Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
A primera vista Romelu Lukaku llama la atención por su 1,90 m de estatura. Su contextura no es la típica de un futbolista belga, pues parece más bien un lanzador de jabalina o bala, incluso disco. Con la pelota en los pies no es el más dúctil, pero en la mayoría de las veces, a su manera, logra conectarse con sus compañeros para terminar cumpliendo el objetivo mayor del fútbol: hacer goles. Sus registros con la selección de Bélgica impresionan, ha marcado 17 veces en los últimos 11 encuentros, es decir, un promedio de 1,5 tantos por partido, incluyendo los cuatro que ya lleva en Rusia 2018. (Vea nuestro especial sobre el Mundial de Rusia 2018)
A sus 25 años, el nacido en Amberes disputa su segunda Copa del Mundo de mayores, en esta oportunidad dirigido por el español Roberto Martínez, quien desde su llegada le ha dado la confianza para ser el 9 del equipo. Y no lo ha decepcionado. En poco tiempo ha logrado consolidarse como el máximo anotador de la historia de Bélgica y también como el hombre más efectivo en una Copa del Mundo para su país.
Nadie ha celebrado más veces que él (40 tantos en 71 encuentros) y eso ha sido, en gran parte, por la madurez que adquirió en su paso por el Everton y ahora en el Manchester United, club al que llegó hace un año por 80 millones de euros. A esta altura de la temporada ha marcado 44 goles. Una bestia del gol. (Lea: Lukaku se convierte en el máximo goleador de Bélgica en los Mundiales)
En 2018 ha conseguido 21 tantos en 22 partidos. Nueve en los seis duelos más recientes con su equipo nacional. Y a pesar de sus números, es un goleador del que no se habla tanto y que no se destaca como sus competidores por el botín de oro aquí en Rusia (Harry Kane y Cristiano Ronaldo).
Su potencial salió a relucir desde que tenía 16 años, cuando en la Liga de su país se quedó con el rótulo del mejor goleador, siendo apenas un adolecente. Del Anderlecht al mundo. Los goles no le preocupan y ser el máximo artillero de este Mundial, tampoco. “Lo principal es el rendimiento del grupo, más que el aspecto individual”, le dijo a El Espectador luego de marcarle dos goles a Túnez el sábado. “Me gusta también jugar para el equipo y dar asistencias”, confesó.
En su progresión actual hay un hombre al que le debe mucho. Se trata del exgoleador francés Thierry Henry, quien forma parte del cuerpo técnico de Bélgica y con quien Lukaku comparte trabajos de definición y horas de conversaciones. “Aprendo cada día de él en los entrenamientos y durante dos años he logrado una conexión. Me ha enseñado muchas cosas, como los movimientos en espacios libres, el control y jugar para el equipo. Mi ambición, algún día, es ser como él”, comentó el delantero que en silencio quiere seguir llevando a su selección a las rondas finales de este Mundial. (Puede leer: Lewandowski: más que un goleador)