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En septiembre de 1997 zarpó del puerto de Cartagena de Indias hacia los mares del mundo una nave artística y educativa bautizada “El Colegio del Cuerpo” (eCdC), la cual he te tenido la oportunidad de dirigir junto con Marie- France Delieuvin, ambos bailarines, coreógrafos y pedagogos.
Gabriel García Márquez, al conocer el nombre del proyecto navío, me dijo: “El Colegio del Cuerpo… ¡Es un nombre del carajo! ¡Parece el título de un libro de poemas! Y desde entonces ha sido precisamente eso: un espacio y un tiempo de formación de bailarines, navegantes y poetas.
La primera tripulación de este navío, formada para la danza desde la temprana adolescencia, estuvo integrada por 18 chicas y chicos, la gran mayoría estudiantes de uno de los colegios más populosos y populares de Cartagena: la Institución Educativa José Manuel Rodríguez Torices - INEM Cartagena. Fueron convocados 480 estudiantes de grado sexto, para acercarse a un lenguaje prácticamente desconocido en la ciudad como lo era la danza contemporánea, y luego de varios meses de decantación y selección natural, el Grupo Piloto Experimental de El Colegio del Cuerpo se constituyó, manteniéndose durante más de diez años como un colectivo. Era una tribu de jóvenes que muy pronto empezaron a surcar los mares y cielos de los cinco continentes para llevar la buena nueva de lo que El Colegio del Cuerpo empezó a llamar Estrato T: el Estrato Talento.
La primera obra creada por mí para esta joven compañía fue El alma de las cosas, fruto de un taller de investigación sobre la relación entre el cuerpo y los objetos, aparentemente inanimados. El reto para cada bailarín era encontrarle el alma y el movimiento, la vida oculta a cada uno de los elementos asignados por el coreógrafo, objetos artesanales en su gran mayoría: redes, máscaras, una canoa, bastones, taburetes y abanicos, entre otros, aunque también algunos prosaicos y no tan estéticos como un par de neumáticos y ladrillos.
“Las cosas tienen vida propia, solo es cuestión de despertarles el ánima”, dice el gitano Melquíades al inicio de Cien años de soledad. Con esta premisa las y los jóvenes poetas del movimiento se lanzaron, de la mano de sus maestros, a descubrir su potencial demiúrgico… Y la verdad es que lo lograron.
Han pasado más de 27 años desde que este poema escénico vio la luz. La obra se presentó en el mundo entero. El grupo creció y emprendió vuelo propio según el designio de sus maestros, auténticos fabricantes de alas. Los grumetes y marineros del galeón original se convirtieron en capitanes de sus propias embarcaciones y son hoy seres humanos creativos, respetuosos, plenos.
Desde allí entendimos dos premisas: Educación para la danza y con la danza, pero, sobre todo, educación para la paz y una nueva ciudadanía. Y, sin duda, otra noción de riqueza, la dignidad y el poder de la vocación asumida de manera gozosa y decidida. Aptitud y actitud mezcladas armoniosamente para demostrar que lo único que necesitan nuestros niños y jóvenes de cualquier procedencia socioeconómica son oportunidades.
“Espíritu de pájaro”, 2022
Sin embargo, no busco hacer un recuento detallado de lo que ha sido este viaje largo y fecundo desde 1997, pues más de 10.000 niñas, niños y jóvenes han pasado por los proyectos y programas de eCdC. Quiero escribir sobre otra aventura que he emprendido con la Compañía Cuerpo de Indias, nuestro núcleo profesional actual: 10 bailarines profesionales, intérpretes, creadores, pedagogos, la mayoría vinculadas y vinculados a nuestro proceso formativo desde su infancia y adolescencia, acompañados en esta oportunidad por cuatro jóvenes estudiantes del nivel preprofesional.
El maestro Juan Antonio Cuéllar, director ejecutivo de la Orquesta Sinfónica Nacional, me comisionó la creación de una coreografía para acompañar el estreno mundial de Espíritu de Pájaro, música del compositor colombiano Diego Vega, residente en los EE. UU. La pieza es un homenaje a las comunidades indígenas de nuestro país, a su trasegar, su sufrimiento, sus luchas, su dignidad pisoteada, su fuerza, su determinación, su resiliencia, su creatividad y la sofisticación del pensamiento, la cosmogonía y su relación con la Tierra.
De nuevo eCdC propone una obra que explora la interacción del cuerpo con objetos de la cultura material de diferentes etnias: tejido, cestería, talla en madera e indumentaria, entre otros, hacen parte de este nuevo poema coreográfico y visual, enriquecido además por el trabajo del videoartista Gabriel Ossa, la diseñadora de modas Olga Piedrahíta y la inspiración derivada del extraordinario libro Lenguaje creativo de etnias indígenas de Colombia, de la investigadora Cecilia Duque Duque, publicado hace unos años en nuestro país por la Fundación Sura.
Alma, espíritu, cosas, pájaros y el cuerpo-tiempo que habla el lenguaje universal de la danza, para celebrar el viaje de esta arca-escuela, guiada por maestros-parteros de vocaciones: fabricantes de alas. Y que hoy de manera fugaz ha zarpado en estas letras.
*La obra Espíritu de Pájaro se estrenó en el Teatro Colón en 2022, dentro de la conmemoración de los 25 años de eCdC.
**El presente texto se publicó en el mismo año, en el pequeño libro de título homónimo al de este texto, como parte del reconocimiento del Área de Danza del Ministerio de Cultura por el aporte de eCdC a la Educación para la Paz a través del Arte y la Danza.