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Una tarde partida en dos. En la primera parte, esa de los dos turnos de inicio, se tocó el cielo con faenas redondas, toros hechos a la medida y un pronto saldo de tres orejas cortadas. Y luego, la otra cara, aquella en que el resto del encierro marchó casi que a contracorriente o, como sucedió en el sexto, cuando la mala suerte nos privó de cerrar arriba.
Esa sería la radiografía a secas de la primera corrida de abono de Manizales. Más en la piel de la misma, hay que decir que pasaron muchas cosas, algunas de trascendencia. Por ejemplo, que Luis Bolívar mostró aquí la mejor de sus versiones en esta temporada, desde el primero de sus paseíllos en Cali, hace una semana.
Para comenzar, se dio el gusto, y nos lo dio a quienes nos quedamos sin parpadear, de cuajar al muy buen segundo de la tarde, que en realidad fue segundo bis. A ‘Perdido’ de nombre, lo rescató el hecho de que el original se partió un pitón y la Presidencia tuvo la generosidad de permitir que viniera el sobrero. Y ‘Perdido’ no vino a cumplir, sino a estar en grande.
Luis lo entendió a la perfección para hacerlo lucir, mientras el animal transmitía una barbaridad por ambos pitones y atacaba sin necesitar de señal alguna diferente al trapo por delante. Los naturales de izquierda y los de derecha, porque los hubo, terminaron de erigir la obra de Bolívar. Dos orejas y vuelta al ruedo al ejemplar.
Hubo, además, otra faena, la del cuarto de la tarde, en la que el torero nacional hubo que desempolvar la armadura para fajarse, porque el animal pedía guerra. Luis le devolvió el guante y estuvo ahí, en el frente, hasta ganar por condiciones y valor. Le pidieron la oreja, pero la Presidencia se contuvo.
Y eso que se frustró el sexto de Fuentelapeña, que pintaba para retomar el buen camino de sus hermanos primero y segundo, pero al que se le malogró una de las extremidades anteriores. Con todo, Bolívar tenía al final de la tarde cara de mucho más que Puerta Grande. El Bolívar de hoy sabía lo que se llevaba: esa satisfacción íntima que no se parece a nada.
Pero pasó, además, que Miguel Ángel Perera cortó una oreja en la lidia del primero, un toro noble que nunca molestó, y al que el de Badajoz exprimió hasta sacarle la última gota. Aunque lo más importante pudo ser lo que vino en sus dos toros posteriores, donde el español alcanzó a otear los trofeos, pero se esfumaron por cuenta de la espada.
Se puso de rodillas en el tercero y allí, hincado, sacó verónicas templadas. Estuvo a punto de ser cogido cuando perdió pie, pero se hizo un providencial autoquite. Ya en la muleta, con un animal que dejó asomar aspereza, estuvo por encima. Entera y palmas, de un público demasiado frío con él. Igual, en el quinto se entregó hasta lograr el milagro de que el manso y rajado no terminará en tablas. Ovación tras dos avisos.
Pasó también que el capote brilló en los quites. Y que el encierro tuvo kilos y cuajo, aunque poca cara. Y que Jaime Mejía terminó en la enfermería por cornada del quinto de la tarde.
Ficha de la corrida
55ª Feria de Manizales, primera corrida de abono.
Seis toros de Fuentelapeña.
Parejos, con kilos, algunos poco ofensivos. Bravo y emocionante el segundo bis de la tarde, número 401, de nombre ‘Perdido’. Noble el primero. El sexto, que prometía, se malogró. Tercero, de más a menos. El cuarto, sin trascender. Y el quinto, manso. 510, 516, 512, 538, 538 y 468 kg.
Miguel Ángel Perera. Verde botella y oro. Oreja, palmas y ovación tras dos avisos.
Luis Bolívar. Azul marino y oro. Dos orejas, palmas tras petición y palmas.
Detalles: dos tercios de entrada. Tarde fresca, con ligera llovizna. El banderillero Jaime Mejía resultó cogido por el quinto de la tarde. Cornada en la parte posterior del muslo izquierdo, con dos trayectorias, pronóstico menos grave. Saludó Rodrigo Arias ‘El Monaguillo`, por buenos pares al cuarto de la tarde.