Anhelos de una ciudad más segura
Cuenta la historia que de una violencia política, endémica, de toda la vida, Bogotá pasó a experimentar unas dinámicas de inseguridad moderna, propia de la gran urbe en la que se convirtió, a fines de la década de lo 80.
Redacción Bogotá
Algunos expertos dicen, incluso, que ahí comenzó el período más violento en la historia de la ciudad.
La guerra del narcotráfico que golpeó a Colombia también tocó las puertas de la capital con sus carros bomba, su zozobra, sus altos niveles en la tasa de homicidios.
El contraste de ese panorama desolador eran los focos críticos de delincuencia común que se fueron formando en el centro y que también golpeaban a los ciudadanos con sus atracos y robos menores a toda hora.
Cuando se acabó la guerra contra Pablo Escobar, hacia 1994, ese problema de delincuencia común permaneció y se sumó a otro acaso mayor. Acaso el peor de los problemas de inseguridad en Bogotá: la convivencia. Al menos eso dicen los expertos.
El alcalde que se posesionó entonces, Antanas Mockus, aplicó una fuerte y efectiva política para mejorar la convivencia y cambiar los comportamientos de los ciudadanos. La ciudad respiró esperanza, pero en los extramuros se vivieron pequeñas incursiones paramilitares que, incluso hoy, han generado denuncias de reclutamientos forzados, homicidios y extorsiones.
Con un exitoso plan de vigilancia por cuadrantes, liderado por la Policía Metropolitana, que a febrero de este año logró la mayor reducción de homicidios en los últimos 10 años, los retos no son pocos. El recién posesionado alcalde Gustavo Petro está probando un plan piloto de prohibición del porte de armas de fuego y tramita un decreto para prohibir además el porte de armas blancas.
Los desafíos pasan por la detección de los focos de delincuencia común y organizada y el enfrentamiento a la amenaza del narcotráfico, que se ha ido instalando en algunas zonas de los extramuros capitalinos en forma de narcomenudeo.
Las mafias de jaladores de carros, de fleteros, de apartamenteros y los ladrones callejeros hacen parte de la lista de retos en una Bogotá en la que, al parecer, ya desapareció para siempre el fantasma de la guerrilla de las Farc y de los paramilitares, como grandes asediadores.
Las autoridades, tanto civiles, como de Ejército y Policía, han dicho en varias ocasiones que estos grupos insurgentes ya dejaron de ser un peligro para la capital.
Aún así, no es poco el camino a recorrer en busca del sueño de una capital mejor y más tranquila.
HUGO FRÜHLING
Conocedor como pocos del tema de seguridad ciudadana en Chile, es profesor del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile y director del Centro de Estudios en Seguridad Ciudadana de esa entidad. Ha sido secretario ejecutivo del Consejo coordinador de Seguridad Pública del Gobierno de su país y asesor del Ministerio del Interior chileno. También consultor de Naciones Unidas, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo.
1. Focalizar el delito
Es central focalizar recursos de prevención por sectores pequeños o barrios que pueden atraer la comisión de delitos o crear las condiciones para que se desarrollen carreras criminales. Esto requiere combinar información policial, municipal o distrital, del sistema penitenciario y de tratamiento de menores infractores identificando sectores críticos, ya porque en ellos se cometen los delitos más violentos, o porque en ellos residen números por sobre lo normal de delincuentes.
2. Continuar el plan cuadrantes
La Policía es un gran recurso para proveer seguridad. El progreso en materia policial pasa por continuar con el programa de vigilancia preventiva por cuadrantes en ejecución, poniendo énfasis en aspectos como un examen periódico de los límites de los cuadrantes para adaptarlos a las cambiantes condiciones en la ciudad. También habría que hacer un examen de las directrices del programa, de manera de no exigir exceso de actividades del agente o ponerle objetivos simultáneos que podrían ser contradictorios entre sí.
3. Formar a los patrulleros
En el programa de vigilancia preventiva por cuadrantes también hay que crear instrumentos de gestión que incentiven el trabajo conjunto entre unidades distintas de la Policía, tales como la de vigilancia preventiva y la investigación criminal. Y poner énfasis en la profesionalización y formación de los patrulleros, que cumplen un rol básico, pero que son deficitarios en ese campo. Ellos constituyen la cara más visible y permanente de la Policía y una muralla de contención para que no escalen conflictos.
MARCELO EBRARD
En 2010, el Proyecto World Mayor lo reconoció como el Mejor Alcalde del Mundo. Es el actual jefe de Gobierno del Distrito Federal, el equivalente a alcalde de Ciudad de México. Ha sido diputado federal, secretario de Seguridad Pública y de Desarrollo Social del Distrito durante la alcaldía de Andrés López Obrador. Aunque declinó sus aspiraciones presidenciales para este año, es considerado una fuerte carta de la izquierda mexicana en el futuro.
1. El ejemplo de México
En la Ciudad de México se cuenta con la tecnología suficiente para que en breve a través de un celular las personas puedan consultar en tiempo real la red de videovigilancia, misma que hoy día ayuda a las autoridades a prevenir o reaccionar. Otro punto es la policía de proximidad, un esquema que divide en cuadrantes a la ciudad y que es el camino y ruta a seguir para conservar la cercanía con la ciudadanía. Los avances tecnológicos han sido fundamentales en el combate a la delincuencia.
2. Importancia de la videovigilancia
A través del sistema de videovigilancia se puede dar seguimiento de forma innovadora a los casos que investigan las dependencias del gobierno. Además, se realizan evaluaciones por parte de los ciudadanos del trabajo de los agentes, con lo que se determinan los ascensos o sanciones al respectivo policía. Nuestro programa ha sido plantear cambios tecnológicos importantes y otra parte que tiene que ver con la estructura y el respaldo que tienen nuestros elementos de las corporaciones.
