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Donald Trump regresará a la Casa Blanca para un segundo mandato, cuatro años después de perder su primer intento de reelección con una holgada victoria, que le permitió alcanzar 312 colegios electorales y ganar el voto popular. Lo cierto es que el triunfo del candidato republicano generó ya un optimismo en los mercados financieros, pues los índices bursátiles alcanzaron máximos históricos, el dólar se fortaleció y los rendimientos de los bonos del gobierno aumentaron. Ahora, surge una pregunta clave con su llegada al poder: ¿Cuál será el futuro del mercado inmobiliario en los Estados Unidos (EE.UU.)?
Desde el punto de vista económico, lo que muchos ya han señalado es que esta nueva administración se centrará en extender la reducción de impuestos de renta corporativa. También buscará aumentar de forma súbita y quizás generalizada los aranceles de bienes importados, primero para China y México y de impulsar una agenda de desregulación, además, de estimular la producción de petróleo y restringir la migración. Si bien, esto podría parecer políticas aisladas, la verdad es que todas y cada una de ellas podrían impactar en las tasas hipotecarias.
Desde su análisis, Carolina Arenas, cofundadora de A&P Alianzas & Proyectos, empresa que asesora a inversionistas latinoamericanos en la adquisición de inmuebles en EE.UU., asegura que esto podría transformar el panorama inmobiliario, desde la desregulación y la expansión de infraestructura hasta incentivos fiscales para inversionistas.
La experta destaca que la administración Trump ha prometido reducir las barreras regulatorias para desarrolladores y extender la Ley de Recortes de Impuestos y Empleos (TCJA), que expira en 2025. Esta normativa, señala, ha sido clave en el sector por tres razones: La primera, fue una reducción de impuestos sobre las ganancias de capital que permitió a los inversionistas inmobiliarios obtener mayores rendimientos después de impuestos, lo que incentivó la inversión en propiedades. En segundo lugar, la deducción de impuestos específicos para inversiones en bienes raíces, como los intercambios 1031, lo que brindó una ventaja significativa a los inversionistas al permitirles diferir impuestos sobre las ganancias de capital al reinvertir en propiedades similares.
“Por último, la creación de las Zonas de Oportunidad, una alternativa que proporcionó incentivos fiscales adicionales para los inversionistas que decidieron destinar capital a áreas económicamente deprimidas”, agrega Arenas.
A su vez, el plan de infraestructura y la revalorización de Zonas Emergentes, en donde Donald Trump invertirá un billón de dólares para transformar áreas subdesarrolladas de EE.UU. y, en donde se contemplan mejoras en transporte, tecnología y servicios públicos podrían aumentar el valor de las propiedades en estas regiones.
De esta forma, las áreas emergentes se beneficiarían de un aumento en la demanda, lo que generaría oportunidades de revalorización para los inversionistas. Este es un atractivo adicional para aquellos que buscan diversificar sus activos en mercados de alto crecimiento con una apreciación a largo plazo.
Por otro lado, el año pasado se registró un drástico aumento del 12% en la carencia de vivienda en el 2023, con alrededor de 653.000 personas sin hogar, la cifra más alta desde 2007. Se estima que el país enfrenta un déficit de aproximadamente 1,8 millones de unidades habitacionales, lo que significa que se necesitará construir unas 18 millones de viviendas entre 2024 y 2033 para equilibrar la oferta y la demanda. Esto crea una gran oportunidad para los desarrolladores, especialmente aquellos que apuestan por proyectos habitacionales en zonas de alto crecimiento.
Adicionalmente, el regreso de Trump a la presidencia también coincide con un auge en el mercado inmobiliario de lujo. Proyectos icónicos como Mar-a-Lago y los desarrollos en Doral no solo simbolizan la visión de lujo, sino que ofrecen a los inversionistas la posibilidad de capitalizar en un segmento en plena expansión. “Estas propiedades no solo prometen altos rendimientos, sino que también garantizan estabilidad en un mercado históricamente resiliente”, advierte la fundadora de A&P Alianzas & Proyectos.
La victoria de Donald Trump en las elecciones de 2024 no solo marca un nuevo capítulo político para este país, sino también representa una oportunidad de oro para los inversores del sector inmobiliario tanto nacionales como internacionales. Su enfoque proempresarial y su experiencia como magnate de bienes raíces están sentando las bases para un entorno económico favorable, especialmente para quienes buscan diversificar y maximizar su capital en un mercado dinámico y en crecimiento.
“El sector inmobiliario está entrando en una fase de expansión sin precedentes”, concluye Arenas. “Ahora es el momento perfecto para quienes desean ingresar al mercado o expandir su portafolio, aprovechando un entorno económico que favorece la inversión y la generación de riqueza a largo plazo”.