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En el restaurante The Knife, en Miami, se reunieron durante varias horas los entonces presidente y vicepresidente de la Federación Colombiana de Fútbol, Luis Bedoya y Ramón Jesurún, el técnico José Pékerman y su representante y yerno, Pascual Lezcano. Todo comenzó como un almuerzo en un lugar especializado de carne argentina, en el que cada cierto tiempo pasaba un mesero a ofrecer diferentes cortes. Entre bocados y copas de vino tinto, se extendió la charla por culpa de un tema por el que casi no se logran ponen de acuerdo: el cambio de modelo de trabajo. En Colombia estaban acostumbrados a entrenadores nacionales a los que se les respetaba su espacio hasta cierto punto, pero no se les daba total independencia. Pékerman fue enfático en exigir que firmaría si le daban el timón del área deportiva de la selección mayor. El pulgar arriba de la dirigencia del fútbol se dio, pero con el compromiso de obtener buenos resultados.
Entonces José Pékerman fue presentado y una vez comenzó a trabajar reunió a su grupo de colaboradores y analizó cómo implementaría su modelo para buscar la clasificación al Mundial de Brasil 2014. Lo primero es que no tendría intermediarios, todo lo que hablara con la dirigencia, sería directamente con el presidente. Respecto al trato con los futbolistas, se reunió con los líderes del equipo y les explicó cuál era su plan. Una de las áreas que más modificó fue la de la manera como se trabajaría con la prensa. Aisló al equipo, los jugadores ya no podrían hablar con libertad con cualquier medio, sino que debería ser el departamento de comunicaciones el que diera el visto bueno. Se acabaron los amiguismos entre entrenadores y los líderes de opinión deportiva. Ya las nóminas no las entregaría hasta una hora antes del inicio de los juegos, el tiempo límite, según Fifa.
Partido a partido comenzaron a llegar los resultados. No sólo clasificó al Mundial de Brasil 2014, sino que avanzó hasta los cuartos de final de ese certamen. Llevó a Colombia a ocupar el tercer puesto del escalafón mundial Fifa y logró darle un salto de calidad a la mayoría de sus futbolistas. Quienes han trabajado con Pékerman lo catalogan como un hombre que no descuida detalles y que siempre está buscando la manera de sacar lo mejor de sus jugadores.
Cuando inició el camino hacia el Mundial de Rusia 2018 se dio el escándalo del Fifagate, en el cual salió involucrado el presidente Luis Bedoya, el hombre con quien siempre había mantenido contacto el DT argentino. Llegó Ramón Jesurún y de alguna manera se modificó el grupo de trabajo. En la Federación, los que eran de la entraña de Bedoya dieron un paso al costado y los nuevos puestos fueron ocupados por un personal cercano a la nueva cabeza del fútbol colombiano. Entonces hubo algunas diferencias con el cuerpo técnico, sin embargo, fueron los resultados los que llevaron a que todo quedara en un segundo plano. De hecho, siempre se mostró total respaldo a las decisiones del entrenador respecto a la realización de partidos amistosos, convocatorias de jugadores y planes de trabajo.
Cuando se logró la clasificación a Rusia 2018, el segundo Mundial consecutivo de Pékerman, en la Federación fueron respetuosos con sus pedidos, de cara a la preparación para la Copa del Mundo. Le cumplieron sus exigencias de disputar partidos amistosos, entre ellos ante un equipo europeo de nivel que pudiera servir para medir el estado real del equipo. Se jugó ante Francia, Australia, Egipto y, antes de eso, contra Corea del Sur y China. Respecto al lugar de concentración en los días previos al Mundial, en Milanello, y la escogencia de Kazán como sede en el país euroasiático, también se le dio gusto.
Pero mientras todo eso pasaba, trascendían versiones que indicaban que el cuerpo técnico no renovaría su contrato después de la Copa del Mundo, porque sentía que ya había cumplido un ciclo. También se mencionó un desgaste de las relaciones con la dirigencia del fútbol e incluso se llegaron a mencionar nombres de entrenadores que podrían llegar para disputar la eliminatoria hacia Qatar 2022 y la Copa América de Brasil 2019. El fin de la era Pékerman es un secreto a voces, sin embargo, lo ideal sería que su salida se diera de la mejor manera deportiva, dejando el listón alto y superando lo hecho en Brasil 2014, no como podría terminar hoy (1:00 p.m., por el Gol Caracol), en caso de perder ante Polonia.
Cuando los resultados deportivos no se dan es cuando lo malo sale a relucir, pues en los buenos momentos la euforia lo tapa todo. Sin embargo, este grupo no está dividido por dentro, como se ha dicho. Una fuente cercana al plantel le confirmó a este diario que se vive en la concentración, en Kazán, un ambiente de familia, de deseo de revertir la situación y demostrar que tienen ganas de volver a dejar en alto el nombre de Colombia en un Mundial de Fútbol. Eso sí, enfatizó que el silencio muchas veces hace más ruido que las palabras y por eso no es tan conveniente que se maneje tanto hermetismo en la selección.
Los hombres de experiencia
En los días de más angustias para Pékerman, han sido sus hombres de confianza y experiencia los que le han dado la mano. En el partido ante Japón, el DT argentino falló con el planteamiento inicial, con la conformación de la nómina y, fuera de eso, tuvo mala suerte con la expulsión de Carlos Sánchez en los primeros minutos de juego. Sin embargo, por lo que se vio en los entrenamientos del equipo, aquí en Kazán, lo más probable es que regresen a la titular viejos conocidos como Cristian Zapata y Abel Aguilar. Además de James Rodríguez, quien superó una molestia muscular en uno de sus gemelos. Es cuestión de recuperar la memoria futbolística y redondear una buena noche para seguir ilusionados con hacer un buen Mundial.
La más probable formación sería con David Ospina, en el arco; Santiago Arias, Yerry Mina, Cristian Zapata y Johan Mojica, en defensa; Wilmar Barrios y Abel Aguilar en marca; Juan Guillermo Cuadrado, James Rodríguez y Luis Fernando Muriel, en el mediocampo; y Radamel Falcao García, en punta.