Algunos expertos dicen, incluso, que ahí comenzó el período más violento en la historia de la ciudad.
La guerra del narcotráfico que golpeó a Colombia también tocó las puertas de la capital con sus carros bomba, su zozobra, sus altos niveles en la tasa de homicidios.
El contraste de ese panorama desolador eran los focos críticos de delincuencia común que se fueron formando en el centro y que también golpeaban a los ciudadanos con sus atracos y robos menores a toda hora.
Cuando se acabó la guerra contra Pablo Escobar, hacia 1994, ese problema de delincuencia común permaneció y se sumó a otro acaso mayor. Acaso el peor de los problemas de inseguridad en Bogotá: la convivencia. Al menos eso dicen los expertos.
El alcalde que se posesionó entonces, Antanas Mockus, aplicó una fuerte y efectiva política para mejorar la convivencia y cambiar los comportamientos de los ciudadanos. La ciudad respiró esperanza, pero en los extramuros se vivieron pequeñas incursiones paramilitares que, incluso hoy, han generado denuncias de reclutamientos forzados, homicidios y extorsiones.
Con un exitoso plan de vigilancia por cuadrantes, liderado por la Policía Metropolitana, que a febrero de este año logró la mayor reducción de homicidios en los últimos 10 años, los retos no son pocos. El recién posesionado alcalde Gustavo Petro está probando un plan piloto de prohibición del porte de armas de fuego y tramita un decreto para prohibir además el porte de armas blancas.
Los desafíos pasan por la detección de los focos de delincuencia común y organizada y el enfrentamiento a la amenaza del narcotráfico, que se ha ido instalando en algunas zonas de los extramuros capitalinos en forma de narcomenudeo.
Las mafias de jaladores de carros, de fleteros, de apartamenteros y los ladrones callejeros hacen parte de la lista de retos en una Bogotá en la que, al parecer, ya desapareció para siempre el fantasma de la guerrilla de las Farc y de los paramilitares, como grandes asediadores.
Las autoridades, tanto civiles, como de Ejército y Policía, han dicho en varias ocasiones que estos grupos insurgentes ya dejaron de ser un peligro para la capital.
Aún así, no es poco el camino a recorrer en busca del sueño de una capital mejor y más tranquila.
HUGO FRÜHLING
Conocedor como pocos del tema de seguridad ciudadana en Chile, es profesor del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile y director del Centro de Estudios en Seguridad Ciudadana de esa entidad. Ha sido secretario ejecutivo del Consejo coordinador de Seguridad Pública del Gobierno de su país y asesor del Ministerio del Interior chileno. También consultor de Naciones Unidas, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo.
1. Focalizar el delito
Es central focalizar recursos de prevención por sectores pequeños o barrios que pueden atraer la comisión de delitos o crear las condiciones para que se desarrollen carreras criminales. Esto requiere combinar información policial, municipal o distrital, del sistema penitenciario y de tratamiento de menores infractores identificando sectores críticos, ya porque en ellos se cometen los delitos más violentos, o porque en ellos residen números por sobre lo normal de delincuentes.
2. Continuar el plan cuadrantes
La Policía es un gran recurso para proveer seguridad. El progreso en materia policial pasa por continuar con el programa de vigilancia preventiva por cuadrantes en ejecución, poniendo énfasis en aspectos como un examen periódico de los límites de los cuadrantes para adaptarlos a las cambiantes condiciones en la ciudad. También habría que hacer un examen de las directrices del programa, de manera de no exigir exceso de actividades del agente o ponerle objetivos simultáneos que podrían ser contradictorios entre sí.
3. Formar a los patrulleros
En el programa de vigilancia preventiva por cuadrantes también hay que crear instrumentos de gestión que incentiven el trabajo conjunto entre unidades distintas de la Policía, tales como la de vigilancia preventiva y la investigación criminal. Y poner énfasis en la profesionalización y formación de los patrulleros, que cumplen un rol básico, pero que son deficitarios en ese campo. Ellos constituyen la cara más visible y permanente de la Policía y una muralla de contención para que no escalen conflictos.
MARCELO EBRARD
En 2010, el Proyecto World Mayor lo reconoció como el Mejor Alcalde del Mundo. Es el actual jefe de Gobierno del Distrito Federal, el equivalente a alcalde de Ciudad de México. Ha sido diputado federal, secretario de Seguridad Pública y de Desarrollo Social del Distrito durante la alcaldía de Andrés López Obrador. Aunque declinó sus aspiraciones presidenciales para este año, es considerado una fuerte carta de la izquierda mexicana en el futuro.
1. El ejemplo de México
En la Ciudad de México se cuenta con la tecnología suficiente para que en breve a través de un celular las personas puedan consultar en tiempo real la red de videovigilancia, misma que hoy día ayuda a las autoridades a prevenir o reaccionar. Otro punto es la policía de proximidad, un esquema que divide en cuadrantes a la ciudad y que es el camino y ruta a seguir para conservar la cercanía con la ciudadanía. Los avances tecnológicos han sido fundamentales en el combate a la delincuencia.
2. Importancia de la videovigilancia
A través del sistema de videovigilancia se puede dar seguimiento de forma innovadora a los casos que investigan las dependencias del gobierno. Además, se realizan evaluaciones por parte de los ciudadanos del trabajo de los agentes, con lo que se determinan los ascensos o sanciones al respectivo policía. Nuestro programa ha sido plantear cambios tecnológicos importantes y otra parte que tiene que ver con la estructura y el respaldo que tienen nuestros elementos de las corporaciones.