Centros de Danza y Movimiento del programa ‘Sonidos para la Construcción de Paz’
La iniciativa fortalece prácticas culturales en territorios afectados por el conflicto, fomenta el diálogo intercultural y apoya la profesionalización de artistas.
El Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, en el marco del programa presidencial ‘Sonidos para la Construcción de Paz’, avanza con la estrategia Centros de Danza y Movimiento como una apuesta por la construcción de la paz total en Colombia. A través de la danza, esta iniciativa aborda los desafíos sociales, culturales y pedagógicos del sector, posicionando las prácticas corporales y del movimiento como herramientas clave para la transformación social, el desarrollo de habilidades, la creatividad y el pensamiento crítico.
La viceministra de las Artes, la Economía Cultural y Creativa del MinCulturas, Yannai Kadamani, afirma que esta estrategia “fortalece y promueve la danza y sus aportes a la construcción de memoria colectiva, incentivando la investigación y documentación de las prácticas, así como el reconocimiento de saberes formales y no formales, la transmisión de conocimientos y la creación y circulación de narrativas propias del territorio con enfoque poblacional”.
Es así como con un enfoque integral, la estrategia combina danza para la cultura de paz y educación, formación artística y cultural en establecimientos educativos. Ambas líneas apuntan tanto al fortalecimiento de organizaciones de danza en municipios que pertenecen a los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial programas (PDET) y las Zonas Más Afectadas por el Conflicto (ZOMAC), donde se promueven redes nacionales e internacionales que fomentan la sostenibilidad y la gobernanza cultural, así como el desarrollo de centros de interés en danza al interior de las escuelas y colegios públicos beneficiarios del programa.
De esta manera se impactarán a 130 establecimientos educativos de 118 municipios en 19 departamentos en el marco de la estrategia Artes para la Construcción de Paz y se vincularán 130 artistas formadores que incluyen también a sabedores del saber danzario.
¡Bailar para resistir!
La alegría y la celebración son parte de la esencia de las comunidades colombianas, y la danza, más que una expresión cultural, es una herramienta que se ha convertido en resistencia pacífica frente al conflicto en los territorios. En lugares como Buenaventura se desarrollan procesos de co-creación entre organizaciones de danza de larga trayectoria, emergentes y comunitarias, abordando temáticas de memoria y narrativas simbólicas del Pacífico. “Este ejercicio pedagógico fortalece los mecanismos con los que la comunidad ha ocupado, a través del arte y el cuerpo, espacios que han sido despojados por el conflicto armado”, como precisa Juana Ibanaxca Salgado, integrante del equipo coordinador de la estrategia Centros de Danza y Movimiento, del MinCulturas.
Encuentros bioculturales
En la ribera del río Meta, en Orocué, Casanare, el laboratorio Rutas, Danza y Memoria promueve el intercambio de saberes entre la comunidad indígena Sáliva y los procesos urbanos de danza folclórica como el joropo. Según Yully Rocío Camelo, integrante del equipo coordinador de la estrategia, este diálogo intercultural fortalece el tejido social, reconecta a las comunidades con su territorio y celebra su biodiversidad a través de la co-creación.
“Este es un proceso de construcción de memoria comunitaria del que hacen parte niños, jóvenes, adultos mayores y sabedores tradicionales, quienes se encuentran para intercambiar ideas, reconectarse con su esencia desde el movimiento y reconocerse como parte de una comunidad que danza, que pertenece a un territorio biodiverso, lo que hace que sus prácticas culturales tengan una identidad especial y una fuerte conexión con la naturaleza, siendo el pretexto para que estos dos mundos se junten, fortaleciendo el tejido social de su municipio”, precisa Rocío.
Oportunidades a través de la danza
La estrategia también impulsa la convalidación de saberes en niveles técnicos laborales en danza, danza contemporánea e instructor de danza folclórica en cinco departamentos del país (Antioquia, Caldas, Risaralda, Valle del Cauca y Bolívar), abriendo oportunidades de cualificación y alianzas que han redundado en beneficios para más de 100 artistas empíricos de 40 municipios, en su mayoría PDET Y ZOMAC. Esto ha permitido poner al servicio del país la experiencia y conocimiento en el campo formativo de las organizaciones de danza, sumado a la inversión presupuestal, demostrando que en el trabajo articulado está la clave del progreso.
Cabe señalar que por primera vez en la historia, un gobierno ha destinado una inversión significativa para el sector de la danza, apoyando con recursos económicos y técnicos a organizaciones de larga y mediana trayectoria y procesos emergentes, iniciativas comunitarias y comunidades étnicas en zonas apartadas del territorio nacional.
Estas experiencias en los territorios dan cuenta de cómo la danza se convierte en un canal para contar historias, curar heridas y devolver esperanzas, generando emociones a través del cuerpo y su armonía con la música. Al ponerse en escena, se hace el milagro colectivo de verse en el reflejo de una realidad dura pero que tiene caminos de vida y recuperación. Este esfuerzo reconoce el papel de la danza como una manifestación de identidad y herramienta para construir caminos de esperanza, en un país que a pesar de las dificultades no para de bailar.
El Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, en el marco del programa presidencial ‘Sonidos para la Construcción de Paz’, avanza con la estrategia Centros de Danza y Movimiento como una apuesta por la construcción de la paz total en Colombia. A través de la danza, esta iniciativa aborda los desafíos sociales, culturales y pedagógicos del sector, posicionando las prácticas corporales y del movimiento como herramientas clave para la transformación social, el desarrollo de habilidades, la creatividad y el pensamiento crítico.
La viceministra de las Artes, la Economía Cultural y Creativa del MinCulturas, Yannai Kadamani, afirma que esta estrategia “fortalece y promueve la danza y sus aportes a la construcción de memoria colectiva, incentivando la investigación y documentación de las prácticas, así como el reconocimiento de saberes formales y no formales, la transmisión de conocimientos y la creación y circulación de narrativas propias del territorio con enfoque poblacional”.
Es así como con un enfoque integral, la estrategia combina danza para la cultura de paz y educación, formación artística y cultural en establecimientos educativos. Ambas líneas apuntan tanto al fortalecimiento de organizaciones de danza en municipios que pertenecen a los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial programas (PDET) y las Zonas Más Afectadas por el Conflicto (ZOMAC), donde se promueven redes nacionales e internacionales que fomentan la sostenibilidad y la gobernanza cultural, así como el desarrollo de centros de interés en danza al interior de las escuelas y colegios públicos beneficiarios del programa.
De esta manera se impactarán a 130 establecimientos educativos de 118 municipios en 19 departamentos en el marco de la estrategia Artes para la Construcción de Paz y se vincularán 130 artistas formadores que incluyen también a sabedores del saber danzario.
¡Bailar para resistir!
La alegría y la celebración son parte de la esencia de las comunidades colombianas, y la danza, más que una expresión cultural, es una herramienta que se ha convertido en resistencia pacífica frente al conflicto en los territorios. En lugares como Buenaventura se desarrollan procesos de co-creación entre organizaciones de danza de larga trayectoria, emergentes y comunitarias, abordando temáticas de memoria y narrativas simbólicas del Pacífico. “Este ejercicio pedagógico fortalece los mecanismos con los que la comunidad ha ocupado, a través del arte y el cuerpo, espacios que han sido despojados por el conflicto armado”, como precisa Juana Ibanaxca Salgado, integrante del equipo coordinador de la estrategia Centros de Danza y Movimiento, del MinCulturas.
Encuentros bioculturales
En la ribera del río Meta, en Orocué, Casanare, el laboratorio Rutas, Danza y Memoria promueve el intercambio de saberes entre la comunidad indígena Sáliva y los procesos urbanos de danza folclórica como el joropo. Según Yully Rocío Camelo, integrante del equipo coordinador de la estrategia, este diálogo intercultural fortalece el tejido social, reconecta a las comunidades con su territorio y celebra su biodiversidad a través de la co-creación.
“Este es un proceso de construcción de memoria comunitaria del que hacen parte niños, jóvenes, adultos mayores y sabedores tradicionales, quienes se encuentran para intercambiar ideas, reconectarse con su esencia desde el movimiento y reconocerse como parte de una comunidad que danza, que pertenece a un territorio biodiverso, lo que hace que sus prácticas culturales tengan una identidad especial y una fuerte conexión con la naturaleza, siendo el pretexto para que estos dos mundos se junten, fortaleciendo el tejido social de su municipio”, precisa Rocío.
Oportunidades a través de la danza
La estrategia también impulsa la convalidación de saberes en niveles técnicos laborales en danza, danza contemporánea e instructor de danza folclórica en cinco departamentos del país (Antioquia, Caldas, Risaralda, Valle del Cauca y Bolívar), abriendo oportunidades de cualificación y alianzas que han redundado en beneficios para más de 100 artistas empíricos de 40 municipios, en su mayoría PDET Y ZOMAC. Esto ha permitido poner al servicio del país la experiencia y conocimiento en el campo formativo de las organizaciones de danza, sumado a la inversión presupuestal, demostrando que en el trabajo articulado está la clave del progreso.
Cabe señalar que por primera vez en la historia, un gobierno ha destinado una inversión significativa para el sector de la danza, apoyando con recursos económicos y técnicos a organizaciones de larga y mediana trayectoria y procesos emergentes, iniciativas comunitarias y comunidades étnicas en zonas apartadas del territorio nacional.
Estas experiencias en los territorios dan cuenta de cómo la danza se convierte en un canal para contar historias, curar heridas y devolver esperanzas, generando emociones a través del cuerpo y su armonía con la música. Al ponerse en escena, se hace el milagro colectivo de verse en el reflejo de una realidad dura pero que tiene caminos de vida y recuperación. Este esfuerzo reconoce el papel de la danza como una manifestación de identidad y herramienta para construir caminos de esperanza, en un país que a pesar de las dificultades no para de bailar.