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Un grito de guerra, que parecía ahogarse. Un cabezazo de José María Giménez a los 89 minutos significó el triunfo 1-0 de Uruguay frente a Egipto. Los suramericanos encontraron por arriba lo que no lograron gestar por el piso. Una muestra más de la garra charrúa.
Los africanos no contaron con Mohamed Salah, quien le fue imposible llegar en plenitud física tras su lesión en la final de la Champions League. No fue el día de Luis Suárez, tampoco el de Uruguay. Pero al final, el empuje y las ganas propias de los celestes marcaron la diferencia con un ingrediente propio de su ADN: la pelota quieta y el juego aéreo. La carta confiable.
Egipto hizo todo bien. Demostró que no llegó a Rusia de paseo tras 28 años de ausencia en los mundiales. Los dirigidos por el argentino Héctor Cúper, como lo demostraron en el amistoso ante Colombia, fueron muy disciplinados en el módulo táctico y estuvieron bien parados en todas sus líneas. Eso sí, el portero africano Mohamed El Shenawy fue una de las figuras del encuentro tras una gran atajada de un disparo de Cavani y luego de ganarle dos mano a mano a Suárez. Essam El Hadary fue suplente y el récord de Faryd Mondragón, el jugador con mayor edad (43) en jugar un mundial, sigue en pie.
Cuando el reloj se convirtió en un enemigo de los uruguayos, aparecieron las ganas, el combate. La reconocida garra charrúa. Y sobre el cierre, Giménez le dio el triunfo agónico a los dirigidos por Óscar Washington Tabárez, quien, a sus 71 años, se convirtió en el segundo técnico más longevo en la historia de los mundiales por detrás de Otto Rehhagel.
Con el triunfo, Uruguay se coló en la segunda casilla del Grupo A por detrás de Rusia, que el pasado jueves goleó 5-0 a Arabia Saudita. Egipto mostró que tiene argumentos y espera a Mohamed Salah en los siguientes partidos.