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La estimulación es importante desde cuatro esferas: cognoscitiva, motriz, oral y socioemocional; las cuales se relacionan entre sí.
Según Aranda et al (2020), el objetivo de este proceso es optimizar el desarrollo del niño para que logre sus máximas capacidades y habilidades, manteniendo equilibrio con el medio, incrementando el nivel de madurez y proporcionando sus características de personalidad.
Con el fin de lograr este objetivo, es importante tener en cuenta una evaluación realizada por varios expertos, como fisioterapeutas, psicólogos, terapeutas ocupacionales y fonoaudiólogos, quienes se encargan de conocer la situación específica en la que se encuentra el niño y desde qué etapa iniciar su proceso de estimulación.
En el recién nacido a término se pueden utilizar diferentes técnicas para fomentar su desarrollo psicomotor, sensorial y socioemocional, incluyendo los masajes en el cuerpo luego del baño, movimientos circulares con sus manos y pies, flexionar las rodillas hasta el pecho, seguimiento de objetos con una distancia entre 25 y 30 cm, la estimulación con sonidos y la voz de los padres, para que el bebé pueda identificar el rol de sus padres a nivel protector.
Es importante aclarar que en los niños pretérmino no se deben realizar algunos movimientos o estimulación porque estos pierden peso, los primeros días, y con la estimulación se fomenta esta pérdida.
La experticia demuestra que de los tres a seis meses son importantes los movimientos de bicicleta, estimular las rotaciones laterales hacia el lado derecho e izquierdo, el inicio del gateo; en esta etapa el bebé debe mantener su control en cabeza y tronco en prono y sedente. Para el gateo es importante mostrarle al niño objetos de colores y sonoros con los que pueda generar interacción, así mismo se debe trabajar en la autoidentificación, a nivel social es importante la relación con sus padres y el estímulo que realice cada uno a nivel físico, visual y auditivo. Respecto al lenguaje, es importante vocalizar y pronunciar las palabras correctamente, para mitigar problemas de lenguaje en el niño.
Entre los seis y 12 meses se continúa el trabajo en el gateo e inicia el período de bipedestación, donde el niño inicia a dar diferentes pasos con ayuda de sus padres, se debe trabajar la motricidad fina y gruesa utilizando diferentes texturas que el niño pueda identificar y relacionar.
Desde los 12 meses en adelante, se desarrollan los patrones de movimiento como el patear, lanzar, correr, atrapar y saltar. Es importante acompañar cada fase con deportes, acompañamiento de parte de los padres, utilización de pelotas, texturas y juego, entre otras, que permiten un desarrollo motor, social y emocional por parte del niño.