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                                                                                                                                A 50 años de la masacre de Marquetalia

                                                                                                                                Desquite: el ángel exterminador

                                                                                                                                Johnny Delgado M.*

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Más adelante, tres volquetas con trabajadores de Obras Públicas se acercaban también al sitio en dirección a Victoria. Tras una curva cerrada, una docena de hombres vestidos de militares los hicieron detener y los obligaron a descender de los vehículos. En ese momento llegó el bus al cual le ordenaron lo mismo.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Los muertos, algunos decapitados, eran amontonados como bultos de café en un costado del patio mientras un estanque de cemento se llenaba de cabezas y el suelo se cubría con la abundante sangre de las personas sacrificadas. Solo los quejidos y los golpes de madera y machetes sobre los cuerpos inermes se escuchaban en esa mañana de terror. Al final de la horrible masacre, 25 pasajeros del bus y 17 obreros viales, perecieron en el asalto.

                                                                                                                                Hubo una veintena de sobrevivientes que salvaron su vida por ser liberales, otros por ser conocidos de algún bandolero. Se conoció el caso de una señora que iba ser asesinada a machete por el verdugo. Entonces instantes antes, otro cuadrillero le pidió a Desquite que la salvara, que muchos días de su infancia, él “había calmado su hambre en el rancho pobre de aquella mujer”. Desquite ordenó liberarla. Otro hombre suplicó al comandante bandolero que no lo matara que viajaba a Victoria a comprar medicinas para su madre moribunda. Desquite se le acercó y le dijo que le repitiera su pedido. El hombre aterrorizado, con un último aliento le suplicó dejarlo vivo. William Angel le perdonó la vida pero lo obligó a no marcharse hasta un buen tiempo después que la banda se retirara.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Una vez consumado el execrable genocidio cruzaron el río y entraron de nuevo al Tolima. Durante un mes fueron perseguidos con todos los recursos bélicos del Ejército cuando se internaron en la Serranía de Lumbí, cercana a Mariquita, de donde lograron escapar del cerco militar.

                                                                                                                                El halo de terror que producía Desquite crecía. El hombre que hacía varios años había sido amarrado, desnudo y humillado públicamente en una calle de un poblado tolimense al ser capturado luego de cometer un asalto había cumplido su promesa y profecía: — me desquitaré, me desquitaré— había gritado con pudor, angustia y rabia contenida en ese lejano día.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                 

                                                                                                                                Los orígenes de su rebeldía

                                                                                                                                Cuando iniciaron las persecuciones de los conservadores a los liberales en 1946 y se recrudecieron con los triunfos electorales del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán en 1947, la confrontación a gran escala se veía llegar. El modelo de exterminio chulavita institucionalizado en el gobierno de Ospina Pérez, y tras el asesinato de Gaitan en abril de 1948, arreció el conflicto que en 1949 se disparó para no parar hasta el presente.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En 1952, el alcalde conservador y la policía de Rovira, donde vivía la familia Angel Aranguren, asesinaron al padre de José William. Este ingreso al Ejército y luego de un tiempo se retiró siendo suboficial.
                                                                                                                                De retorno a su tierra, participó en el asalto al camión de Coltabacos donde el hermano de José William y él mismo, fueron capturados.

                                                                                                                                Luego de estar en la cárcel de La Picota en Bogotá, había escapado. Su hermano había sido enviado a la isla prisión Gorgona y él decidió marchar al norte del Tolima. En 1961, se encontraba en El Líbano ocupando el lugar que había dejado Joaquín González Centella al ser abatido por las autoridades en diciembre de 1960. Desquite sería el bandolero que los hacendados liberales protegerían en su lucha partidista contra los bandoleros conservadores del norte tolimense.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Sin embargo, su primer asalto lo realizaría en Pulí, Cundinamarca, el 16 de marzo de 1961, donde su temible cuadrilla asesinó a 7 campesinos. Un mes después haría su primera masacre en el Tolima, el 18 de marzo de ese año. Allí en Venadillo, masacró a 12 campesinos. Los años siguientes señalarían la descomposición social del norte tolimense. Una tierra de desolación donde el imperio bandolero operaba a su antojo. En abril de 1962, en unión de Jacinto Cruz Usma Sangrenegra y Noel Lombana Tarzán, emboscaron a un convoy militar y asesinaron a 13 militares y 2 civiles en el Taburete, Líbano.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El 19 de diciembre de 1962, atacó el puesto policial de El Hatillo, Mariquita. Murieron cuatro policías. Al trágico lugar habría de retornar Desquite y su cuadrilla el 11 de febrero de 1963. Se tomó el caserío y estuvo durante cinco días al dominio de la población, autonombrándose como jefe civil y militar.
                                                                                                                                Luego de la masacre de La Italia, de la cual se cumplen en estos días los 50 años, Desquite sería asediado sin descanso. El coronel Joaquín Matallana y el Batallón Colombia lo perseguirían donde fuera. En marzo de 1964, fue muerto junto a tres de sus hombres en Venadillo, en el norte del Tolima. A su muerte, el poeta Gonzalo Arango dedicó una Elegía a Desquite donde habría de anunciar otra profecía cumplida:

                                                                                                                                ….Nunca la vida fue tan mortal para un hombre. Yo pregunto sobre su tumba cavada en la montaña:
                                                                                                                                ¿No habrá manera de que Colombia en lugar de matar a sus hijos los haga dignos de vivir?
                                                                                                                                Si Colombia no puede responder a esta pregunta, entonces profetizo una tragedia: Desquite resucitará y la tierra volverá a ser regada de sangre, dolor y lágrimas..

