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En el fútbol, Brasil siempre será Brasil, juegue mal o bien, con individualidades o superioridad colectiva. Los pentacampeones del mundo son un caso aparte en un deporte en el que las distancias son cada vez menores. O por lo menos así se ha visto en esta Copa del Mundo. Este lunes, la selección de Tité, organizada, autorregulando esfuerzos, fue superior a México, lo superó 2-0 y avanzó a los cuartos de final. (Vea aquí nuestro especial del Mundial de Rusia 2018)
Y mientras Lionel Messi, Andrés Iniesta y Cristiano Ronaldo ya se fueron de Rusia, Neymar, otra de las grandes estrellas para ver, sigue en carrera. Los brasileños, que no se dejan sorprender, siguen avanzando por la parte más complicada del cuadro, por la que son favoritos, por la que adquiere un encanto cuando se ve a la selección más ganadora de la historia seguir sin problemas.
“Hablaron de más y ahora se van para la casa”, las palabras de Neymar en la rueda de prensa, haciendo alusión a un equipo mexicano que creyó en la grandilocuencia de su triunfo contra Alemania en primera ronda, que se metió de lleno en el cuento y que, sin tener con qué, intentó pelear con las potencias, derribarlas. Al técnico Juan Carlos Osorio le salió la primera vez, la segunda no. Y aunque tuvo con qué marcarle a Brasil y emparejar un poco el duelo, las fuerzas se fueron diluyendo, así como la poca posesión de la pelota, y México se enredó con el planteamiento efectivo de su rival y esta vez lo opuesto no funcionó a la perfección. (Lea: Con las botas puestas: México cayó ante Brasil y se despidió de Rusia 2018)
Neymar, con el primero, también generando el segundo (anotó Firmino) y fin de la historia. Tité y los suyos dieron otro paso en un torneo traicionero que parece ensañado con los que ya tiene trofeos en su vitrina, que no perdona descuidos o un mal día. “El Mundial no lo gana el mejor del mundo; lo gana el que durante un mes juega a ser el mejor del mundo”, dijo alguna vez el argentino Jorge Valdano, siempre profundo, siempre claro. Brasil cumple ambos requisitos, por ahora: es el que ha mostrado un mejor desempeño y el que cuenta con una nómina de lujo.
Además, su entrenador logró ensamblar dos facetas que antes no se le conocía a la canarinha: una para aguantar embestidas, para ser prácticos y apelar a defenderse en espacio reducido; y la otra, la ya habitual, la del talento en dosis necesarias, letal y fulminante. Brasil es un equipo serio, organizado, que sabe cuándo hay que meter pierna fuerte y cuándo tratar la pelota de buena manera. (Leer más: Incomprendido por muchos, valorado por pocos: el método Osorio)
“Estoy contento con lo que se hizo, con el trabajo serio de todos. El resultado nos motiva para lo que viene más adelante, porque esto cada vez será más complicado”, dijo el estratega brasileño, luego del encuentro, el mismo que se confundió en el abrazo colectivo de los jugadores después del segundo tanto que terminó de sentenciar la historia.