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Aparte de la pandemia y las manifestaciones sociales. ¿Cuáles fueron los grandes retos que enfrentó en su administración?
Fuimos el resultado de un cambio social generacional que se reflejó en las votaciones. Los paisas eligieron en defensa del patrimonio público y en contra de los graves escándalos de corrupción. Resistimos a diferentes intentos de sabotear nuestra administración, organizados por la clase política de siempre y los carteles empresariales. Ese fue uno de los desafíos más grandes.
Hidroituango fue otro. Encontramos un proyecto completamente destruido, sin moral empresarial, ni confianza en la ingeniería antioqueña. Hoy es una historia diferente, hemos hecho que paguen los responsables, recuperamos $4,3 billones, la represa está funcionando a dos turbinas y cada una de ellas genera la energía equivalente al consumo de una ciudad como Ibagué. Antes de este año activaremos dos más. Con nuestra gestión se han producido, solo en el primer semestre del año, $800.000 millones, que pasarán a ser $20 billones en el próximo cuatrienio.
Y rescatamos EPM (Empresas Públicas de Medellín) porque era una deuda con la ciudadanía; la recibimos con un endeudamiento por las nubes; pero logramos que en 2022 fuera la segunda mejor empresa a nivel de utilidades del país, solo superada por Ecopetrol.
¿Cómo encontró y cómo queda Medellín después de su alcaldía?
Estaba muy desordenada, abandonada y sin grandes proyecciones de crecimiento. Entregamos una ciudad en la que se está construyendo la tercera línea del metro, dejamos los diseños de prefactibilidad de la línea subterránea que conectará La Estrella con Bello y el metro de la 80, que arranca en Caribe y ya está en construcción con sus 17 estaciones en 14 kilómetros de recorrido, solo por mencionar algunas de las obras. Adicionalmente, y con referencia al Metro, esperamos que en los próximos cuatro años tengamos cinco metrocables nuevos.
¿Qué balance entrega de su gestión?
Es bueno, aunque tener la mayoría de los poderes en contra no es fácil. La última vez que hubo líderes que realmente los desafiaron, terminaron asesinados, como Héctor Abad Gómez y Jesús María Valle; pero, a pesar de la suspensión a la que nos enfrentamos, los resultados de nuestras gestiones las contarán las próximas generaciones.
De esto tengo certeza porque con nuestro programa “Buen comienzo”, por ejemplo, mejoramos las condiciones de vulnerabilidad de menores de primera infancia, pasando de 80.000 a 95.000 niños atendidos; bajamos la desnutrición crónica y creamos el Marco Curricular de estimulación tempran que no existía. Esto sumado a que aumentamos 800.000 raciones entregadas con el Programa de Alimentación Escolar -PAE-.
Ya que menciona este programa, ¿qué otras iniciativas destaca?
Hicimos la inversión más alta en la historia de los colegios de Medellín. Hoy todos están en proceso de reparación, después de 20 años en los que no se les hicieron intervenciones. Además, aplicamos la media técnica universal y les hemos entregado 130.000 computadores a estudiantes de bachillerato para que refuercen sus estudios y a docentes para que los utilicen como herramientas en las clases.
En materia de seguridad también dimos resultados. Tenemos una reducción de homicidios del 40 %, la más alta de cualquier ciudad. Al llegar encontramos una de las más violentas y hoy Medellín es la ciudad más pacífica del país. Logro que hemos alcanzado gracias a la intervención en diferentes frentes, entre ellos la educación.
Entregamos 120.000 becas, pero sabemos que no es suficiente porque la vinculación laboral también es importante. Por eso, logramos la tasa de desempleo más baja entre capitales. Hace una semana celebramos que la bajamos al 8,6 % y lo hacemos porque, por primera vez en la historia, el porcentaje de mujeres desempleadas se ubicó en un solo dígito (9,6 %), 6,6 puntos por debajo de la tasa que recibimos en 2019. Le estamos cumpliendo a la ciudadanía haciendo respetar lo propio y mejorando las condiciones de los medellinenses.
Según usted, ¿cuáles deberán ser las prioridades del próximo alcalde?
Lo primero es que no se roben la plata, que no vendan las empresas públicas, que las defiendan, que tenga la fuerza para resistir a los poderes que se han enquistado y que se resisten al avance y al cambio.
Deben apostarle a que los niños sean una prioridad, porque si se quiere cambiar a Colombia se necesita educación; por eso todo esfuerzo que se haga en esta materia es valioso: pero a la par no se puede perder el impulso con la seguridad, se deben romper los pactos criminales que existen y crear una política de oportunidades para los jóvenes. En mi administración mejoramos la seguridad con la clara certeza de que trae inversiones que llevan al desarrollo.
Fuimos sembradores de futuro, pero para que germinen nuestros esfuerzos necesitamos que se sigan destruyendo los techos de la politiquería y la corrupción, que no permiten que las ciudades crezcan hasta donde deberían.