Al volver de cabalgar
Los niños salieron corriendo hacia la calle, adornada con coloridas cadenetas hechas con retazos de bolsas de plástico, a probar sus juguetes de Navidad tan pronto los tuvieron en las manos.
NADIM MARMOLEJO SEVILLA
Eran las siete de la mañana. Los dos varones montaron en sus caballos de palo y se fueron a cabalgar. Y las dos niñas se sentaron en el suelo polvoriento a jugar con las muñecas de trapo, que mostraban con ostentación a todo el que pasaba.
Todo el pueblo estaba alegre, todo era armónico y exuberante; y los pájaros, cuyos trinos se escuchaban por todas partes, y los crotos del antejardín de la señora Amada, cuyas hojas amarillentas resplandecían igual que el sol naciente; y la acacia de Elvira Cerpa, cuyas ramas sostenían redondos totumos secos a cambio de las bolas de poliespán que usa la civilización; y las puertas y ventanas de las casas recién pintadas.
Eran las siete de la mañana. Los dos varones montaron en sus caballos de palo y se fueron a cabalgar. Y las dos niñas se sentaron en el suelo polvoriento a jugar con las muñecas de trapo, que mostraban con ostentación a todo el que pasaba.
Todo el pueblo estaba alegre, todo era armónico y exuberante; y los pájaros, cuyos trinos se escuchaban por todas partes, y los crotos del antejardín de la señora Amada, cuyas hojas amarillentas resplandecían igual que el sol naciente; y la acacia de Elvira Cerpa, cuyas ramas sostenían redondos totumos secos a cambio de las bolas de poliespán que usa la civilización; y las puertas y ventanas de las casas recién pintadas.