses atacaron con desorden y Bélgica le apostó al contragolpe. Con la velocidad de Hazard (terminó jugando en punta) el marcador se amplió. Una nueva jugada colectiva, toque de De Bruyne, con magia, y definición perfecta del jugador del Chelsea, que fue elegido al final como el mejor del partido.
Algo en común de estos dos equipos es que tienen un futuro esperanzador. Son proyectos pensados en Catar 2022, con jugadores jóvenes que llegarán con la edad perfecta para la Copa del Mundo que será en cuatro años. Para Bélgica será un golpe anímico importante, terminando en una tercera posición meritoria. Para Inglaterra, un buen resultado, pero también una invitación a jugar de otra manera.
Primer gol de Bélgica: