Entre señas y palabras
Los ingenieros César Hernández y Hans Márquez, de la Universidad Distrital, desarrollaron la primera versión de un dispositivo que permite a los niños con discapacidad auditiva mejorar su aprendizaje y calidad de vida.
Diego Alarcón Rozo
Imaginemos: un niño sordo está perdido en una calle de Bogotá, digamos de Colombia. Tal vez el bus de su colegio se fue sin avisar o él estaba ocupado en asuntos importantes, por ejemplo jugando con sus amigos. No sabe a dónde ir y lo que es peor: no sabe qué hacer ni decir, porque no puede hablar y quienes conocen el lenguaje de señas son apenas una diminuta minoría en la inmensidad de la ciudad. Él no se asusta y en seguida saca su celular del bolsillo, o su tableta del morral, abre una aplicación y al tocar el botón indicado, sus padres reciben un mensaje de texto en sus teléfonos con una alerta y la ubicación exacta, obtenida por posicionamiento global. Cuando lo recogen, el niño pone su mano izquierda al frente, a la altura del pecho, y con la derecha se toca el mentón para luego unirla con la izquierda en el frente. Es su manera de decir gracias.
Incluso, el escenario podría variar, si alguien le pregunta en lenguaje verbal qué le está pasando y la aplicación convierte las palabras en señas y viceversa. Entonces cualquier problema sería más fácil de solucionar, pues la tecnología eliminaría las barreras.
Si quisieran pensar en el momento de desarrollo ideal del proyecto, los ingenieros César Hernández y Hans Márquez pensarían en imágenes como estas. Es más, pensarán también en un servidor que almacene los videos de frases y palabras en lenguaje de señas, y en un sistema muy capaz de procesamiento de voz que abarque la representación de un amplio vocabulario en gestos manuales. Y ojalá, todo esto pueda funcionar en diversos idiomas aparte del español.
Este proyecto -relata el ingeniero Hernández- fue pensado primero para la comunidad, después para la ciudad, luego el país y, ¿por qué no? el mundo. Pero vamos por partes. Estamos en la fase de comunidad, en el año 2015 y una primera versión de la aplicación está por ser terminada. La historia comenzó en 2011, cuando el ingeniero Hernández presentó el proyecto a la convocatoria de Colciencias, ‘Jóvenes Investigadores e Innovadores’ en nombre de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. La idea fue bien recibida por el comité, que aprobó la que sería la financiación inicial del proyecto: un dispositivo que auxiliaría el proceso de aprendizaje de niños con discapacidad auditiva. El ingeniero Hans Márquez entró a formar parte del equipo y se daban los primeros pasos del camino recorrido.
Juntos construyeron la primera versión del dispositivo, fabricaron cinco, y los implementaron en el Colegio San Francisco de Ciudad Bolívar, uno de los 13 colegios públicos en Bogotá que atiende a niños con discapacidad. Funcionó. A un nivel básico, niños entre cinco y ocho años, fueron capaces aprender a representar los días de la semana, a nombrar a los familiares, los saludos usuales, las frases elementales en las relaciones sociales y las equivalencias entre los alfabetos. La comunicación con sus familias mejoró y los niños oyentes pudieron pronunciar los colores y ver cómo la pantalla táctil del dispositivo ponía a rodar el video de una mujer diciendo el mismo color pero sin hablar.
Hubo problemas también, por supuesto. A veces los dispositivos se caían al suelo y su armazón de plástico debía ser reparada. En ocasiones la batería no duraba lo suficiente o el vocabulario se agotaba cuando las lecciones del sistema ya estaban aprendidas. Hoy el proyecto cuenta con el apoyo de la Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación de Bogotá (OTRI), un esfuerzo conjunto entre la Universidad Distrital, la secretaría de Desarrollo Económico y el apoyo de Colciencias; los ingenieros y la universidad cuentan con la patente de la idea desde el 29 de octubre del año pasado; y en cuestión de meses podrán comenzar la implementación de la segunda versión del dispositivo, con ocho ejemplares. Una de un material más resistente, de mayor duración en la batería , de procesamiento más óptimo, más ergonómica y portátil. En seguida, o en simultánea, tendrán lista la primera versión de la aplicación para tabletas.
Los planes continúan, como la investigación en posibles mejoras y nuevas herramientas para hacer al proyecto mejor cada vez. Entonces, los ingenieros Márquez y Hernández, en cierto momento, quizá puedan ver, con los apoyos necesarios, sus idea extendida por la ciudad para luego pensar en ir más allá. Paso a paso, dicen, palabra a palabra, seña a seña.
Comunicación
Con esta herramienta, un niño sordo puede escribir un mensaje en el teclado de la pantalla y el sintetizador de voz reproducirá el sonido de lo que fue escrito. Este uso es muy útil, pues mejora la interacción con los niños oyentes que no conocen el lenguaje de señas.
Procesamiento de voz
Aquí el dispositivo utiliza el reconocimiento de voz para convertir palabras clave (en la primera versión el vocabulario es muy básico) en imágenes de fácil comprensión para los niños sordos. A través del micrófono, el aparato procesa la voz del hablante y despliega en la pantalla el video de su representación en lenguaje de señas.
Lecciones
Se encuentra representación en lenguaje de señas de cada una de las letras del abecedario, de los colores, saludos, prendas de vestir, expresiones típicas, etc. Al pulsar el botón deseado en la pantalla, el dispositivo reproduce un video en el que una persona representa lo indicado.
Comunicación gráfica
En la pantalla se despliegan varios íconos con acciones previamente conocidas por los niños que ya han utilizado el dispositivo. Al ser pulsada la imagen de una casa, por ejemplo, el parlante del equipo reproducirá el sintetizador de voz, que a su vez informará que el niño desea ir a su hogar. Estas funciones aumentarán en capacidad con el desarrollo de nuevas versiones.