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Triste epitafio para varias generaciones de colombianos que debido al horror de la guerra, ya sea como víctimas o como victimarios, se han desperdiciado para la patria. Cuando se juzga al bandolero y al bandolerismo sin conocer el trasfondo histórico del conflicto se omite un aspecto crucial de la reparación con las víctimas. De la reparación del derecho a conocer la Verdad por parte de las víctimas. Porque las clases dirigentes nacionales que lanzaron a los campesinos y gamonales de los pueblos de mitad del siglo XX, manipularon la historia, politizaron y degradaron a la policía, empujaron al Ejército a la tiranía del período rojista y crearon un Frente Nacional excluyente para ocultar su responsabilidad histórica. Por el contrario, los principales responsables de dicha catástrofe social, con el tiempo y el olvido, alcanzaron una aureola de respetabilidad.

                                                                                                                                Cuando la violencia bipartidista terminaba mediante la eliminación del contrario y no por los cambios sociales y políticos que eran necesarios, esa misma casta política del Frente Nacional, beligerante, guerrerista, sectaria en lo político y lo religioso, no satisfecha con ello, lanzó desde el Congreso y el gobierno, la consigna de exterminar a los grupos y ligas agrarias liberales y comunistas que vivían arrinconados en las selvas remotas, huyendo a las violencias anteriores.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Hoy el tiempo ha cambiado y algunos vientos soplan para beneficio de la patria. Cuando se acepta que hay un conflicto y se reconoce al adversario no para aniquilarlo sino para construir, podemos decir que se aspira mediante la reconciliación, evitar que se repitan las tristes historias como la de Desquite.

                                                                                                                                 

                                                                                                                                *Autor de ‘El bandolerismo en el Valle del Cauca 1946-1966’, ganador del premio Jorge Isaacs 2011.
                                                                                                                                 

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Más adelante, tres volquetas con trabajadores de Obras Públicas se acercaban también al sitio en dirección a Victoria. Tras una curva cerrada, una docena de hombres vestidos de militares los hicieron detener y los obligaron a descender de los vehículos. En ese momento llegó el bus al cual le ordenaron lo mismo.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Los muertos, algunos decapitados, eran amontonados como bultos de café en un costado del patio mientras un estanque de cemento se llenaba de cabezas y el suelo se cubría con la abundante sangre de las personas sacrificadas. Solo los quejidos y los golpes de madera y machetes sobre los cuerpos inermes se escuchaban en esa mañana de terror. Al final de la horrible masacre, 25 pasajeros del bus y 17 obreros viales, perecieron en el asalto.

                                                                                                                                Hubo una veintena de sobrevivientes que salvaron su vida por ser liberales, otros por ser conocidos de algún bandolero. Se conoció el caso de una señora que iba ser asesinada a machete por el verdugo. Entonces instantes antes, otro cuadrillero le pidió a Desquite que la salvara, que muchos días de su infancia, él “había calmado su hambre en el rancho pobre de aquella mujer”. Desquite ordenó liberarla. Otro hombre suplicó al comandante bandolero que no lo matara que viajaba a Victoria a comprar medicinas para su madre moribunda. Desquite se le acercó y le dijo que le repitiera su pedido. El hombre aterrorizado, con un último aliento le suplicó dejarlo vivo. William Angel le perdonó la vida pero lo obligó a no marcharse hasta un buen tiempo después que la banda se retirara.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Una vez consumado el execrable genocidio cruzaron el río y entraron de nuevo al Tolima. Durante un mes fueron perseguidos con todos los recursos bélicos del Ejército cuando se internaron en la Serranía de Lumbí, cercana a Mariquita, de donde lograron escapar del cerco militar.

