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Tocar la guitarra era el sueño de Diego Corredor, un joven de 17 años a quien una malformación congénita impidió el desarrollo de su brazo derecho. Ésta se había convertido en su principal limitación. La desazón, la vergüenza y la soledad habían tomado el control del zipaquireño, cuya pasión por la música, la tecnología y su misma condición de discapacidad resultaron uniéndolo con un pariente lejano que le cambió la vida: Juan Camilo Monroy, diseñador industrial uniandino, bogotano, a quien apenas vino a conocer hace año y medio.
Aunque Diego era reacio a hablar del tema y tenía un cajón lleno de prótesis que nunca usó, se animó a disertar sobre sus sueños y expectativas con Juan Camilo, quien a partir de dichas narraciones se inspiró para sacar adelante lo que entonces era apenas su proyecto de tesis . “No estoy seguro de que lo que hagamos funcione, pero desarrollémoslo a ver con qué salimos”, le aclaró a su primo antes de iniciar con los prototipos. Y comenzó a trabajar.
La ilusión del joven de tocar guitarra era tan grande que lo había intentado con monedas, con yeso, con cinta, siempre sin éxito. A finales de 2013, sus ojos brillaron cuando Juan Camilo llegó con el primer prototipo de una prótesis en 3D y le dijo que practicara. “Ese modelo se rompió porque fue algo muy rústico, la imprimí en la máquina casera de un amigo que lo hacía al aire libre”, explica el innovador, quien a partir de allí trabajó junto con Diego en varios prototipos. Inclusive, llegaron a imprimir uno en verde, pero no gustó porque era muy chillón.
“Nunca tuvimos entre nuestras ideas crear algo que tuviera manos, dedos y uñas, sino que sirviera para que Diego pudiera satisfacer esa necesidad musical”, dice Juan Camilo.
En palabras castizas, le imprimió una mano. Y lo hizo en 3D. Con técnicas inicialmente pensadas para otros usos, pero que cada vez ganan más terreno en el campo de las soluciones para facilitarle la vida a personas en condiciones de discapacidad. Juan Camilo fue capaz de pensar el tema de manera diferente para que la mano resultara innovadora y tuviera un diseño que dignificara al usuario. No la hizo con dedos, como las de los muñecos, sino que tuvo en cuenta todos los gustos de Diego (fanático del grupo de rock estadounidense Linkin Park, ganador de Grammy y reconocido, entre otras cosas, por su participación en la banda sonora de la película Transformers). La nueva mano guitarrista de Diego resultó, además de efectiva para la música y muy liviana, con un diseño robótico y metalizado que lleva incluso el logo del grupo musical. Es algo que envía un mensaje contundente para que todos sepamos que rompiendo las barreras de pensamiento, poniendo en práctica buenas ideas y con una inversión pequeña, es posible cambiar vidas.
Cumplir este sueño ha sido fundamental para Diego. Pasó de ser el niño acomplejado a toda una celebridad. Ahora tiene amigos y ya no le importa salir en camiseta cuando el día está soleado. Hasta se muestra divertido en eventos en los que hay mucha gente. “Cuando comenzó a utilizar la prótesis el cambio fue drástico porque Diego no era una persona que saliera mucho, pienso que el cambio le ha ayudado mucho en su autoestima”, afirma su mamá, Nora Tolosa. La verdad es que el mismo Diego es, en gran medida, responsable de ese cambio, pues de poco hubiese servido una prótesis especial que facilita el ejercicio de tocar guitarra si él no se hubiese dedicado con juicio a aprender a manejar el instrumento. La prótesis le facilita hacerlo, pero él tuvo que poner mucho de su parte.
A Juan Camilo también le cambió la vida. Dicta conferencias y su hermana Andrea, también uniandina, experta en gerencia, le asesoró para hacer empresa. Crearon 3D Glück (felicidad en 3D), especializada en impresión de objetos. El campo de acción para este tipo de impresiones es infinito coinciden los hermanos Monroy, quienes fueron invitados a Silicon Valley para mostrar una prótesis, definida como la más impresionante del mundo por 3ders, el medio más importante con impresión 3D del mundo.