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La forma de hablar, la ropa que se viste, el lugar donde se vive, los alimentos que se comen, y hasta el transporte que se utiliza, todas son acciones que, bajo una mirada clasista, sitúan a una persona en una pirámide socioeconómica que, en un país como Colombia, limita derechos como la educación, la salud, la vivienda y hasta el ocio.
El clasismo, entendido como la discriminación y la segregación basadas en la posición socioeconómica de las personas, ha afectado la movilidad social, limitando las oportunidades de las clases menos privilegiadas, alimentando la pobreza, y manteniendo las profundas divisiones entre los ciudadanos. Así mismo, se presenta como un problema estructural y social, arraigado en las instituciones y en la cultura del país, que perpetúa la desigualdad y limita las oportunidades para gran parte de la población.
Lo que lo convierte en una realidad que afecta la vida cotidiana de millones de personas, pero su discusión a menudo es relegada o ignorada. Sin embargo, este fenómeno continúa siendo una barrera para el progreso social y la igualdad en el país. Por lo que reconocerlo y abordarlo abiertamente es el primer paso para generar cambios estructurales que beneficien a todos los colombianos, sin importar su origen social.
Es por esto por lo que el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes busca generar un espacio de diálogo e intercambio para poner en interacción visiones distintas en torno al tema, a través de su videopódcast “Conversaciones Pendientes”, un formato de debate cultural pensado a partir de la idea de que el Ministerio no solo es una institución de artes, sino de culturas y saberes distintos, y partiendo de la base de que Colombia es un país donde la interculturalidad y la diversidad de pensamientos y experiencias son centrales, y eso requiere espacios de diálogo e intercambio.
En su cuarta entrega, el clasismo será el eje central para que Marta Ruiz, asesora del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes; María Roa Borja, destacada líder y defensora de los derechos de las trabajadoras domésticas en Colombia; Mario Duarte, actor, músico y director de cine colombiano; y Santiago Espinosa, filósofo y escritor, conversen sobre los modelos que siguen perpetuando el clasismo, así como sobre las acciones para erradicarlo, al menos en la vida cotidiana.
“Nosotros no nacimos pobres, nos empobrecieron y nos colocaron allá. Parte de ser negra, mujer y trabajadora doméstica, desde ahí parte. Nunca van a preguntarte qué has estudiado, sino que de entrada te colocan allá. Las mismas élites nos han colocado en ese lugar, por lo que la mejor reparación es la educación, yo creo que con un pueblo educado nos podemos sentar a hablar de cualquier tema”, así describe María Roa Borja lo que es el clasismo, y también se adelanta y menciona uno de los ejes de la conversación: la educación.
Y es que, tal y como lo asegura María Roa, la educación se convierte en la herramienta primordial para erradicar el clasismo de las formas en las que nos relacionamos, interactuamos y convivimos con el otro. Sin embargo, y, paradójicamente, el sistema educativo y el acceso a este derecho crean una brecha significativa en las oportunidades de desarrollo, limitando el acceso a la educación superior y la opción de mejores empleos para las personas de bajos recursos, perpetuando así la desigualdad social.
Bajo la línea de construir un relato de país no desde una sola visión, sino escuchando e interactuando con diversas formas de entender y evidenciar un mismo fenómeno, esta conversación también cuestionará cómo las telenovelas y los dramatizados han reproducido estereotipos clasistas al representar a las clases sociales de manera simplificada, produciendo un enfoque que tiende a reforzar la jerarquía social y la idea de que el estatus económico define el valor de una persona.
Esto ha demostrado que la perpetuación histórica del clasismo en diversos escenarios, los estereotipos impuestos por las telenovelas, el papel que juegan los medios de comunicación y las dinámicas informativas que se generan, tanto en medios como en redes sociales, han impulsado que el clasismo se normalice, se naturalice y se manifieste en actitudes y comportamientos que menosprecian a las personas por su condición social, su color de piel, su lugar de nacimiento u otro rasgo diferencial que lo aleje de la élite que juzga, afectando no solo su dignidad sino su acceso a diversos derechos.
Es así como el clasismo se presenta como una conversación pendiente de país. Por lo que el próximo martes a las 10 a.m. se transmitirá, por las redes sociales de El Espectador y de Mincultura, la cuarta entrega de “Conversaciones Pendientes”, un espacio para construir un relato conjunto y reunir visiones distintas en torno a los temas de país.