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Era 5 de agosto de 2012 cuando el técnico José Pékerman y sus colaboradores decidieron no jugar ningún partido amistoso en las dos fechas FIFA disponibles, antes de la segunda parte de la eliminatoria al Mundial de Brasil 2014, con el objetivo de aislar a los futbolistas de todos los estímulos externos y profundizar en sus vínculos como integrantes de la selección de Colombia. En un amplio salón de un hotel en Madrid (España) se reunieron los 26 convocados. Un hombre, por invitación del entrenador argentino, se levantó de su silla y tomó la palabra. Se presentó como Marcelo Roffé, psicólogo deportivo y amigo personal de Pékerman. Habló de la importancia del equipo, pero del equipo como un conjunto de individualidades y no de líderes sueltos que buscan cumplir objetivos particulares.
(Puede leer: Pékerman no continuará como técnico de la selección de Colombia)
Esa primera charla no duró mucho, pero en ese corto espacio Roffé identificó a los líderes del plantel. Mario Yepes era el hombre de la experiencia, el capitán, y por eso fue él a quien más se acercó. También lo hizo con Falcao García, James Rodríguez, David Ospina, Carlos Sánchez y Juan Guillermo Cuadrado. Desde su función les ofreció distintos tipos de juegos, tests y charlas para que fluyera la armonía del grupo, la comunicación y la motivación. Todos esos elementos que parecen pequeños pero que a la hora de cumplir objetivos grupales son fundamentales.
Marcelo llegó a un grupo que estaba armado y formado, que tenía muchas concentraciones juntas, derrotas duras y victorias. Particularmente, en ese momento el objetivo más próximo era la clasificación al Mundial de Brasil y las cosas no estaban fáciles. Había calidad técnica en los jugadores, pero faltaba algo más: mentalidad. Y ahí fue donde el trabajo psicológico que impulsó Pékerman cobró valor.
“Así fue que empezamos a trabajar juntos. Yo como capitán y él como psicólogo, además de la ayuda del entrenador y de todos los jugadores para encontrar, visualizar y definir el rol de cada uno para construir una verdadera mentalidad ganadora. Tratamos de aprovechar al máximo esas cualidades, de mejorar los defectos que se podían encontrar dentro de un grupo humano, y a partir de ahí empezar a fortalecer las virtudes. Todo este proceso resultó muy importante, a pesar de que no era cuestión de verse todos los días sino mensualmente, en cada convocatoria. De a poco, el grupo entendió la tarea y sus resultados empezaron a notarse, no solamente en el trato cotidiano y en los factores emocionales, sino que también nos ayudó mucho a la hora de entrar a la cancha a jugar”, comentó Mario Alberto Yepes, en ese entonces capitán de la tricolor, en el prólogo del libro Formando al líder de un equipo, de la autoría de Roffé.
Los resultados deportivos llegaron. En el juego de eliminatoria ante Uruguay se vio un nuevo equipo, con una mentalidad capaz de acorralar a un grande como este. El juego terminó 4-0 y gracias a eso los futbolistas creyeron en la importancia del trabajo psicológico: la motivación era tan necesaria como las horas de táctica y físico en un entrenamiento.
Las claves del trabajo de Roffé fueron la concentración, la motivación, la autoconfianza, el control de las presiones, la cohesión del grupo y la importancia del líder. Se convirtió en algo así como un mediador entre el técnico y los dirigidos. Aprovechó que era un grupo que tenía que llevar la presión de 16 años sin clasificaciones y utilizó herramientas para poner a favor todos esos aspectos. En los camerinos ubicó letreros con mensajes positivos, les hizo ver a los líderes del equipo la importancia de su rol y sobre todo se preocupó por crear ambiente familiar.
Este trabajo llevó a la selección a un nuevo nivel. Así fue la etapa de Pékerman como técnico. Aunque se juegue bien, regular o mal, este equipo se ganó el respeto porque hubo algo diferente. En el Mundial de Brasil ocupó el quinto lugar y James fue el goleador, logros impensados años atrás. Luego, en lo que siguió, se notó el cambio de actitud en el futbolista colombiano y en particular aquel que se pone la camiseta de la selección. Para lograr la clasificación a Rusia 2018, en un momento clave, Pékerman acudió nuevamente a preparar a sus futbolistas en la parte mental. Una noche antes del último juego de la eliminatoria, con Perú, en Lima, llevó al hotel al uruguayo Carlos Páez, uno de los 16 sobrevivientes de la tragedia de los Andes, el accidente aéreo de 1972 en la línea fronteriza entre Chile y Argentina. “Cada ser humano tiene su propia cordillera y en este momento era eso lo que les pasaba a los jugadores colombianos: estaban clasificados y, de repente, en dos minutos quedaron por fuera del Mundial. Estaban viviendo un momento durísimo, de incertidumbre y hasta de miedo”, contó Páez en ese momento.
La motivación y el trabajo psicológico fueron las claves para que al otro día los jugadores hicieran un buen partido y consiguieran el resultado que necesitaban para ganarse un cupo a Rusia. Roffé asegura que en el fondo lo que se busca en la psicología deportiva es “demostrar la importancia cada vez mayor del liderazgo en la conformación de una estructura colectiva sólida que permita explotar las potencialidades grupales e individuales en un equipo”.