Imaginemos: un niño sordo está perdido en una calle de Bogotá, digamos de Colombia. Tal vez el bus de su colegio se fue sin avisar o él estaba ocupado en asuntos importantes, por ejemplo jugando con sus amigos. No sabe a dónde ir y lo que es peor: no sabe qué hacer ni decir, porque no puede hablar y quienes conocen el lenguaje de señas son apenas una diminuta minoría en la inmensidad de la ciudad. Él no se asusta y en seguida saca su celular del bolsillo, o su tableta del morral, abre una aplicación y al tocar el botón indicado, sus padres reciben un mensaje de texto en sus teléfonos con una alerta y la ubicación exacta, obtenida por posicionamiento global. Cuando lo recogen, el niño pone su mano izquierda al frente, a la altura del pecho, y con la derecha se toca el mentón para luego unirla con la izquierda en el frente. Es su manera de decir gracias.
Incluso, el escenario podría variar, si alguien le pregunta en lenguaje verbal qué le está pasando y la aplicación convierte las palabras en señas y viceversa. Entonces cualquier problema sería más fácil de solucionar, pues la tecnología eliminaría las barreras.
Si quisieran pensar en el momento de desarrollo ideal del proyecto, los ingenieros César Hernández y Hans Márquez pensarían en imágenes como estas. Es más, pensarán también en un servidor que almacene los videos de frases y palabras en lenguaje de señas, y en un sistema muy capaz de procesamiento de voz que abarque la representación de un amplio vocabulario en gestos manuales. Y ojalá, todo esto pueda funcionar en diversos idiomas aparte del español.
Este proyecto -relata el ingeniero Hernández- fue pensado primero para la comunidad, después para la ciudad, luego el país y, ¿por qué no? el mundo. Pero vamos por partes. Estamos en la fase de comunidad, en el año 2015 y una primera versión de la aplicación está por ser terminada. La historia comenzó en 2011, cuando el ingeniero Hernández presentó el proyecto a la convocatoria de Colciencias, ‘Jóvenes Investigadores e Innovadores’ en nombre de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. La idea fue bien recibida por el comité, que aprobó la que sería la financiación inicial del proyecto: un dispositivo que auxiliaría el proceso de aprendizaje de niños con discapacidad auditiva. El ingeniero Hans Márquez entró a formar parte del equipo y se daban los primeros pasos del camino recorrido.
Juntos construyeron la primera versión del dispositivo, fabricaron cinco, y los implementaron en el Colegio San Francisco de Ciudad Bolívar, uno de los 13 colegios públicos en Bogotá que atiende a niños con discapacidad. Funcionó. A un nivel básico, niños entre cinco y ocho años, fueron capaces aprender a representar los días de la semana, a nombrar a los familiares, los saludos usuales, las frases elementales en las relaciones sociales y las equivalencias entre los alfabetos. La comunicación con sus familias mejoró y los niños oyentes pudieron pronunciar los colores y ver cómo la pantalla táctil del dispositivo ponía a rodar el video de una mujer diciendo el mismo color pero sin hablar.
Hubo problemas también, por supuesto. A veces los dispositivos se caían al suelo y su armazón de plástico debía ser reparada. En ocasiones la batería no duraba lo suficiente o el vocabulario se agotaba cuando las lecciones del sistema ya estaban aprendidas. Hoy el proyecto cuenta con el apoyo de la Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación de Bogotá (OTRI), un esfuerzo conjunto entre la Universidad Distrital, la secretaría de Desarrollo Económico y el apoyo de Colciencias; los ingenieros y la universidad cuentan con la patente de la idea desde el 29 de octubre del año pasado; y en cuestión de meses podrán comenzar la implementación de la segunda versión del dispositivo, con ocho ejemplares. Una de un material más resistente, de mayor duración en la batería , de procesamiento más óptimo, más ergonómica y portátil. En seguida, o en simultánea, tendrán lista la primera versión de la aplicación para tabletas.
Los planes continúan, como la investigación en posibles mejoras y nuevas herramientas para hacer al proyecto mejor cada vez. Entonces, los ingenieros Márquez y Hernández, en cierto momento, quizá puedan ver, con los apoyos necesarios, sus idea extendida por la ciudad para luego pensar en ir más allá. Paso a paso, dicen, palabra a palabra, seña a seña.
Comunicación
Con esta herramienta, un niño sordo puede escribir un mensaje en el teclado de la pantalla y el sintetizador de voz reproducirá el sonido de lo que fue escrito. Este uso es muy útil, pues mejora la interacción con los niños oyentes que no conocen el lenguaje de señas.
Procesamiento de voz
Aquí el dispositivo utiliza el reconocimiento de voz para convertir palabras clave (en la primera versión el vocabulario es muy básico) en imágenes de fácil comprensión para los niños sordos. A través del micrófono, el aparato procesa la voz del hablante y despliega en la pantalla el video de su representación en lenguaje de señas.
Lecciones
Se encuentra representación en lenguaje de señas de cada una de las letras del abecedario, de los colores, saludos, prendas de vestir, expresiones típicas, etc. Al pulsar el botón deseado en la pantalla, el dispositivo reproduce un video en el que una persona representa lo indicado.
Comunicación gráfica
En la pantalla se despliegan varios íconos con acciones previamente conocidas por los niños que ya han utilizado el dispositivo. Al ser pulsada la imagen de una casa, por ejemplo, el parlante del equipo reproducirá el sintetizador de voz, que a su vez informará que el niño desea ir a su hogar. Estas funciones aumentarán en capacidad con el desarrollo de nuevas versiones.