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El artista quindiano Duván López recibió la medalla Simón Bolívar

El Congreso de la República otorgó la medalla Simón Bolívar a la vida y obra del pintor, escultor y poeta quindiano Duván López.

07 de octubre de 2024 - 05:02 p. m.
El artista quindiano Duván López.
El artista quindiano Duván López.
Foto: Cortesía

¿Qué significa para usted recibir el premio Simón Bolívar en esta etapa de su vida artística?

Para mi haber recibido esta condecoración, es muy significativo porque ser reconocido por la gente de su propio terruño y del país, es muy importante en la medida, en que uno reconoce directamente que la personas valoran el trabajo que uno ha hecho, hay muchas obras que a mí me han marcado, yo creo que de cada maestro he aprendido y como soy un estudioso siento que tendría que enumerar unas 20 o 30, si me preguntaran cual obra quisiera tener en mi casa yo diría el Pifano de Manet, es un cuadro que por su simpleza y la cantidad de emociones que genera, con tan pocos elementos me toca permanentemente cuando lo veo. Yo pienso que el arte en Colombia adolece todavía de provisionalísimo, es un arte que no ha logrado salir afuera a excepción de Botero, es un arte que no ha tenido el apoyo del gobierno, porque no se considera el arte como una actividad importante, y como una actividad que puede generar no solamente cultura sino recursos económicos y hay un gran desconocimiento, las galerías importantes no alcanzan a llegar a los mercados internacionales, y los pintores y lo artistas de aquí tienen muchos problemas para hacer mercadeo, para llegar al mercado internacional, yo creo que debería de haber una apuesta mas importante de los empresarios, crear un coleccionismo privado que incentive el trabajo de los artistas y abrir el mercado colombiano hacia los mercados internacionales, yo creo que mi obra está inmersa dentro del arte colombiano hay muchas cosas que podrían estar, tengo un handicap y es el hecho de que he vivido mucho por fuera apenas estoy regresando para situarlas, pero creo que la silla de la paz es una obra que bien podría estar en cualquier Banco de la Republica o en cualquier museo importante.

A lo largo de su carrera, ¿cómo ha evolucionado su estilo pictórico y qué influencias han marcado su obra?

A nivel pictórico estoy en este momento intentando traer más obra al país y el proyecto que hay, es hacer un museo Duván en Colombia para que aquí haya más contacto entre el público y mi trabajo, creo que este reconocimiento que me dan me ayuda a seguir soñando lo que he pensado siempre, es decir, colaborar para que la cultura colombiana sea más asequible a las personas, estamos pensando en generar una escuela museo, con la idea de no solamente traer un patrimonio artístico para conservar en mi obra, sino en abrir la posibilidad de un espacio didáctico para las nuevas generaciones, pienso que adolecen los jóvenes y los niños de estos espacios.

¿Hay alguna obra en particular que sienta que representa un hito en su trayectoria artística, y por qué?

La silla de la paz encarna todo lo que un artista podría desear, según Platón: es un objeto plástico, bello, bueno y útil. A través de ella, rompo el concepto tridimensional del volumen, creando un *trompe-l’œil* que presenta un objeto que parece real, pero que en realidad es una ilusión óptica. Fue creada para generar interrogantes sobre la validez de lo que percibimos. Al convertirse en el premio que la Fundación Shenguen de la Paz otorga anualmente en Luxemburgo, la silla se transforma en un símbolo que lleva consigo un mensaje: ¿Por qué no podemos vivir en paz? Esta pregunta se dirige a todo el planeta.

¿Cómo ve el estado actual del arte en Colombia y qué consejo les daría a las nuevas generaciones de artistas que buscan seguir su camino?

El arte colombiano es significativo, y la calidad y cantidad de sus creadores lo demuestra. Sin embargo, considero que falta promoción. Sin un contacto constante con escenarios internacionales, las obras y los artistas quedan relegados al mercado local, sin acceso a los mercados globales. Los artistas deben enfrentarse a las corrientes contemporáneas, y el Estado debería reconocer la importancia del arte como embajador de nuestra cultura frente al mundo. Un ejemplo es Corea del Sur, que cubre los gastos de sus artistas cuando exponen en el exterior. Hay una frase de Van Gogh que ilustra el deber del artista: “Los artistas deben trabajar como los zapateros, es decir, todos los días”. El arte no es solo una forma de ganarse la vida, es una misión, y quien no lo sienta de esa manera debería buscar otro camino en la vida.

¿Cómo se siente al ser reconocido por una obra que transmite tanto a las audiencias de su país, y cómo cree que sus piezas contribuyen a la cultura colombiana?

Me siento útil. El proceso solitario del trabajo del artista es un acto de fe. Cuando ese acto de fe es confirmado por una audiencia significativa, la certeza del logro compensa todas las dificultades que enfrentamos para alcanzar ese reconocimiento. Los artistas proponemos visiones personales que, en ocasiones, resultan ser universales.

El estudio de la historia del arte y de sus creadores me permite situarme y valorar mis logros. La doble pupila es un logro plástico inédito, que habla de la doble mirada: la interna y la externa, la del instinto animal y la de la cultura humana, el yin y el yang, lo femenino y lo masculino que habitan en cada ser, no solo en lo físico, sino también en lo psíquico. Aporta una perspectiva holística que amplía el punto de vista y nos ofrece la posibilidad de un giro óptico en varias direcciones, desde el cual observamos hoy, tras la deconstrucción

Después de recibir este reconocimiento, ¿cuáles son sus próximos pasos como artista y qué proyectos tiene en mente para el futuro?

Este reconocimiento es un impulso para seguir trabajando con la idea de construir lo humano a través del arte. Quiero dejar mi legado al Quindío y a Colombia: una escuela-museo donde los jóvenes puedan desarrollar su creatividad en un espacio humano. En los próximos meses se publicará en Barcelona mi primer libro de poemas, que espero compartir pronto con el país. El próximo año, una versión de la silla de la paz se instalará en el Memorial Center de la ciudad de Gwangju, en Corea del Sur, un lugar considerado el templo de la democracia.

¿Qué le gustaría compartirnos para cerrar este espacio?

Quiero invitar a todos los colombianos a preguntarse cuál es el país que sueñan y merecen, y a responder con sus actos en la construcción de ese sueño.

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