                                                                                                                                El halo de terror que producía Desquite crecía. El hombre que hacía varios años había sido amarrado, desnudo y humillado públicamente en una calle de un poblado tolimense al ser capturado luego de cometer un asalto había cumplido su promesa y profecía: — me desquitaré, me desquitaré— había gritado con pudor, angustia y rabia contenida en ese lejano día.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                 

                                                                                                                                Los orígenes de su rebeldía

                                                                                                                                Cuando iniciaron las persecuciones de los conservadores a los liberales en 1946 y se recrudecieron con los triunfos electorales del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán en 1947, la confrontación a gran escala se veía llegar. El modelo de exterminio chulavita institucionalizado en el gobierno de Ospina Pérez, y tras el asesinato de Gaitan en abril de 1948, arreció el conflicto que en 1949 se disparó para no parar hasta el presente.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En 1952, el alcalde conservador y la policía de Rovira, donde vivía la familia Angel Aranguren, asesinaron al padre de José William. Este ingreso al Ejército y luego de un tiempo se retiró siendo suboficial.
                                                                                                                                De retorno a su tierra, participó en el asalto al camión de Coltabacos donde el hermano de José William y él mismo, fueron capturados.

                                                                                                                                Luego de estar en la cárcel de La Picota en Bogotá, había escapado. Su hermano había sido enviado a la isla prisión Gorgona y él decidió marchar al norte del Tolima. En 1961, se encontraba en El Líbano ocupando el lugar que había dejado Joaquín González Centella al ser abatido por las autoridades en diciembre de 1960. Desquite sería el bandolero que los hacendados liberales protegerían en su lucha partidista contra los bandoleros conservadores del norte tolimense.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Sin embargo, su primer asalto lo realizaría en Pulí, Cundinamarca, el 16 de marzo de 1961, donde su temible cuadrilla asesinó a 7 campesinos. Un mes después haría su primera masacre en el Tolima, el 18 de marzo de ese año. Allí en Venadillo, masacró a 12 campesinos. Los años siguientes señalarían la descomposición social del norte tolimense. Una tierra de desolación donde el imperio bandolero operaba a su antojo. En abril de 1962, en unión de Jacinto Cruz Usma Sangrenegra y Noel Lombana Tarzán, emboscaron a un convoy militar y asesinaron a 13 militares y 2 civiles en el Taburete, Líbano.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El 19 de diciembre de 1962, atacó el puesto policial de El Hatillo, Mariquita. Murieron cuatro policías. Al trágico lugar habría de retornar Desquite y su cuadrilla el 11 de febrero de 1963. Se tomó el caserío y estuvo durante cinco días al dominio de la población, autonombrándose como jefe civil y militar.
                                                                                                                                Luego de la masacre de La Italia, de la cual se cumplen en estos días los 50 años, Desquite sería asediado sin descanso. El coronel Joaquín Matallana y el Batallón Colombia lo perseguirían donde fuera. En marzo de 1964, fue muerto junto a tres de sus hombres en Venadillo, en el norte del Tolima. A su muerte, el poeta Gonzalo Arango dedicó una Elegía a Desquite donde habría de anunciar otra profecía cumplida:

                                                                                                                                ….Nunca la vida fue tan mortal para un hombre. Yo pregunto sobre su tumba cavada en la montaña:
                                                                                                                                ¿No habrá manera de que Colombia en lugar de matar a sus hijos los haga dignos de vivir?
                                                                                                                                Si Colombia no puede responder a esta pregunta, entonces profetizo una tragedia: Desquite resucitará y la tierra volverá a ser regada de sangre, dolor y lágrimas..

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Triste epitafio para varias generaciones de colombianos que debido al horror de la guerra, ya sea como víctimas o como victimarios, se han desperdiciado para la patria. Cuando se juzga al bandolero y al bandolerismo sin conocer el trasfondo histórico del conflicto se omite un aspecto crucial de la reparación con las víctimas. De la reparación del derecho a conocer la Verdad por parte de las víctimas. Porque las clases dirigentes nacionales que lanzaron a los campesinos y gamonales de los pueblos de mitad del siglo XX, manipularon la historia, politizaron y degradaron a la policía, empujaron al Ejército a la tiranía del período rojista y crearon un Frente Nacional excluyente para ocultar su responsabilidad histórica. Por el contrario, los principales responsables de dicha catástrofe social, con el tiempo y el olvido, alcanzaron una aureola de respetabilidad.

                                                                                                                                Cuando la violencia bipartidista terminaba mediante la eliminación del contrario y no por los cambios sociales y políticos que eran necesarios, esa misma casta política del Frente Nacional, beligerante, guerrerista, sectaria en lo político y lo religioso, no satisfecha con ello, lanzó desde el Congreso y el gobierno, la consigna de exterminar a los grupos y ligas agrarias liberales y comunistas que vivían arrinconados en las selvas remotas, huyendo a las violencias anteriores.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Hoy el tiempo ha cambiado y algunos vientos soplan para beneficio de la patria. Cuando se acepta que hay un conflicto y se reconoce al adversario no para aniquilarlo sino para construir, podemos decir que se aspira mediante la reconciliación, evitar que se repitan las tristes historias como la de Desquite.

                                                                                                                                 

                                                                                                                                *Autor de ‘El bandolerismo en el Valle del Cauca 1946-1966’, ganador del premio Jorge Isaacs 2011.
                                                                                                                                 

                                                                                                                                Por Johnny Delgado M.*

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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